José Luis Vivar
En octubre de 1975 nació un niño al que pusieron por nombre Sean, fruto de la unión entre John Lennon y su esposa Yoko Ono. A partir de entonces, el ex Beatle desapareció de la escena musical. No más grabaciones de discos, ni participaciones en vivo, ni entrevistas en la radio o la televisión, mucho menos conciertos, ni palomazos como aquel que se había aventado en el Madison Square Garden en el 74 con Elton John. Nada. El músico y compositor de Liverpool desaparecía sin dejar rastro ni pista alguna sobre el sitio dónde pudiera estar.
El mundo lo aceptó y creyó que se trataba de otra más de sus bromas. Ese mismo año, su sexto álbum como solista Rock’n Roll, le había arrojado un gran éxito: Stand by me (Cuenta conmigo) Es decir, Lennon no se retiraba porque le estuviera yendo mal, o porque tuviese problemas económicos. Se retiraba sin despedirse de nadie ni convocar conferencias de prensa, o anuncios en la tele. Simplemente colgaba su guitarra y decía adiós sin más razones.
Su misterioso retiro sirvió como argumento para una serie de rumores que iban desde su muerte en un accidente tráfico, pasando por la necesidad de estar meditando en la India o Japón para hallarse consigo mismo, víctima de un secuestro por otros igual de misteriosos extraterrestres. Y el colmo, que se había alejado de todos para componer temas que interpretaría en la tan anunciado reunión de los Beatles.
Pero nada de esto fue cierto. Lo que más se acercaba a su desaparición eran aquellas declaraciones en torno a lo que venía haciendo Elvis Presley: cantar sus éxitos en los casinos de Las Vegas. Nostalgia pura entre el cuarentón Rey del Rock y sus no tan jovencitas fans. Lennon detestaba esto, no quería ser un viejo con la voz temblorosa y cantar Yer Blues frente a otros ancianos, delirando por tiempos pasados que fueron mejores. ¡Al carajo con eso! Él decía ser un artista del tiempo que le fuera tocando vivir. Reflejaba el contexto y los sonidos de su época. Refería que en los sesentas habían sido los Beatles, pero que diez años más tarde no podía seguir pensando y tocando lo mismo, se debía evolucionar, como todo organismo vivo.
Pese a todo, por cinco años no hubo música de Lennon más que sus discos viejos y lo que cantaba con el cuarteto Liverpool. Ningún empresario lo buscó para ofrecerle un contrato ni tampoco sus viejos compañeros tomaron la iniciativa de averiguar en dónde podía estar para visitarle. Sencillamente lo abandonaron.
Poco antes de la navidad del 75, se publicó el álbum de éxitos titulado Shaved Fish que alcanzó elevadas cifras y se hizo merecedor a un disco de Platino, fue todo lo que los fans recibieron para navidad. Y en adelante el silencio y lo que él aborrecía, el recuerdo de sus canciones.
En esos cinco años McCartney trabajó y se separó de sus Wings. George Harrison siguió con su onda mística, y junto con el primero logró algunos éxitos. Ringo por su parte, el actor más que baterista también hizo lo propio, incluyó inclusive el guitarrón del mariachi en uno de sus discos. Pero nada más.
Las estaciones de radio a finales de los setenta abandonaron a los rockeros y permitieron el paso de otros artistas que traían una proupesta fresca y rítmica: la música disco. Los Bee Gees y John Travolta a través de la película Fiebre de Sábado por la Noche (Saturday Night Fever, John Badham, 1977), fueron los profetas de este movimiento de plástico y colores chillantes. Los hippies y sus mensajes de amor y paz descansaban con las flores marchitas y la guerra de Viet Nam. Había nacido una nueva era.
Pero no todo fue ponchis-ponchis. El rock tampoco se quedó atrás. Surgieron otros grupos, sin olvidar al movimiento Punk con Los Sex Pistols en Inglaterra y los Ramones en Estados Unidos. Y otro grupo extraño pero muy creativo, el que terminó siendo el detonante para John Lennon regresara: los B-52, con su tema Rock Lobster, o Rock de la Langosta. La guitarra fue descolgada, y en menos de un año nacieron verdaderas joyas musicales.
El álbum Double Fantasy apareció el 17 de noviembre de 1980. La portada en blanco y negro no podía ser más representativa: Lennon y Yoko besándose. El silencio era quebrado por las campanitas del primer corte llamado Starting Over. Lennon estaba de regreso, se notaba más delgado, con un corte de cabello diferente y otro modelo de gafas. Refería que su retiro había sido para saber lo quer era vivir en familia. Menos de un mes le duró el gusto. Un maldito loco le cortó las alas y las ilusiones de vivir en la música y con la gente que lo seguíamos. Hoy, a treinta años de su desaparición física sigue sonando. Ya sabemos en dónde está, pero no importa, su música y su mensaje nos sigue acompañando.
un maldito le corto las alas y a nosotros tambien, que mejor homenaje que escuchar imagine, stand by me o instant karma y pensar en un mondo mejor....gracias por sus letras doctor vivar.......
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