Ricardo
Sigala
Hemos
entrado al mes de octubre, mes
emblemático en Ciudad Guzmán, debido a su feria, que le ha dado fama regional,
nacional e incluso internacional. Una fiesta para chicos y grandes, una suma de
fiesta católica y pagana, un mosaico de religiosidad y vida mundana, de
espíritu de hermandad y voracidad económica. La feria de Zapotlán es un
fenómeno complejo que puede ser vista como un fenómeno sociológico,
antropológico, pues se convierte en un espejo de nuestra vida con todo lo
positivo y lo malo que tenemos.
Sin embargo Ciudad Guzmán tiene
otros prestigios además del de sus fiestas de octubre, quizás el más reconocido
es el de ser “cuna de grandes artistas” y por lo tanto su condición de ciudad
culta. Es quizás por eso que en las semanas anteriores, seguramente para
equilibrar los sucesos espirituales y espirituosos que ya vemos venir como una
avalancha sobre nosotros, hemos asistido a un buen número de actividades
culturales que confirman la vocación artística de la ciudad.
Lo primero que destaca y que es
tradicional es la convocatoria, por parte del ayuntamiento, de los Juegos
Florales de Zapotlán el Grande, un concurso de poesía con más de setenta años
de existencia y que ha tenido entre sus ganadores a escritores de la talla del
mismísimo Juan José Arreola. Un certamen de poesía que en épocas recientes ha
estado en riesgo de no realizarse, y con ello traer una aridez total la feria
en lo que a cultura se refiere.
La
semana antepasada, el ayuntamiento organizó el Festival de Jazz que viene a
darle variedad a la oferta cultural de Zapotlán, conciertos gratuitos de músicos
de gran trayectoria y calidad se han presentado en el Jardín Principal, además
se impartieron conferencias en las que se muestran los vínculos entre el jazz y
otras artes como es el caso del cine y la literatura.
La Casa Taller Juan José Arreola
realizó durante más de una semana desde su Coloquio Arreolino de Zapotlán el
Grande, que en su séptima edición hizo homenaje a tres grandes escritores
mexicanos en el centenario su nacimiento: Octavio Paz, José Revueltas y Efraín
Huerta, sobre quienes disertaron autores como Felipe Vázquez y el poeta Luis
Vicente de Aguinaga.
Una semana antes el CUSur vivió un
nutrido programa literario al conjuntar La semana cultural Juan José Arreola,
las jornadas de Letras Hispánicas, la
Cátedra Hugo Gutiérrez Vega y la ceremonia de premiación del XIII Concurso
Nacional de Cuento Juan José Arreola. El
escritor Eduardo Antonio Parra fue el centro de las actividades al dar una
conferencia magistral, un taller de creación literaria y protagonizar el
conversatorio de letras en esta ocasión estuvo dedicado a su obra. Otros escritores y académicos como Cecilia
Magaña, Gabriel Gómez y Sergio Figueroa también conformaron un nutrido
programa. Por su parte la premiación del concurso de cuento Juan José Arreola,
el evento más importante en el área de las letras del Centro Universitario del
sur, contó con la presencia del autor ganador, Mario Sánchez Carbajal que
recibió su premio de 100 mil pesos, en una breve ceremonia de no más de veinte
minutos, en donde poco se habló de literatura.
En la edad media se hacía un
carnaval, la fiesta de los excesos, como un preámbulo a la cuaresma y su recato
y vida mesurada, su abstinencia de los placeres; en Zapotlán hemos tenido una
especie de “carnaval” artístico previo a la sequía cultural que arrastra
consigo octubre y sus fiestas, tan las espirituales como las espirituosas.
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