Salvador Manzano Anaya
Como todo lo que tiene que evolucionar
bajo la influencia de factores externos, ahora con los efectos del cambio
climático, claro aparte de la prioridad de ejercer acciones que ayuden a
combatirlo; también debemos hacer ajustes en la vida cotidiana para sobrellevar
las fuertes lluvias, depresiones, huracanes, y huracanas (porque algunos portan
nombre de mujer) y demás.
En este periodo ya vimos que…los brotes
de dengue, que la laguna de derramó y quedamos a leguas de volver a ser sede de
los deportes acuáticos, y también se nos está derramando el atractivo turístico
que representa el paseo por la laguna de Zapotlán, que pena de verdad, es un
paseo muy bonito, unos atardeceres de poesía.
Vemos, que se inunda la ciudad, y en estos casos el peatón es el que queda
más desamparado, en el centro, los portales se convierten en una bendición;
pero en ¿el resto de la ciudad?, como dice mi compadre, “no solo des broncas,
da soluciones”, caray, pues las paradas de los camiones con techitos con
protecciones laterales (pa que no nos salpiquen) y de ser posible banca, si el
espacio lo permitiese), agrego que cuando llegué a Zapotlán me llamaron mucho
la atención unos techitos que había con tejas, y me parecía muy adecuado para
darle imagen a la ciudad, un toque “rustico” y muy duraderos porque aún existe
uno por el rumbo del IMSS. Muchas
personas carecen de ropa para estos casos, normalmente los impermeables y ropa
para lluvia es muy caro, es un lujo, también en este rubro hace falta ropa y
accesorios al alcance de todos ( ojo comerciantes), todo esto repercute en la
disminución de enfermedades de las vías respiratorias y demás.
Sigue la mata dando con esos vehículos
que estando las calles inundadas, pasan a toda velocidad mojando a los
peatones, jijos de su…, a propósito mando un saludo a la mujer copetuda que
pasó en su camionetón (anoté las placas; pero… ¿qué procede?) y me dejó
estilando agua lodosa, !méndiga¡ diría Clavillazo.
Volviendo al dengue, me quito el
sombrero ante las autoridades que les caiga el veinte, porque la camioneta pasa
fumigando constantemente, ¡muy bien!; esas personas que pasan casa por casa
repartiendo los polvitos para las pilas y recipientes con agua, dando
recomendaciones al respecto ¡aplauso¡; también me consta de la visita de
enfermeras (Salubridad) indagando la existencia de enfermos y dando
recomendaciones en las colonias más afectadas, ¡aplauso!
En días pasados, cayó un chubasco ¡torrencial¡
y duró aproximadamente 40 minutos, con una precipitación tan brava que poco
faltó para que se desbordaran los dos canales de la zona poniente a la altura
de la estación, (ojo autoridades), ¡Ah¡ como no todo es queja, otro aplauso por
haberle colocado un pedestal a el maestro Juan José Arreola , “el guardagujas”,
en la estación ahora sí…ni aunque se salga el agua de los canales…verdad?.
Faltan algunos detallitos en el sitio para darle mayor lucimiento y además
protegerlo de los vándalos (¡ay, otro dolor urbano!), me encantará dar ideas en
un segmento como este más delantito.
Mi compadre llegó un día conmigo con las
sentaderas negras, ¡ay compadre¡ ¿qué te pasó?, ¿te hiciste?, venía vociferando
a la mejor contra Tláloc (¿o a quien culpamos de las aguas?, SAPAZA, broma,
broma); bueno la cosa es que llegó en bici (¡aplauso¡), pero también la bici
debe tener su adaptación, salpicaderas para empezar, por supuesto aparte de lo
de siempre, casco, guantes; luces intermitentes y un impermeable de colores
vistosos, de preferencia fluorescente, y mucho cuidado porque ya sabemos el
peligro de la escasa visibilidad, de lo resbaloso del piso y de lo desgraciado
de muchos automovilistas que no respetan al ciclista.
Ah caray, cuanta cosa hay que hacer,
pero poco a poco es mejor que nunca, hasta pronto (
si mi editor me lo permite). Cuídense.
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