Juan Pablo Martínez González
Más allá de intentar analizar este acontecimiento con la objetividad de un universitario, quiero contemplar el panorama como un ciudadano más. Como un mexicano cualquiera (ni más ni menos lo que soy) que está en la incertidumbre de si en verdad estamos aptos hoy en día para festejar, ponernos una buena fumigada el día del grito, y sentirnos con la seguridad de ser un país libre que hace 100 años experimento un cambio “favorecedor”.
El panorama actual luce complicado, y si somos extremadamente realistas, se puede vislumbrar entre la niebla de las propagandas patrioteras (Televisa y TV Azteca se encargan de poner los cuetes y el confeti cada que pueden y cuando no también) algo de sensatez en la gente que está a la expectativa de un país que ya ni siquiera está estancado, ojala… ahora vamos para atrás.
Ya sé que piensa que soy el “Grinch” de las fiestas patrias, pero no es así, a mi también me gustan las fiestas, como todo buen mexicano, no le saco a la cantada y tampoco a la buena comida en una fiesta, siempre y cuando sea una celebración coherente con el contexto actual.
Por favor Dígame, ¿Cómo festejar? cuando lo primero que vemos en las noticias es violencia en todo el país. ¿Podría decirme, que festejar? cuando en los periódicos la nota principal siete días a la semana está relacionada con el crimen organizado. Si usted ya se compró su sombrerote de charro, con todo respeto y sin el afán de molestar le pido que me responda esas preguntas que yo la verdad no entiendo porque festejar por festejar.
Si usted es de alguna empresa que utiliza a los héroes patrios como al “Santo Claus” de la época bicentenario, me podrá dar más de diez motivos para celebrar con bombo y platillo los pasados 200 años de nuestro “libre México” y en una de esas, me trae a Javier Aguirre para que me dé una buena plática motivacional, en una de esas, esta si pega, no como la propaganda del mundial que no se la creía ni el “Guille”.
Estoy seguro que motivos superficiales y comerciales hay y de sobra; más seguro estoy aún de que en verdad hubo y hay figuras públicas que nos hacen sentir orgullosos de vivir en la tierra del mariachi, pero no creo que alcancen a compensar todas aquellas bajas que ha sufrido el escuadrón “sociedad mexicana” en estos últimos años.
Hablamos de bajas reales, numerosas muertes de civiles, militares, policías y más personas que en la mayoría de los casos se encontraban en el honorable cumplimento de su deber. Personas que salían a la calle para continuar la revolución. Gente que en realidad deseaba detener el retroceso, regalarle a sus hijos y nietos una patria que tal vez en unos cien años más se encuentre en condiciones no únicamente de celebrar un momento, sino de vivir independiente y revolucionada. Independiente del crimen organizada, y aun revolucionando el mundo entero y en pro de la misma nación.
Con esto no ínsito a no festejar este próximo 20 de noviembre. Invito a festejar por las razones validas, por las ideas que en verdad valen la pena y no por las que los medios de comunicación nos quieren hacer consumir a nuestro México como un producto de marketing más.
Un minuto de reflexión antes haber de gritado “Viva México” pudo haber sido la mejor manera de recordar a los verdaderos libertadores de nuestra nación. Pero aún mejor podría resultar comenzar a actuar como si en verdad nos importara el presente de nuestra sangrada patria. Que viva México, que viva; que lo hagamos vivir nosotros los ciudadanos, y que no le den cuerda únicamente los medios televisivos es lo ideal.
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