domingo, 17 de octubre de 2010

Factores que favorecen la proliferación del crimen organizado en México

Víctor Manuel Caamaño Salgado

Actualmente la proliferación del crimen organizado y el incremento en los niveles de delincuencia, es cada día más notable a lo largo y ancho de la República Mexicana, y aunque los medios de comunicación masiva hagan lo posible por “maquillar” esta situación latente y vigente en la sociedad mexicana, es un hecho que los índices de violencia son cada día mayores, y la descomposición y el miedo social son cada vez más evidentes.

El crimen y la delincuencia organizada, no es un problema de generación espontánea, sino que su origen viene desde todo un marco o campo de cultivo que se nutre a través de una serie de condiciones sociales, políticas, culturales y económicas. Es por tanto que en el presente artículo expongo una pequeña reflexión acerca de esos factores que desde mi perspectiva influyen a la instauración del crimen organizado en el país.

En el aspecto social la crisis económica ha acentuado la desigualdad y la exclusión social favoreciendo más a los que más tienen y perjudicando más a los que menos tienen. Junto a esto han aparecido fenómenos sociales que se creía superados como son: las actitudes racistas, clasistas y discriminatorias, acerca de quienes desde las élites son mirados con desprecio: trabajadores, indígenas, minorías sexuales, mujeres, enfermos, niños, discapacitados, analfabetas, campesinos, personas precarizadas por desastres o expropiaciones, tratando de sustituir la solidaridad social y la responsabilidad del estado si acaso, tan sólo, por simulados actos de caridad. La intolerancia ha venido creciendo como mancha de aceite hacia lo otro, lo que no se comprende, lo que se rechaza, desde marcos estrechos pautados por el prejuicio, el estereotipo y la desinformación. La consecuencia de lo anterior es que se impone una naturalización de la violencia hacia los despojados, la imposición de modelos machistas que hacen ver como natural el maltrato y la violencia hacia las mujeres así como su transformación en objetos sexuales y en carne de cañón para la explotación. Al mismo tiempo, facilita culpabilizar a las clases indefensas como responsables de su propia desdicha.

En lo que respecta al tema económico, la profundización del modelo neoliberal ha llevado a un desmantelamiento del anteriormente llamado estado de bienestar, porque al privatizar los servicios vendiendo las empresas del estado, o al ir convirtiendo en mercancía los servicios públicos (con un precio permanentemente al alza), la menguada capacidad económica de la mayoría de la población hace de ésta, una masa empobrecida, a la que día a día se le va negando el acceso a la educación, a la salud, a la recreación, al deporte, a la cultura, como responsabilidad del estado.

Una consecuencia que se desprende de la profundización del modelo neoliberal, es el desempleo, la baja de los salarios, y la precarización de las condiciones laborales ya que, a través de diversas estrategias (como el llamado outsourcing, o subcontratación), el capital, golpea a los trabajadores despojándolos de los derechos más elementales como son: el derecho  a la libre organización sindical, el derecho a un contrato colectivo de trabajo, el derecho a un salario digno, el derecho de huelga, el derecho a la seguridad laboral, el derecho a la salud y a la seguridad social. Al irse negando todos estos derechos al trabajador, tan sólo le queda un salario insuficiente y la incertidumbre absoluta en el futuro inmediato y mediato.

Lo anterior contrasta con un consumismo desbordado que daña cotidianamente no sólo la economía de los consumidores sino su propia salud y en ocasiones su vida particularmente en el terreno de alimentos y bebidas y de estas últimas, por supuesto, las alcohólicas.

Acompaña a este modelo consumista la propuesta difundida por los medios de comunicación de un modelo de gozo engañoso en el presente, para fugarse a través de las adicciones o de la diversión chatarra de una realidad insoportable, con la consecuencia de que las normas y las reglas sociales se relajan hasta el punto de lo que Durck Heim, llamó la anomia. Junto a lo anterior, aparece el fenómeno de la glorificación de la violencia como vía predilecta para resolver los conflictos, ante el evidente fracaso de instituciones que no garantizan los derechos ciudadanos a la justicia, a la seguridad pública, y a la seguridad jurídica.

Esto influye en que la creciente pobreza, favorece la disfunción familiar porque introduce la violencia y los vicios y esto favorece personas con una autoestima disminuida, con una voluntad doblegada que son campo propicio para ser atrapadas por las bandas de traficantes. En el caso de las mujeres, los efectos de la crisis les golpean doblemente porque tienen que cargar en la economía familiar con el costo del desempleo de sus maridos, con el incremento de la violencia y las adicciones que trae aparejada la frustración de sus parejas y también como trabajadoras directas, al ser más castigadas, en salarios, prestaciones, y condiciones que llegan a ser cercanas al chantaje, comercio, y hasta esclavitud sexual.

La descomposición política inicia su punto más alto con las elecciones del 2006, dónde por la fuerza de una coalición de intereses monopólicos nacionales y extranjeros, es impuesto Felipe Calderón quién al ser acusado por su adversario Andrés Manuel López Obrador de haberse robado la presidencia de la república con unas elecciones fraudulentas, no respondió sino con el “haiga sido como haiga sido” al reclamo de recontar voto por voto y casilla por casilla. La consecuencia de lo anterior, es una presidencia débil que ha ido cediendo paulatinamente a intereses anti populares, y anti nacionales y que ha priorizado una supuesta lucha contra el crimen que ha arrojado, pocos resultados y costos contraproducentes que viene pagando la sociedad civil. Esta fallida lucha contra el crimen llamado organizado, ha despertado la sospecha de su ineficacia; en primer lugar, porque el último recurso, el de la violencia, es el primero que se ha instrumentado; en segundo lugar porque no se han atacado los centros financieros que son el corazón del comercio de drogas; en tercer lugar porque ha habido un golpeteo selectivo dejando a salvo uno de los bandos en pugna; en cuarto lugar porque no han sido disipados convincentemente los reiterados señalamientos de complicidad de altos mandos policíacos y militares del gobierno federal como  informantes y protectores de las bandas en combate.

La imposición de modelos culturales de importación a través de principalmente los medios masivos de comunicación que tienen que ver con la forma de vestir, con la forma de comer, de divertirse y con las aspiraciones y deseos acerca de la familia, la sociedad, el trabajo, en el presente y en el futuro, forjan actualmente la forma de concebir el mundo y el ámbito de las responsabilidades hacia los demás, del marco ético, para regular las interacciones cotidianas. Así mismo, tiene que ver con los valores estéticos, con el arte, con la concepción de género que determina la relación entre los sexos. Al empobrecerse las raíces culturales como consecuencia de la instauración de dichas nociones extranjeras, al debilitarse la importancia de agentes socializadores como la familia, la escuela, y la iglesia, se abre el camino de una degradación social y cultural que favorece abrirse paso a tiros sin importar la destrucción que la acción negativa de los agentes está produciendo dentro de la sociedad. La cultura de la autodestrucción, de la irresponsabilidad, del “ahí se va”, del “se vale todo”, de la evasión, de la vida leve, de la cultura del goce presente sin pago de facturas o consecuencias, vislumbra lo que pareciera una sociedad en proceso de autoconsumo.

Lo anterior lo podemos expresar sintéticamente, de la siguiente forma la dignidad y los derechos humanos son absolutamente prescindibles en un mundo en el que se transforman en objeto las personas y la subjetividad de estas responde a la brutalidad de un supremo mercado altar ante el cual se sacrifica se sacrifica todo: libertad, dignidad, paz, legalidad, felicidad, etc.

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