miércoles, 24 de abril de 2013

De Zapotlán a Ciudad Guzmán


 Pedro Mariscal

Ciudad Guzmán, sobre su cabellera,
de roja flor y forestal cultura,
tiene un tañido de campana oscura,
de campana segura y verdadera…

Martino, tu amistad está en la altura,
como el tañido sobre la pradera,
y como está sobre la primavera
temblando el ala de la harina pura.

De pan y primavera y campanada
y de Ciudad Guzmán empurpurada
por el latido de una flor segura,

está Martino tu amistad formada,
agraria y cereal como una azada,
alta y azul como campana dura.

(Pablo Neruda. Soneto dedicado a su amigo, el Diputado César Martino)



En el devenir del tiempo irremediablemente todo cambia. Cambian la geografía y  los gobiernos, los partidos políticos y los ciudadanos,  las urbes  y los pueblos, las texturas y los contextos, los colores y los aromas, cambian las personas y los nombres de las ciudades. Las circunstancias y el contexto histórico determinan el sentido de las cosas y el sentido de cómo las nombramos. ¿Es importante el nombre? Yo afirmo que sí, que cada uno ama el nombre que lleva por la vida, porque ese nombre nos otorga identidad y nos hace ser quienes somos y no otro,  u otra  persona. De igual manera amamos el nombre del pueblo que nos ve  nacer, o del pueblo que nos da cobijo y sustentabilidad.
Estoy seguro que los habitantes prehispánicos amaban de igual manera, su entorno geográfico y los nombres con los que identificaban sus montañas, su laguna, su tierra y su volcán, los nombres con los que ellos mismos se nombran y pronuncian   dulcemente el nombre de la  madre y del padre; la esposa y el esposo ; el hijo y la hija; del  amigo o de la amiga.
Otras gentes, en otros contextos históricos, con otra organización social, con otra lengua e idiosincrasia han nombrado a esta tierra como Tlayolan, “ lugar donde abunda el maíz”; como Zapotlán, palabra náhuatl que tiene varias acepciones –según algunos historiadores–, “ lugar de zapotes” o  “ lugar de frutos redondos y dulces”,  y la última versión:“ lugar de la diosa Tzaputlatena “ ( que era la deidad de los curanderos en la época prehispánica)”, según lo señala el cronista colonial fray Bernardino de Sahagún, y lo ratifica el sabio zapotlense José María Arreola.
Los cronistas argumentan que el Pueblo de Santa María de la Asunción de Zapotlán fue fundado por fray Juan de Padilla, el 15 de agosto de 1533, día en que es celebrada, dentro del calendario litúrgico católico, esta advocación mariana, combinándolo con el nombre prehispánico que la localidad ya ostentaba desde tiempos inmemoriales.

Lo cierto es que con el paso del tiempo el “largo” nombre que nos fue impuesto a la llegada de los peninsulares, cae irremediablemente en desuso, quedándonos únicamente el de Zapotlán.

En una fuente documental de 1778, escrita por el entonces párroco del pueblo, Bernardino Antonio Lepe, asienta sobre las noticias antiguas de la comunidad que “… de tiempos más cercanos, ya se percibe que este pueblo tuvo el título de Villa de Alburquerque, según he visto en varios instrumentos públicos, pero no he podido averiguar porqué se le quitó este título de villa y le quedó el de pueblo…”;

Cuando fuimos incluidos a los territorios demarcatorios de la Nueva Galicia, con capital en la ciudad de Guadalajara, ya existían bajo su dominio dos pueblos que ostentaban el nombre de “Zapotlán”. Uno de ellos era Zapotlán de Juan de Zaldívar (hoy Zapotlanejo), mientras que el otro era Zapotlán de los Tecuexes (hoy conocido como Zapotlán del Rey). Así que, para diferenciarnos de estos, nos es impuesto el sufijo de “El Grande”, ya que éramos el pueblo llamado “Zapotlán” más grande de los tres.

Es precisamente que, bajo el nombre de Zapotlán el Grande, nos incorporan de lleno a la Nueva Galicia, quedando con ello abierta una disputa con la antigua capital de la Provincia de Ávalos (Sayula), por controlar y mantener el liderazgo en la región Sur de la Intendencia.

Zapotlán el Grande, se había caracterizado por la desmedida ambición de sus pobladores, quienes eran los principales precursores de la directriz a seguir para consolidar el poder social, político y económico de la región sureña en la localidad, otorgándosele el titulo de “ciudad” el 28 de enero de 1824.

Para el 19 de abril de 1856, el General Santos Degollado emite un decreto mediante el cual se impone–en el Artículo 1º–,  el nombre de “Ciudad Guzmán”, a la de Zapotlán el Grande, para perpetuar la memoria del General D. Gordiano Guzmán; y en su Artículo 2º, el nombre de “ Tamazula  de Gordiano”, a la Villa de Tamazula en que vio la luz primera este honrado y valiente soldado de la independencia, el  3 de octubre de 1789, en el paraje de San Francisco, dentro de la jurisdicción del pueblo de Tamazula,  lo que indudablemente generó enconos y beneplácitos, según se vea.
Sin duda esta situación del cambio del nombre, así como fue bien recibida por muchos ciudadanos, por otros tantos no lo fue, ya que se veía cómo era despojado de su ancestral y señorial nombre una población que guardaba en el nombre de Zapotlán el Grande, los principales preceptos de su arraigo e identidad. Y han sido varios los escritores locales que, sin el afán de absurdos apasionamientos y sin restarle los debidos méritos al insurgente Guzmán, cuestionan la decisión oficial hecha hace 157 años, como el de don Juan José González Moreno en su título Y mi pueblo Zapotlán se hizo Ciudad Guzmán, en donde expresa que  “ esta figura… tuvo, como cualquier mortal, sus virtudes y sus defectos; pero… indudablemente dejó en el Sur de Jalisco una huella de sangre, pillerías y violaciones, muy especialmente en… Zapotlán.

Sin embargo estudiosos de la historia regional como el Mtro. Isidoro Jiménez Camberos, “Gordiano Guzmán, Insurgente y Federalista”, y el Mtro. Adrían Gil Pérez “Gordiano Guzmán, el insurgente independentista”, nos ilustran acerca de su vida,  trayectoria y compromiso con la lucha armada por la independencia de México,   quien estuvo bajo el mando del General Vicente Guerrero, mismo que lo elevó al cargo militar de Coronel y posteriormente le otorga el Grado de General de Brigada, en octubre de 1830, según anota el Cronista de Tamazula, Mtro . Adrian Gil Pérez. La actividad militar desarrollada por Gordiano Guzmán, tanto en el Sur de Jalisco como en gran parte del Estado de Michoacán, aunque con altibajos, se mantuvo siempre en una sola dirección: la de la defensa de la patria; y logró hacer lo propio desde su trinchera, siempre con el desinteresado apoyo de su amigo y protector el Gral. Juan Álvarez.

 Don  Benito Juárez, el 21 de noviembre de 1855, en una circular que le hace llegar al Ministro de Guerra, le comenta:” he recibido excitativas continuas para que se proceda contra sus asesinos,( Guzmán fue fusilado el 11 de abril de 1854) cuyo castigo reclaman altamente la justicia y la moralidad de la nación, ya que con dolor se mira cómo ellos permanecen impunes hasta la fecha, con escándalo público, y mengua el buen nombre de la actual administración; al hacerme eco de esos justos reclamos y unir mi súplica en demanda de la satisfacción que exige el asesinato del patriota Guzmán, tengo la satisfacción de renovar a V. E. mi más atenta consideración y particular aprecio.

El libro del Cronista de Tamazula, Adrían Gil Pérez fue útil para argumentar la iniciativa  del Dip. Salvador Barajas del Toro, para que el Congreso del Estado lo haya declarado “Benemérito de Jalisco” en Grado Heroico, mediante Decreto No 21290, representando dicha resolución un orgullo para todos nosotros por la revaloración que se le ha dado a este personaje; cuyo nombre, a partir del 6 de abril de 2006, brilla al lado de los heroicos nombres de todos aquellos que le han prodigado gloria institucional al Estado de Jalisco. 

La historia local consigna las gestiones de Ayuntamientos y grupos culturales de diversas épocas tendientes a recuperar el antiguo nombre de Zapotlán el Grande, lo que finalmente se logra según se asienta en el Decreto No. 16474, que aprueba el H. Congreso de Jalisco el 20 de diciembre de 1996, siendo Gobernador del Estado el Ing. Alberto Cárdenas Jiménez, y quedando el municipio con el señorial y ancestral nombre, en tanto que la cabecera conserva el de Ciudad Guzmán. Sabía decisión salomónica dado el resultado de la consulta pública realizada por el gobierno municipal de Zapotlán el Grande presidido por el Ing. Alberto Cárdenas Jiménez (1992-1994),, durante la aplicación del primer censo municipal en el cual se incluía la pregunta para saber si la ciudadanía estaba o  no, a favor del cambio de nombre. La mayoría de la población se manifestó por  conservar el nombre de Cd. Guzmán con un apretado margen de diferencia.

Este híbrido–según percibo–, desestima la confrontación y suaviza el debate respecto de este tema, porque da satisfacción a los que amamos el nombre de Zapotlán el Grande, pero también cumple con los que admiramos la lucha y la figura del independentista sureño Don  Gordiano Guzmán.

Pero también, hay que decirlo, la historia de este gran pueblo y esta gran ciudad seguirá su curso dinámico por los bordes de la historia que teje su gente día con día y eleva propuestas para que cambie el apellido de “el Grande “, por el de “Orozco” o por el de “San José”. No sé, no sé cuál será el destino del nombre que esta sociedad –u otra–, le otorgue a este lugar. De lo que sí estoy seguro es que el nombre de esta cabecera municipal permanecerá intacto en el futuro inmediato–y por un largo tiempo–. Mientras tanto déjenme decirles con Guillermo Jiménez esto:

 Ganas, ¡oh Zapotlán!, de tejerte un “enroso” con clavellinas, con estrellitas de San Juan, con xacalosúchiles, con floripondios y con flores de maíz, para colgarlo en lo más alto de la Catedral y luego bailar con la embriaguez y la idolatría de un “sonajero”, bailar sin descanso al son de los tambores y de las chirimías nativas; y luego gritar y que mi grito repercutiera en la cumbre de nieve y que rizara las aguas azules de la laguna, que despertara a las garzas dormidas entre los tulares y volaran despavoridas y ciegas de luz. ¡Zapotlán!... Tlán, tlán, tlán…

ZAPOTLAN
En majestuoso Valle se fundó
Culta ciudad, amable y muy hermosa,
Joya del Sur, querida y primorosa…
Por obra del Señor se troqueló.

De algún rincón del cielo se mandó
La bendición que preparó una diosa,
Tzaputlatena– tierna y amorosa–,
Eligió a Zapotlán…¡ se enamoró!

¿Qué tendrás Zapotlán, que a lo divino
Embelesas y embriagas, como el vino
Embelesa y embriaga a los mortales?

¿Qué misterios encierra tu destino
Que a tu pueblo le ahuyentan tempestades,
La gracia que el Señor te da a raudales?

(Pedro Mariscal, sep 1984)






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