martes, 7 de febrero de 2012

El Lector

José Luis Vivar


Los rostros del erotismo durante la adolescencia son variados, intensos, sin embargo, siempre es uno el que permanece y deja una marca que difícilmente llegan a borrarse. Esto no tiene nada que ver con el primer beso, sino con las sensaciones del despertar sexual que en el momento menos planeado llega a materializarse. La experiencia en sí misma es una pequeña parte de lo que significa. La piel como novísimo territorio que se habrá de recorrer, al principio con ansiedad y más adelante con paciencia de sabio, hasta conocerla con los ojos cerrados.


            A sus quince años Michael Berg experimenta el despertar sexual con una mujer llamada Hanna Schmitz quien le dobla la edad, trabaja como cobradora en un tranvía y guarda un terrible secreto.Un secreto que defiende con evasivas y con acciones difíciles de adivinar. Aunque, ¿cuál secreto podría ser peor que enterarnos sobre su pasado nazi?

            Ubicada en la Alemania de los años cincuenta, la voz del protagonista desde el presente, nos muestra una serie de encuentros clandestinos con esta enigmática mujer de carácter voluble, que lo mismo baña a su joven amante antes de meterse con él a la cama, que leda por insultarlo e incluso golpearlo en un arranque inexplicable de ira. Aun así, ella tiene una debilidad: le gusta que el muchacho le lea libros completos, lo mismo de autores clásicos que contemporáneos –teutones en su mayoría-. El horario varía, puede ser antes o después de hacer el amor.

            De esta manera, conjugando el placer físico con el placer espiritual -eso es al final de cuentas la lectura-, transcurre un tiempo de relativa felicidad para la pareja, una felicidad que no es más que una apariencia porque de un día para otro ella desaparece.

            Bernhard Schlink, autor de la novela, nos hace cómplices de un reato íntimo, vedado a los ojos de los adultos que fueron sus contemporáneos, incluso de sus familiares, tal vez porque la historia fluye de una manera ordinaria. La anécdota del afortunado joven que se relaciona con una mujer adulta, pronto deja ese simple escenario para hacer un giro de tuerca y mostrarnos una realidad cotidiana en los años de posguerra. Siendo Michael un joven estudiante de Derecho, le toca presenciar el juicio que le hacen a un grupo de mujeres ex nazis –entre ellas Hanna-, a quien se les acusa por un espantoso crimen.

            El ex amante ve todo aquello con un dejo de frialdad, de indiferencia, no porque así se lo dicte su corazón sino por los convencionalismos dentro de los círculos sociales en que se mueve. Las acusaciones en contra de Hanna se multiplican, sin que su torpe  defensor pueda impedir una dura sentencia, la cual repercutirá en Michael por saberse culpable de algo que él mismo pudo impedir.

            Los altibajos que contrastan entre el adolescente que fue y el hombre que cuenta de manera directa la mujer que lo marcó de por vida, hacen que la lectura de El Lector sea una memorable experiencia y una oportunidad para conocer un interesante estilo narrativo.

             Llevada al cine en 2009 por la británica Stephen Daldry, y teniendo en los roles principales a una extraordinaria Kate Winslet (ganó el Óscar como mejor actriz) como Hanna y a Ralph Fiennes quien interpreta a Michael adulto, resultó ser una extraordinaria cinta, gracias a que la adaptación del guión corrió a cargo de David Hare, que le hace honores a la novela.

El Lector
Bernhard Schlink
203 PP.
ANAGRAMA

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