viernes, 24 de septiembre de 2010

Presentan libro sobre fundador de Tecalitlán

Juan Manuel Preciado

A nuestro amigo René de la Mora Gálvez, me consta, desde hace algún tiempo lo han arrebatado varias pasiones: primero las telecomunicaciones y la electrónica, luego la literatura, después la investigación histórica (sin dejar de mencionar desde luego a Arcelia su mujer, y sus dos hijos). 

Cuando El ingeniero de la Mora nos empezó a compartir el resultado de una afanosa búsqueda impulsada por el deseo de darle cuerpo a la historia de su natal Tecalitlán con obras como: “Tecalitlán del Valle de Santa María de Guadalupe”, “En el valle de Tecalitlán” y la más amplia “Tecalitlán, datos históricos”; René, lejos de sentirse satisfecho, se obsesionó con un tema que él consideraba materia pendiente; la biografía del fundador de Tecalitlán Miguel José Pérez Ponce de León.

Como corresponde a las almas impetuosas, no cejó en sus empeños hasta ofrecernos el día de hoy este trabajo, que no es una historia cronológica del personaje que entre otras cosas fue ocho veces Alcalde Mayor de Colima. Este libro no se lee como un cuento, no es una narración épica; es un compendio de documentos, datas y datos que en diez breves capítulos ofrecen un perfil, muy completo e interesante por cierto, del hombre que una vez se propuso crear un pueblo, en un valle que por entonces ya se conocía como de Tecalitlán.

Aquí nos daremos cuenta cómo Miguel Pérez Ponce de León, originario de Puebla, invirtió tiempo, dinero y esfuerzos durante 18 años, para lograr su empeño.

Al recorrer las páginas de este trabajo de René de la Mora, constataremos las penurias que enfrentó Ponce de León para fundar y darle vida al pueblo de Santa María de Guadalupe Tecalitlán y confirmaremos los logros de este hombre, entre los que destaca la Compañía de Lanceros fundada por él y  que alcanzó reconocimiento regional.
Seremos testigo del entusiasmo y la fe de don Miguel Pérez Ponce de León, que tuvo el atrevimiento de solicitar una sede episcopal para Tecalitlán, demostrándonos, no los sueños guajiros de un loco de atar, sino de lo que puede ser capaz un hombre cuando cree en sus proyectos.

Cuando uno se envuelve en la lectura de estas páginas llama la atención otro hecho: Ponce de León se va de Tecalitlán pobre, pese a la búsqueda de metales y la explotación de algunos yacimientos de plata y plomo llevadas a cabo por él en la jurisdicción, y sin su mujer, que quedó enterrada en ese lugar. Se retira sin remordimientos ni rencores para radicar “donde el señor lo dispusiere”, según cita textual.

Gracias al documento que hoy nos comparte René de la Mora, sabemos que la veneración del fundador de Tecalitlán por la virgen de Guadalupe no es nada más lo que explica el patronazgo de la guadalupana en ese vecino municipio, sino que también es el origen de la arraigada devoción de los colimenses por la virgen morena y que tiene tintes sobresalientes (personalmente y desde que lo conocí, me llamó poderosamente la atención el atuendo que portan las mujeres de Colima para las fiestas del 12 de diciembre: vestido blanco con bordados en rojo, y que tanto difieren del de las “inditas” del resto de México), Ponce de León tiene mucho qué ver en ese fervor.
Ahora tenemos constancia fidedigna de que el fundador de Tecalitlán fue un hombre de acendrada religiosidad, lo que para él significó una fuente de virtudes morales y éticas, virtudes con las que construyó Tecalitlán.


El gran libro de la historia, es como un enorme mosaico bizantino. Está formado de fragmentos. Las teselas, en el caso de la historia, son trabajos bien documentados como esta biografía de Miguel José Pérez Ponce de León fundador de Tecalitlán; esta es la micro historia de las que hablaba don Luis González y González, sobre las que se sustenta la Historia.

Alguien podrá considerar que este trabajo debe ser de interés sólo para los tecalitlenses, pero no. Después de la historia local, debemos interesarnos en la historia regional, luego en la estatal, la nacional y finalmente la universal o si ustedes lo prefieren, también es válido el camino inverso pero nunca debemos desdeñar ninguna jerarquía histórica, si es que queremos tener un verdadero conocimiento de esta materia considerada, con mucha razón, la gran maestra de humanidad.
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Además, René de la Mora es Zapotlense por adopción y me atrevo a asegurar una vez más, que ha sido el benigno clima y la magia de nuestra comunidad, lo que ha favorecido su creatividad. Por lo tanto sus obras, escritas todas bajo la comba generosa del cielo de Zapotlán, debemos sentirlas parte de nuestro acervo.

Algo más que deseo destacar del trabajo de investigación de nuestro amigo René: la demostración palpable de que la historia se escribe a partir de certezas, de documentos, que es el resultado de un arduo trabajo de investigación, cosa que deben considerar todos aquellos, hombres o mujeres y lo digo de manera especial por nuestros jóvenes, que algún día quieran incursionar en esta rama de las ciencias sociales.

El libro prueba además el valor que significa la moderna herramienta de la Internet, como auxiliar de la investigación.

Felicidades amigo René, por este nuevo eslabón con el que contribuyes al conocimiento del pasado, que tan importante es para entender el presente, y proyectar el porvenir.


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