lunes, 15 de junio de 2015

Don Miguel Baz y Palafox. Hijo ilustre de Zapotlán el Grande

Jorge Mauricio Barajas Pérez
                               


Larga es la lista de hijos ilustres de nuestro pueblo, algunos más conocidos que otros, pintores, escritores, músicos, hombres de ciencia, sacerdotes. Es a esta última categoría a donde pertenece nuestro biografiado. No existe una sola calle que lo recuerde, una plaza, un monumento, en este caso como en el de Don Lázaro Pérez Gutiérrez, de quien ya escribí en la primera de mis participaciones en este periódico, ni siquiera en el Columnario del Jardín principal de Zapotlán existe una columna que lo recuerde. Vayan pues están líneas para recordar al hombre que dio vivió y dio a Guadalajara dos magníficos y hermosos edificios.



Miguel Baz y Palafox nació en Zapotlán el Grande el 27 de septiembre de 1831, bautizado en la Parroquia al día siguiente, fueron sus padres Don José Guadalupe Baz y Doña Laura Palafox. Siendo muy pequeño sus padres se instalaron en Guadalajara donde estudio, según Dávila Garibi, “la carrera literaria entre 1845 a 1854, como la eclesiástica de 1855 a 1874”, para julio de 1854 el Arzobispo Pedro Espinoza y Dávalos le concede la beca de honor de Jurisprudencia, en 1856 es nombrado Catedrático del Seminario Conciliar Diocesano de San José, aún antes de ser nombrado sacerdote. Para 1856 el Seminario que había estado localizado en el actual Museo Regional de Guadalajara era un edificio que ya había visto mejores épocas, casi  doscientos años de historia y los últimos eventos de la Guerra de Tres años en la ciudad habían terminado por dejar en pésimas condiciones el edificio inaugurado en  1696 por el Obispo Fray Felipe Galindo y Chávez, el Seminario pasaría a poder del Estado convirtiéndolo en Liceo de Varones, la calle de Seminario sería conocida por su nuevo nombre hasta la actualidad, Liceo.

El 24 de marzo de 1865 obtiene el título de abogado por el Supremo Tribunal de Justicia del Estado y el 7 de diciembre de 1882 el grado de Doctor en Sagrados Cánones en la Academia Pontificia de Guadalajara, dos años después, el 17 de diciembre de 1884 sería nombrado Rector del Seminario Conciliar, nombrado por el Arzobispo Pedro Loza y Pardavé. De inmediato se propuso una tarea titánica, construir una nueva sede para el Seminario Conciliar y continuar con la que ya realizaba, construir un Santuario para el Santo Patriarca Señor San José. Baz y Palafox tenía su casa en la calle de Liceo acera oriente, entre San Felipe y Reforma, a espaldas de la casa de Don Gutiérrez Mayén,  muy cerca de dos templos de Guadalajara, uno en ruinas, el Templo del Convento de Santo Domingo y el Templo del Convento de Monjas Agustinas Recoletas de Santa Mónica, en ambos espacios dejaría la huella perdurable de su estancia en este mundo, construiría dos magníficas obras que enorgullecen a los tapatíos, dos obras arquitectónicas mandadas realizar por un Zapotlense.

En 1876 se había fundado la Asociación Josefina de la que el Dr. Miguel Baz y Palafox fue Presidente, su amor y devoción por Señor San José estaba de manifiesto en su origen de cuna, como presidente de la Asociación fundada por el Arzobispo Loza y Pardavé, el Dr. Baz se dio a la tarea de construir un Santuario en el antiguo solar del convento de Santo Domingo, el proyecto original le fue encomendado al Arq. Manuel Gómez Ibarra, el 18 de abril de 1880 se colocó la primera piedra y se trabajó durante diez años para ser consagrado el 26 de noviembre de 1890 como Santuario de San José. El Dr. Baz y Palafox repartía su tiempo entre la Presidencia de la Asociación Josefina y su cargo como Rector del Seminario, además de ser Maestrescuelas de Catedral. Una vez terminado el proyecto del Santuario de San José mandó llamar a un joven ingeniero de treinta y tres años, el Ing. Antonio Arroniz Topete. Le expuso la necesidad de una nueva sede para el Seminario, dio las indicaciones que se requerían, un espacio grande, solemne, austero pero que a la vez al verlo incitara a la contemplación, el estudio y el recogimiento, y finalmente, que estuviera cerca de Catedral. Para 1890 la ciudad de Guadalajara se extendía hacia el sur, hacia la Estación de Ferrocarril inaugurado dos años antes por el Gral. Ramón Corona Madrigal. El espacio decidido por el Dr. Baz y Palafox fue el antiguo Convento de Monjas Agustinas Recoletas de Santa Mónica, localizado en las actuales calles de Reforma al norte, San Felipe al sur, Santa Mónica al oriente y  Zaragoza al poniente, calle que se abrió posterior a la demolición del convento y sobre la que se construyó la fachada del nuevo edificio, se derrumbaría lo que quedaba del Convento tras la  exclaustración y ahí se construiría el nuevo Seminario Conciliar.

El antiguo convento de Santa Mónica estaba en abandono desde 1859, en que “las señoras” habían sido exclaustradas, en subasta pública en 1868 don Dionisio Rodríguez compró el predio, aunque se dice que él no era otra cosa que un intermediario de la Sagrada Mitra. El Convento pues fue demolido no sin antes salvar lo que de valor aún quedaba, el hermoso “Patio de los Ángeles” que fue desmontado y numerado piedra por piedra para ser trasladado a San Sebastián de Analco donde aún hoy puede ser admirado en el Colegio de Jalisco. El Ing. Arroniz construyó un magnífico edificio, el Dr. Baz siempre estuvo al tanto de los avances, dos años después de iniciada la obra y ya con la fachada prácticamente realizada el Dr. Miguel Baz y Palafox murió repentinamente el 10 de mayo de 1892 a los 61 años de edad, el Seminario tardaría diez años más en ser terminado, inaugurado en 1902 por el Arzobispo José de Jesús Ortiz.

El 12 de mayo se celebraron las exequias del Dr. Baz en la Catedral de Guadalajara y fue sepultado en el Panteón de Belén. Hijo ilustre de Zapotlán el Grande, olvidado por las nuevas generaciones, urge su rescate y conocimiento.


            

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