jueves, 12 de enero de 2012

El libro blanco


Salvador Manzano Anaya

En la Facultad de Ingeniería, el primer semestre, en los primeros días de clases, cuando comenzábamos a conocernos los compañeros que emprenderíamos una larga trayectoria para lograr nuestra formación universitaria, veía a un compañero  sentado en las escaleras del edificio que albergaba nuestra aula, siempre entregado profundamente a la lectura de algún libro en los espacios de entre-clases, mientras llegaba el maestro en turno o cuando alguno de ellos faltaba. Yo no podía digerir esa  manera de ser  y su desinterés por convivir con los demás compañeros.



Así pasaron las primeras 3 semanas, hasta que vencido por la curiosidad, me acerqué a él y le dije: hola soy Jorge Miranda; el dejó su libro a un lado y con una sonrisa, Jorge Miranda Sahagún—me contestó-,  alegando que le faltaba poco para saber los nombres de todos los compañeros y me dijo su nombre.

Entablamos una amena conversación que recorrió nuestros pueblos natales, nuestra inquietud por ser ingenieros  y muchas cosas más.  En un breve espacio, de esos que impone el silencio, mientras nuestros cerebros buscaban la siguiente línea del dialogo, surgió la que fuera la pregunta que me llevó a entablar esa conversación, ¿se puede saber que estas leyendo? –le pregunté-, el me respondió que  Demian de Herman Hesse, y luego me replicó que si me gustaba leer, le respondí que no, que para mi los libros son todos iguales que no sabría como encontrar alguno que me interesara, el se rió –jaja ¿todos iguales en serio?- me miró de una manera sarcástica, algo iba a suceder cuando nos interrumpió el saludo de un  maestro que se dirigía al salón para impartirnos su clase… corrimos a su lado.

Desde ese momento sabia que ese compañero iba a ser uno de mis mejores amigos durante toda la carrera.
Pasando un tiempo, mi compañero llegó con un libro envuelto para regalo y con la mayor seriedad me dijo: “un regalo”, por ser mi primer libro, le agradecí le prometí leerlo y comentarlo con él cuando lo terminara.
Cuando llegue a casa, abrí el paquete con enorme curiosidad y vi en su portada el titulo EL LIBRO BLANCO, era un ejemplar hermoso, elegante; pero…el autor no aparecía, ni la editorial…la mayor sorpresa me la llevé al ver que el libro en realidad !estaba en blanco!, tenia la hoja del prologo en blanco, el índice en blanco, tenia paginas, pero ningún texto…

Muchos días evité comentario alguno al respecto, primero quería descifrar el significado de lo que estaba tratando mi amigo, miraba el libro en mi mesita de luz y se desprendían de el tantas incógnitas, hasta que empecé a reflexionar… ¿Cómo me gustaría que este libro tuviera algún texto?, eso provocó que me detuviera en las librerías  y comenzaba a buscar temas, autores, editoriales. Finalmente compre mi primer libro y lo leí, con una satisfacción increíble y con un deseo enorme de corresponderle a mi amigo su gran gesto. Ese libro blanco tiene muchos significados, un texto invisible que mentalmente me instruyó y me fue llevando a salir de mi renuencia a leer, y para abundar fue algo clave en el desarrollo de mi carrera.

 Fue un año después cuando le dije a mi amigo: El mejor libro que he tenido en mi vida…me lo regalaste tú.
Él solo sonrió.







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