lunes, 20 de abril de 2015

La "Sortija" de Vadillo

Milton Iván Peralta


El nombre de Basilio Vadillo cae nuevamente a las letras, gracias a la publicación de una novela inédita que tuvo la oportunidad de rescatar el egresado de la carrera de Letras Hispánicas, Miguel Ángel López Barajas, y con la edición de la Secretaría de Cultura Jalisco es que llega la segunda novela del político, maestro, periodista y escritor. Convirtiendo al libro “La sortija del encomendero” en una novedad literaria para las letras jaliscienses, el motivo no es solo por el gran personaje que fue Vadillo y sus ideales, pero debemos ir por partes, y lo primero que debemos saber es quién es, de dónde es y qué hizo:



Basilio Vadillo nació en Zapotitlán (hoy Zapotitlán de Vadillo) el 15 de julio de 1885. Desde muy chico se fue a Colima donde estudió la primaria. En 1898, comenzó a estudiar en el Seminario Conciliar Tridentino de Colima, sin embargo, abandonó sus estudios en 1902. Al año siguiente trabajó como director de la escuela de Zapotitlán. En 1906 pudo ingresar a la Sección Normal de Varones de la Escuela Superior de Colima, donde obtuvo su título de profesor de instrucción primaria y secundaria.

Fue director de la Escuela Ramón R. De la Vega. En 1908, se trasladó a la Ciudad de México para inscribirse en la Escuela Nacional de Maestros, fue representante de la misma en el marco de la celebración del centenario de la Independencia de México durante el Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Participó en el Congreso Pedagógico Nacional en 1911. Obtuvo su título de profesor en 1913.

Cuando estalló el golpe contra revolucionario de Victoriano Huerta, Basilio Vadillo marchó en 1913 con un grupo de sus estudiantes a Mazatlán para unirse a la Revolución mexicana contra Victoriano Huerta. El 13 de diciembre de 1915, bajo la dirección de Basilio Vadillo y otros destacados ciudadanos colimenses, se fundó en la ciudad de Colima la Casa del Obrero Mundial. En Colima fue director del periódico El Baluarte de 1915 a 1917. Fue diputado federal de 1918 a 1920 y gobernador de Jalisco en 1921- 1922. Aquí vale la pena hacer una pausa y mostrar una anécdota que nos cuenta Guadalupe Rivera Marín, en su libro “Un río, dos Riveras”, vida de Diego Rivera, 1886-1929:

“El mayor de los hijos de la señora Galindo, Daniel Galindo, fue compañero de juego de mi madre –se refiere a la zapotlense Lupe Marín-, compañero de luchas políticas del gobernador  jalisciense Basilio Badillo (sic) y amigo del tío Jesús. En 1922 el grupo político se convirtió en enemigo del ya para entonces gobernador José Guadalupe Zuno; una tarde el tío Jesús iniciaba su consulta cuando llegaron a casa de la familia Marín dos personajes muy extraños. Dijeron venir por el doctor para que fuera a hacer una visita médica “a su mamacita, quien se encontraba muy grave e imposibilitada de pararse de la cama”. Mi abuela se había dado cuenta de todo; sospechó que los individuos por su facha parecían formar parte de la palomilla  brava de algún político: apresuradamente les informó que su hijo no daba consulta fuera de casa,  y que salieran de ahí. Después de esta escena, el doctor  empezó a recibir amenazas de muerte por parte de Zuno, el hombre fuerte, quien estaba disgustado por la actividad realizada en su contra por su enemigo Badillo y amigos que lo acompañaban.
           Días después, el ex gobernador Badillo y los miembros de su grupo político pusieron pies en polvorosa y varios cientos de kilómetros de por medio al trasladarse a la ciudad de México, donde era difícil que llegaran los malos humores de quien había sido pretenso de la bella Lupe Marín.”

PP70  

Esto es una anécdota de un periodo como gobernador bastante “ríspido”, donde la historia va más allá de un asunto “romántico”. Diremos que muchos conflictos –y a la vez nos sirve para redondear la anécdota anterior- políticos sorteó la administración de Vadillo, pero ningún factor fue tan decisivo en su salida como las fricciones que tuvo con el Congreso Local, donde los zunistas, sus ahora enemigos, eran mayoría.

           Diputados y Gobernador entablaron una guerra de acusaciones que entorpeció el trabajo de ambos poderes. Cuando el Congreso decidió bajar los impuestos de los jaliscienses en un 10 por ciento, Vadillo protestó y señaló que los diputados costaban mucho y hacían poco y estos le contestaron que él hacía casi nada y gastaba demasiado. A este nivel de discusión y debate, ríspido y casi grosero, habían descendido los legisladores y el Gobernador.

         El suceso que agravó la crisis política jalisciense fue el tiroteo que se presentó en el ayuntamiento de Guadalajara cuando los munícipes, todos ellos de filiación zunistas, sostenían una reunión secreta con la intención de destituir al Presidente municipal José L. Suárez, partidario de Vadillo; los conspiradores advirtieron la presencia de dos agentes confidenciales del Gobernador, a quienes instaron a retirarse y como éstos se negaron, el asuntó desembocó en una nutrida balacera de la cual fue responsabilizado el Gobernador.

        El Congreso decretó el desafuero de Vadillo, quien intentó de inmediato ampararse, pero la presión zunista logró que el Juzgado se lo negara. Finalmente, el desafuero del gobernador fue confirmado el 17 de marzo de 1922. En un último esfuerzo por recuperar el poder, Vadillo se trasladó con sus colaboradores a Chapala, donde instaló su gobierno esperando que Obregón lo reinstalara en su cargo. El Presidente aprobó su destitución y lo envió, como a todos los políticos conflictivos pero leales a servir a su nación al Servicio Exterior. A Vadillo le tocó representar a México ante el gobierno de Noruega y luego, por problemas presupuestales, también ante el de Dinamarca.

       Fundó y dirigió varias publicaciones de apoyo al movimiento revolucionario, antes de que Álvaro Obregón lo reclutara como su publicista, labor en la cual fundó y coordinó El Monitor Republicano, órgano oficial del obregonismo.

Fue fundador con Plutarco Elías Calles, Manlio Fabio Altamirano Flores, Aarón Sáenz, Luis L. León, Manuel Pérez Treviño, Bartolomé García Correa y David Orozco del Partido Nacional Revolucionario (en la actualidad el PRI) en 1929 y poco más tarde fue su presidente.

En la Ciudad de México fue director del periódico El Nacional, al crearse en el año de 1930. Como diplomático representó a nuestro país en Noruega, en la Unión Soviética, en Suecia y en Uruguay.

Escribió el libro El Campanario, donde expresa sus ideas agraristas, y como lo explica Miguel Ángel en el prólogo: “de corte costumbrista, nos revela de qué manera la dictadura oprime mediante los caciques locales a los indígenas. Se ve a las claras en dicha novela la preocupación agraria del maestro”. Murió el 26 de julio de 1935 en Montevideo, sus restos fueron repatriados e inhumados en la Rotonda de los Hijos Ilustres en la ciudad de México.

LA NOVELA

Aunque ahora se conocen dos novelas, se sabe de una cantidad de poemas publicadas en diferentes revistas, casi todas con un compromiso revolucionario. La novela “La sortija del encomendero” viene a ser un thriller, donde la historia  gira alrededor del asesinato de una joven, como tantos que hay en la ciudad de México, y que poco a poco el personaje principal, un joven provinciano que inicia en el periodismo para poder pagar su carrera de medicina, con apoyo de su tío Justo, hombre rico y con gran influencia en la política y con empresarios. Y sin falta la hermosa dama que conquistará el corazón del joven periodista Abigaíl:

“Vino una joven muy bella, que vestía de luto. Blanca y fresca, de ojos grandes y negros. Del momento breve del saludo, me quedaron fijas la curva abierta de las cejas y la línea tenue que le partía en dos lados la cabeza, para separar el pelo, apretado en trenzas que se le enroscaban, con gracia indefinible, llenándole las sienes.”
PP16

Diseño del interior del libro. 
Entre estos personajes nos llevarán por un laberinto donde se verá asesinatos, robos, pero cosas más fuertes en la historia de nuestro país, y es que la historia se palpa la cristiada, un poco sus repercusiones, la traición y cómo esa ala conservadora conspira para el asesinato del general Álvaro Obregón, y cómo es que se resuelve esa guerra con el clero.

Vadillo nos deja claro en esta novela sus pasiones: la política y el periodismo, quiero compartir dos descripciones que hace sobre esto:

“Los reporteros somos a veces como los traperos que recorren los patios de vecindad, removiendo en los botes de desechos. Se encuentran  con algo que brilla, entre cachivaches y basuras, y sienten la emoción del hallazgo valioso. A poco observan que guardaban un vidrio inútil, un guijarro cualquiera, y lo tiran al suelo. Pero, ¿quién puede quitarles la emoción grata que han tenido por unos días, por un momento?”
PP81

De igual forma, hace una crítica sobre los políticos, los empleados públicos:

“Los empleados en masa, son… eso, una masa de sirvientes. Pero el empleado público, como especie de animal en lucha por la vida es un bicho malo… se humilla, adula, reverencia, engaña, conspira, traiciona. Patea hacia abajo y lame hacia arriba. Vive observando al lado, baja la cabeza listo a embestirse, ¡es un bicho malo!”
PP82

Durante la historia vemos la aristocracia de la gran capital, del momento descrito de forma clara y elegante. Se detiene para describir hasta el más mínimo detalle con la finura que mejor pudo encontrar:

“No se trata de un reloj vulgar, de los que suenan las horas en el sentido literal y mecánico de contarlas como en las casas de negocios. Tampoco las bosteza, lentas y apagadas, como en las oficinas de gobierno. Ni las canta, ladino y aprisa, como en las salitas cursis. No, mi reloj las anuncia, grave y elegantemente. Tienen una voz de mujer tan clara y bien timbrada, que podrían afirmar que es de una mujer de treinta años…”.
Pp88.

Vadillo nos deja claro cómo se pueden maquinar las conspiraciones de gobierno en las altas cúspides, y cómo los mismos medios esconden la información y el pueblo no sabe al final la verdad. También nos muestra la intervención en asuntos locales de otros países, y como la verdad se convierte en leyenda, como nos lo explica un personaje “gringo”:

“Como novela no me seduce el tema, pues mi oficio es otro. Esto hará fortuna  dentro de poco como leyenda, esa media luz entre lo real y lo posible.”
PP115

As así como Basilio Vadillo regresa a las letras jaliscienses, siendo de una gran importancia este libro que fue entregado por Bior –hijo del ex gobernador- en las manos de Miguel Ángel López, y afortunadamente editado por la Secretaría de Cultura de Jalisco y nos permiten disfrutan de la pluma de este interesante escritor y político, que bien vale la pena leerlo y disfrutarlo. 


DATOS DEL LIBRO

“La sortija del encomendero”.
Basilio Vadillo
Secretaría de Cultura Jalisco
Edición 2014.
Páginas 119.




No hay comentarios:

Publicar un comentario