miércoles, 29 de septiembre de 2010

Medio Siglo con los Picapiedra

José Luis Vivar

Cuenta la leyenda que William Hannah y Joseph Barbera –sus creadores-, pensaban que esta serie animada se llamaría The Flagstones (losetas), pero que previo a su estreno televisivo “alguien” les cambió el nombre por el de The Flintstones (pedernales; aunque en México y el mundo hispano se les llamó los Picapiedra), y sin más preámbulos así se les quedó.
            A simple vista, las aventuras de dos familias ubicadas en la edad de piedra no parecían tener ningún atractivo para los televidentes. Sin embargo, desde su primer capítulo, trasmitido por la cadena televisiva ABC, el 30 de septiembre de 1960, Los Picapiedra se convirtieron en un auténtico éxito. Las aventuras de estos curiosos personajes se prolongaron más allá de lo previsto, hasta completar 165 capítulos divididos en 6 series, algunos largometrajes, y un estilo de hacer comedia en dibujos animados para un público infantil que disfrutaban más los adultos. 

            Desde sus primeras apariciones el perfil de cada uno de estos personajes se muestra bien definido, además de ir acordes con los cambios que operan en el mundo real. Es cierto, reflejan la vida de la clase media norteamericana, con sus problemas y aspiraciones, pero no por ello dejan de ser interesantes y divertidos.

            Los Picapiedra, Pedro y Vilma, son un matrimonio atípico. Él es ambicioso, adicto a los juego, gruñón, neurótico, pero con un corazón enorme, solidario incondicional, y amoroso esposo y padre de familia. Ella por su parte es una consumidora de primera, compra todo lo que anuncian en la tele, gasta en ropa, joyas y alhajas sin pensar ni un segundo en el presupuesto familiar. Pero eso sí, nunca descuida a Pedro y su pequeña hija Pebbles.  

            Los Mármol son su complemento. Pablo es muy noble, quizás un poco estúpido, no tiene ambiciones, de no ser por Pedro que siempre lo anda arrastrando a vivir increíbles aventuras. Su esposa Bety es igual que Vilma, y a él no le importa, la ama demasiado. Ella es cariñosa en exceso, trata al enano casi con amor maternal y se dice feliz de estar a su lado. Tienen un hijo adoptivo llamado Bam-Bam.

            Con ellos aparece una legión de personajes distribuidos en el hogar y en todo el medio ambiente que les rodea. Dino y el tigre Colmillos de Sable son el perro y gato de Pedro. Un canguro es la mascota de Pablo. La cría de un mamut sirve como lavaplatos en la cocina de Vilma. Y qué decir de la diversidad de aves, brontosaurios y pterodáctilos que les acompañan. Resaltando por encima de ellos el extraterrestre llamado Gatsú, quien es amigo y conciencia de Pedro y Pablo.  Mención aparte merecen las estrellas de cine y televisión de esos días.

            A decir de sus creadores, lo que buscaban con esta serie era mostrar diversas situaciones a las que suelen enfrentarse los integrantes de cualquier familia. Es así como las parrandas y disparates de ellos, los excesos de ellas; los malentendidos y los líos más inverosímiles  se presentan a la orden del día. Aunque también es posible ver los conflictos de pareja, o las diferencias entre suegra y yerno. Como suceso inesperado está la maternidad de Vilma y la frustración de los Mármol por no poder tener un hijo. Esto refleja un aspecto nunca antes tratado en las caricaturas infantiles: la infertilidad. 

            Asimismo, la intimidad de cada matrimonio es vista como algo natural. Tanto Pedro como Pablo duermen en la misma cama con sus respectivas parejas. El embarazo de Vilma es mostrado por etapas: en sus ropas y en sus cambios físicos y emocionales. Por fortuna, nadie en los sesenta se escandalizó de que esto ocurriera en una serie infantil, la cual de alguna manera sirvió como plataforma, para que 30 años más tarde otro grupo familiar, tal vez más disfuncional que ellos, llegara para convertirse en sus dignos sucesores: Los Simpsons.

            Sin proponérselo, los Picapiedra rompieron paradigmas, demostraron que también era posible realizar dibujos animados con buen contenido. La inteligencia de sus historias la volvió popular no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero. Al grado que se convirtió en una de las favoritas de los televidentes. Como legado a esa legión de admiradores de todas las edades están –además de sus películas- 165 capítulos divididos en 6 temporadas. El último de ellos fue trasmitido el 1 de abril de 1966.

En 1994, la nostalgia se hizo presente con una película de la Universal, llamada simplemente Los Picapiedra (Flinstones, Briant Levant, 1994), ¡con personajes reales! Años más tarde apareció otra cinta como precuela: Los Picapiedra en Viva las Vegas (Flinstones in Rock Vegas, Briant Levant, 2000) Sólo la primera tuvo un éxito moderado, de la otra hay poco que comentar, pero se agradece el homenaje a estas familias de Piedra Dura.

Además de ser un verdadero clásico, por su inusitado éxito ha sido posible seguirlos viendo en la televisión. Hace un par de años la Warner lanzó al mercado todas las series. Vale la pena tenerlas porque son un tesoro.

Por todo esto y más, las nuevas generaciones, los que fuimos niños y nos convertimos en adultos debemos felicitar a Los Picapiedra, porque hoy 30 de septiembre cumplen 50 años de vida.

1 comentario:

  1. Fantástica serie, en verdad sana y muy divertida, el artículo es excelente, felicidades!!!!!!!!

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