lunes, 3 de noviembre de 2014

La opalescencia de Virginia Arreola

Milton Iván Peralta



“Sólo un espíritu exquisito puede ser capaz de expresar bellamente los sentimientos humanos por medio de la poesía”, es así como Juan Manuel Preciado a Virginia Arreola, en la charla sobre su obra que realizó la Dirección de Cultura, del Gobierno Municipal de Zapotlán el Grande.



En los muros parroquiales
la tarde coloca “enrosos”
con sus rayos luminosos
a través de los vitrales,
y en los adornos florales
el cempasúchil perfuma
todo el ambiente que ahúma
el oscilante incensario.
Es la hora del Rosario
cuando la tarde se esfuma.

Retumbó los versos de “Diez décimas a Zapotlán” en la voz de Sara Espinoza, nieta de la homenajeada. Y es que el recinto de la sala de “Hijos Ilustres” se llenó de la poesía de Virginia Arreola, donde en voz de sus exponentes se escucharon los poemas del primer libro “Abalorios, sonetos y versos de dicha y quebranto”, editado en el 2007 por el CUSur.

Juan Manuel Preciado hizo énfasis en que Virginia Arreola le “canta hermosamente a Zapotlán” en sus sonetos y décimas, como ejemplo leyeron algunos del primer libro.

Después platicaron y leyeron   parte de la obra “Del color del ámbar, prosas, cuentos y cartas”, editado en el 2010 por el Archivo Histórico de Zapotlán el Grande.  “Es este libro donde doña Virginia nos deja ver su lado más imaginativo, nos muestra que nunca ha dejado de ser una niña”, y como ejemplo leyó el cuento “¡Caracoles!”, donde Sara Espinoza platicó algunas anécdotas de cuando era niña en torno a ese relato. Para terminar leyeron la primera carta, “una práctica que ha caído en desuso, gracias a las nuevas tecnologías que en un instante podemos comunicarnos, pero no nos decimos nada”, lamentó Juan Manuel Preciado.

La velada no podía terminar sin las palabras de Virginia Arreola, quien primeramente agradeció al equipo de cultura que encabeza Cayetano Chávez Villalvazo, por realizar esta actividad pero sobre todo “por acordarse de mí”. 

“Junio destrozó mis calendarios...”, sentenció Virginia Arreola, haciendo alusión a que ese mes es complicado en su vida personal, su cumpleaños y los fallecimientos de su esposo Roberto Espinoza y su hijo Octavio Espinoza Arreola. Contó anécdotas del Zapotlán antiguo recordando que cuando subía a las Peñas, veía hacia la ciudad esas tejas, y se imaginaba “los tejados parecían torcacitas acomodadas. Eso ya no hay”. Contó anécdotas como cuando su familia estaba dividida entre Guadalajara, Zapotlán y Manzanillo y cómo su padre la ocupaba como secretaria para escribirle cartas que mandaba en tren a la familia, “yo muchas veces la hice de carta, hice ese viaje en tren de Manzanillo a Zapotlán muchas veces, llena de recados y encargos”. También recordó que su “infancia se me fue remendando calcetines”, esto recordando que todos tenían que ayudar en los quehaceres en su casa paterna.


Para finalizar, Cayetano Chávez Villalvazo, hizo entrega de los reconocimientos a los ponentes Sara Espinoza y Juan Manuel Preciado y felicitó a Virginia Arreola y dio las gracias por el apoyo que ha dado a esta dirección de Cultura. Al final doña Virginia anunció que pronto saldrá un tercer libro llamado “Opalescencias”, donde contará parte de su infancia y adolescencia. 

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