José Luis Vivar
En una lujosa edición digna de coleccionarse -aunque de hecho lo es-, reaparece Los Múltiples Rostros del Crimen, en las calles de Ciudad Guzmán, con su protagonista Jonathan Jekill. Sí, el detective de la gabardina gris, sombrero de ala ancha, antifaz y ¡ojo! Zapatos negros bien lustrados. Se presenta como una ráfaga de viento invernal que inesperadamente nos golpea el rostro, y uno en vez de molestarse lo agradece, pues todavía un día antes el calor era una tortura que parecía ser permanente.
El detective gris nos jala del brazo para conducirnos por una senda de historias oscuras en el sentido más literal. Como un film noir de los años cuarenta del siglo pasado, las escenas distribuidas en viñetas cuentan más de lo que podría esperarse. Allí, en esas páginas están los orígenes del protagonista, sus razones para ser como es y las tribulaciones que lo hicieron dedicarse a combatir el crimen.
Y desde luego, también se halla la galería de personajes malévolos que a toda costa buscan aniquilar al intempestivo Jonathan Jekill, cuya accionar dista mucho de ser el prototipo de héroe a que nos tienen acostumbrados la mayoría de los cómics. Por el contrario, este paladín se equivoca, falla en sus movimientos, es sorprendido; y tal vez lo más importante, vuelve sobre sus pasos, consulta a sus aliados -Patricia Páramo, Nico Van Bunsen y Gilberto "Masca Fierro"-, para volver a la carga.
Desde julio de 2002, este detective ha estado en la escena del crimen, ganando adeptos de todas las edades, luchando contra la indiferencia y los monopolios de los dibujos gringos. Y algo peor, debe competir con toda la industria de los video juegos, las redes sociales y mamá televisión.
Alguna vez alguien dijo que los mexicanos leíamos muchas revistas de monitos por nuestro pasado prehispánico -de manera especial los códices-, pero tal parece que no es por ahí el asunto, sino que las letras del alfabeto castellano que nos impusieron los conquistadores han hecho mayor mella en nuestras mentes. Aún así, Leonel Guerrero, autor de Jonathan Jekill es un creyente de sus congéneres, y por esa apuesta por un libro de mayor tamaño a los que tenía acostumbrados y espera que los habitantes de esta ciudad se acerquen a su trabajo artístico y lo disfruten.
Apreciarlo, y sobre todo disfrutarlo es lo que tenemos que hacer, para que este vengador siga defendiendo nuestra ciudad, en ese otro mundo donde se mezclan los tiempos, uno de sus principales atractivos visuales de esta obra, la cual es digna de estar en los mejores escenarios del mundo editorial, como la FIL de Guadalajara o la feria del Palacio de Minería, por citar dos ejemplos.
Ojalá que estas variadas fisonomías de la criminalidad sean valoradas como debieran ser, porque el personaje y su autor se lo merecen.
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