martes, 7 de diciembre de 2010

Los de abajo

José de Jesús Juárez Martín


En la sociedad,  en lo colectivo, actuar o no actuar incide en el resultado final, somos los autores de la historia, a la vez testigos de lo que acontece en nuestro tiempo y entorno. Siempre quedan huellas, consecuencias,  referentes de lo que vivimos y el escritor que consigna acontecimientos, da su testimonio de lo sucedido porque lo vive, investiga y tratará, tal vez, de ser realista , sin embargo lo que deja consignado es una recreación de lo sucedido. 

La revolución   mexicana  como proceso, produjo cambios en todos los aspectos de nuestra Historia, y las innumerables manifestaciones  culturales que llenan las expresiones nos permiten visualizar lo que sucedió apoyados de la Historia. Las expresiones en su momento se dieron de diversa forma, desde el aspecto jurídico filosófico en que se sustentaron los diversos planes, las reacciones escritas para fundamentar, argumentar, convencer de la necesidad del levantamiento armado o de rechazo. La música con sus corridos que invita a la lucha, que describe la emotiva despedida, la confianza en lo  sobrenatural, en lo divino de que los sucesos se diesen favorables, los  informes de acciones armadas,  los ordenamientos, las comunicaciones epistolares, en fin las letras, en sus múltiples modalidades. Así como todas las manifestaciones culturales lo hacen a través de sus obras.

Una forma muy recomendable de esta conmemoración centenaria del inicio de la Revolución, es la lectura de las novelas que  recrean las causas, sociopolíticas, económica, los hechos, los múltiples sentimientos generados, las acciones armadas, sus consecuencias trágicas y de reivindicación.

Los escritores jaliscienses son pródigos en la creación, aunque los periódicos contemporáneos a la revolución poco se hayan ocupado de este movimiento convulsivo. En esta ocasión me refiero a la novela  del Dr. Mariano Azuela “Los de abajo”, publicada en 1916 en el periódico “El Paso del Norte”.

Esta novela revela la censura del comportamiento del bando federal contra el que se lucha en la revolución: “El rastro de sangre de los primeros revolucionarios de 1910, asesinados por el gobierno",  también desde la novela se  cuestiona la pluralidad de las filas revolucionarias y la legitimidad del hecho revolucionario porque  no ha servido para reparar las injusticias, sino que ha generado otras. Los revolucionarios de “Los de abajo” se sienten incapaces de revertir las situaciones, por eso comparan los soldados que sirven a los dirigentes en el proceso revolucionario y los campesinos que sirven a un patrón. Todos se quejan de su servilismo, pero también ellos son incapaces de modificarla.

En 1924 Julio Jiménez Rueda plantea el problema, de los escritores mexicanos que se mantenían alejados de la tragedia de la Revolución que sucedió tan cerca y  califica a la novela “Los de abajo  "literatura mexicana viril, reflejo fiel de la hoguera de nuestras últimas revoluciones”.

En 1925 el Dr. Mariano Azuela, nativo de Lagos de Moreno comprometido con la causa desde los inicios de la Revolución, reclama ante la opinión pública de la indiferencia y el distanciamiento de los escritores: "Cuando el alma del pueblo está empapada en lágrimas y chorreando sangre todavía, nuestras lumbreras literarias escriben libros que se llaman Senderos ocultos, La hora de Ticiano, El libro loco de amor."

La novela se publicó en España en 1927, de ahí en Francia en 1928 apareció y el  pasado viernes 19 en el Patio de la Presidencia de Zapotlán el Grande tuvimos la oportunidad de asistir a una  representación especial de “Los de abajo” porque algunos capítulos fueron simplemente de lectura, otros de comentario y algunos como el inicial y el último con actuación, pero el mensaje se trasmitió del propio texto de la novela por la docena de  actores de la compañía que la presentó. Felicitaciones a todos, en especial a Chepina Villalobos, la Sra. Agripina Santana  y Alfredo Padilla.

“La defensa del hombre por encima del poder del Estado y los políticos debió contribuir a lo que de positivo vieron sus contemporáneos en la significación de la novela” que goza de buena crítica hasta ahora. Carlos Fuentes afirma que “… gracias a ella la novela en América Latina sufre un cambio considerable en la literatura sobre la revolución.

Los reclamos iniciales de la revolución se cumplieron con la renuncia y exilio de Don Porfirio Díaz y el triunfo en las elecciones de Francisco I. Madero; sin embargo, Emiliano Zapata rompió con Francisco I Madero, dejando vigentes los otros puntos del Plan de San Luis Potosí y los últimos capítulos de “Los de abajo” nos relatan el regreso de Demetrio Macías a su casa después de dos años en las filas del ejército revolucionario, constituyendo una crítica sobre la lucha revolucionaria en evolución, porque se presentan dos direcciones antagónicas en el tiempo que concluye la narración de la novela.

Como en todo proceso, existió en la revolución: apertura, desarrollo, culmen y luego sin desaparecer se  transformó y actualizó hacia otras realidades sociopolíticas económicas y con ellas a una forma de vida.

Hablar de la novela de la Revolución, es poner el dedo en la herida, el mismo pueblo que la sostuvo, sufrió más y como clase social al final vivió desaliento, aceptando como resultados una Constitución reivindicadora en la letra de los artículos 3º 27 y 123 y la esperanza de una vida mejor.

Los deseos de dignidad, justicia, igualdad inciden en sentimientos de frustración porque  el caudillismo ocupó el mismo lugar con actitudes semejantes en la conducción de las políticas nacionales, sin llegar después de 100 años a una justicia social: causa del estallido revolucionario, los anhelos  quedaron en los propósitos de los planes que impulsaron la revolución. Hay resultados: una educación popular que no alcanza los niveles de eficiencia requeridos. Un ejido revolucionario, rebasado por el desarrollo urbano y una corrupción indignante de poderes fácticos al margen y al amparo de las lagunas  e interpretaciones jurídicas. El problema de la tierra, no se soluciona, es grave la complacencia al entregar litorales a capitalistas del sector turístico y encubrirse latifundios operantes con mano laboral de aparente legalidad.

Lo más valioso que reveló la lucha: Son las renovadas actitudes hacia nuestra cultura que nos identifica como mexicanos, y que seguimos trabajando por la transformación de nuestro país. 

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