Salvador Manzano Anaya
Y se acabaron las vacaciones, con un estironcito de un día más por el Día del Trabajo para descansar del desfile que no hubo. Mi compadre por fin llegó, más que concluyente vacacionista parece soldado recién traído del Golfo Pérsico, prieto, cansado y herido (en su economía). Se llevó a la playa, hasta “las gallinas” ese par de tías (hipocondriacus cacareantus) que se la pasa cacareando todo el día y rezando el rosario.
Yo me di una escapadita al pueblo, a visitar a la familia, fui a la Feria del Ramos, que se encuentra en la plaza de armas, debo de confesar que para mí eso es una rotunda decepción, ahora es una Feria China, una magna expo de piratería y productos chatarra de ínfima calidad, se acabo la hermosa artesanía mexicana que nos llenaba de orgullo, los jarritos de Tonalá, los juguetes de madera y de lámina de Michoacán…ya no hay cajitas de Olinalá, ni lacas; claro gran culpa la tenemos nosotros, nadie compra eso ya. Ahora somos una cultura consumista de productos de bajo costo y de pésima calidad. Otro detallito no hay diversificación, todos los puestos de la Feria venden lo mismo. Igual está el caso de la cuestión de antojitos y alimentos, ya no salimos de tacos y hot-dogs, ¡ni hablar! Es obvio la pobreza, no sólo de dinero, sino de espíritu, ya no queremos ser emprendedores, ni orgullosos de nuestra cultura y folklor, lo único que deseamos es ganar dinero sin trabajar o por lo menos con poco esfuerzo.
¿Qué nos pasa mexicanos? volviendo a mi compadre, por ejemplo, se fue a la playa, a asolearse, a beber y a dormir todo el santo día, todo eso lo puede hacer aquí, sin necesidad de desplazarse y gastar tanto dinero, lo bueno es que sus 8 escuincles se la pasan bien, nada más por eso creo que se salva el compadre y…bueno, ayer llegandito a la clínica de salud porque 2 traen hongos en los oídos, otro trae salmonelosis y una de las tías cacareantes al borde del infarto, porque vio a un chico en tanga de hilo dental. Vaya, la clásica resaca de una salida de vacaciones de semana santa...
Mire usted, la carretera estos días es un show, el último día de la vacaciones sale de su morada una peligrosa culebra de fierro, serpentea peligrosamente, a lo largo de la autopista. Como siempre todo el mundo regresa a última hora, en pésimas condiciones para manejar el auto, con arena, cansados, crudos, con enfermos y lo peor, algunos bebiendo cervezas. ¿Qué garantía puede haber para los que si toman precauciones?
Regresé a medianoche después de mi visita al pueblo, estimando que el tráfico aminoraría, ¡Dios! estaba peor, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo todos con la hora de salida, me llamó la atención el interminable desfile de autos, afortunadamente mi trayecto era corto; pero les diré lo que vi. A los primeros quinientos metros de salir de mi pueblo, vi…muchas estrellitas de colores, elefantitos color de rosa y por un instante se me esfumó el mundo a causa de un veloz auto último modelo con luces de halógeno (se supone que son prohibidas) que me deslumbró terriblemente, más delante vi un auto rebasar por la izquierda, es decir por el acotamiento lateral, más adelantito un grupo de chavos haciendo pipí sin el menor recato y uno de ellos vomitando; una ambulancia dando auxilio a un accidente, una interminable cuenta de baches, vi atrevidísimos traileros con nervios de fuego rebasando en condiciones increíbles, vi un Junior haciendo de las suyas con un auto deportivo, en fin… y lo que no vi es patrullas de caminos, ni vehículos de auxilio vial.
Dios quiera a pesar del caos haya conciencia y todos lleguen bien a casa. Y le pido fervorosamente que cuando lea el periódico, venga en primera plana y orgullosamente: “SEMANA SANTA BLANCA ESTE AÑO’’ y que sea así siempre.
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