lunes, 29 de septiembre de 2014

La bitácora del capitán

Salvador Manzano Anaya


Como todo lo que tiene que evolucionar bajo la influencia de factores externos, ahora con los efectos del cambio climático, claro aparte de la prioridad de ejercer acciones que ayuden a combatirlo; también debemos hacer ajustes en la vida cotidiana para sobrellevar las fuertes lluvias, depresiones, huracanes, y huracanas (porque algunos portan nombre de mujer) y demás.



En este periodo ya vimos que…los brotes de dengue, que la laguna de derramó y quedamos a leguas de volver a ser sede de los deportes acuáticos, y también se nos está derramando el atractivo turístico que representa el paseo por la laguna de Zapotlán, que pena de verdad, es un paseo muy bonito, unos atardeceres de poesía.

Vemos, que se inunda la ciudad,  y en estos casos el peatón es el que queda más desamparado, en el centro, los portales se convierten en una bendición; pero en ¿el resto de la ciudad?, como dice mi compadre, “no solo des broncas, da soluciones”, caray, pues las paradas de los camiones con techitos con protecciones laterales (pa que no nos salpiquen) y de ser posible banca, si el espacio lo permitiese), agrego que cuando llegué a Zapotlán me llamaron mucho la atención unos techitos que había con tejas, y me parecía muy adecuado para darle imagen a la ciudad, un toque “rustico” y muy duraderos porque aún existe uno por el rumbo del IMSS.  Muchas personas carecen de ropa para estos casos, normalmente los impermeables y ropa para lluvia es muy caro, es un lujo, también en este rubro hace falta ropa y accesorios al alcance de todos ( ojo comerciantes), todo esto repercute en la disminución de enfermedades de las vías respiratorias y demás.

Sigue la mata dando con esos vehículos que estando las calles inundadas, pasan a toda velocidad mojando a los peatones, jijos de su…, a propósito mando un saludo a la mujer copetuda que pasó en su camionetón (anoté las placas; pero… ¿qué procede?) y me dejó estilando agua lodosa, !méndiga¡ diría Clavillazo.

Volviendo al dengue, me quito el sombrero ante las autoridades que les caiga el veinte, porque la camioneta pasa fumigando constantemente, ¡muy bien!; esas personas que pasan casa por casa repartiendo los polvitos para las pilas y recipientes con agua, dando recomendaciones al respecto ¡aplauso¡; también me consta de la visita de enfermeras (Salubridad) indagando la existencia de enfermos y dando recomendaciones en las colonias más afectadas, ¡aplauso!

En días pasados, cayó un chubasco ¡torrencial¡ y duró aproximadamente 40 minutos, con una precipitación tan brava que poco faltó para que se desbordaran los dos canales de la zona poniente a la altura de la estación, (ojo autoridades), ¡Ah¡ como no todo es queja, otro aplauso por haberle colocado un pedestal a el maestro Juan José Arreola , “el guardagujas”, en la estación ahora sí…ni aunque se salga el agua de los canales…verdad?. Faltan algunos detallitos en el sitio para darle mayor lucimiento y además protegerlo de los vándalos (¡ay, otro dolor urbano!), me encantará dar ideas en un segmento como este más delantito.

Mi compadre llegó un día conmigo con las sentaderas negras, ¡ay compadre¡ ¿qué te pasó?, ¿te hiciste?, venía vociferando a la mejor contra Tláloc (¿o a quien culpamos de las aguas?, SAPAZA, broma, broma); bueno la cosa es que llegó en bici (¡aplauso¡), pero también la bici debe tener su adaptación, salpicaderas para empezar, por supuesto aparte de lo de siempre, casco, guantes; luces intermitentes y un impermeable de colores vistosos, de preferencia fluorescente, y mucho cuidado porque ya sabemos el peligro de la escasa visibilidad, de lo resbaloso del piso y de lo desgraciado de muchos automovilistas que no respetan al ciclista.

Ah caray, cuanta cosa hay que hacer, pero poco a poco es mejor que nunca, hasta pronto (

si mi editor me lo permite). Cuídense.

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