martes, 8 de marzo de 2011

Señor, ¿me da una red de canicas?

Daniel Alberto Bedolla
           
Hace cuanto que no escuchamos esa frase en las tiendas de juguetes en nuestro país. Y pensar, que las canicas fueron uno de los juguetes preferidos por miles de mexicanos hace unos años. Pero, ¿qué ha pasado con las actividades recreativas de antes? ¿Qué paso con la choyita, el círculo, el trompo, el yoyo y todos esos juegos de madera? Algunos creen que todavía no han muerto, otros ya los arrumbaron en sus casas hace mucho tiempo.

Ahora las canicas es más común verlas en temas de decoración, que como juguete en las calles. Y eso, no es 100% culpa de los niños o de la mercadotecnia de las grandes empresas de juguetes. Parte de responsabilidad, la tienen los papás que no han sabido enseñar esas tradiciones y los juegos con los que crecieron a sus hijos. Poco a poco, se van perdiendo esos juegos que dieron horas de diversión a los adultos de hoy. Los niños de esta generación ya no están tan familiarizados con términos como “cacalota” y “choyita”, pero fácilmente reconocen las marcas de videojuegos que se comercializan.

Pero, ¿a qué se debe esa perdida en el uso de juegos tradicionales? No es precisamente a una falta de distribución, ya que las canicas las podemos encontrar en supermercados o en tianguis. El precio tampoco es otro factor, ya que una red de canicas es mucho más barata que comprar una consola de videojuegos. La seguridad de las canicas tampoco es otro factor relevante, ya que durante décadas se han jugado y no han causados problemas de salud grave. A diferencia de los videojuegos que se les atribuye diversos problemas de atención y concentración en los niños. La pérdida del juego con canicas, se debe principalmente a la conveniencia y costumbre, que han La obligado a las familias mexicanas a comprar un videojuego, simplemente porque es más sencillo de esa manera entretener a los niños.

Este tema pudiera parecer muy simple, pero la perdida de actividades recreativas sanas han ocasionado problemas mucho más graves. No es sorpresa que México ocupe el primer lugar en obesidad infantil en todo el mundo. Resultado de que la obesidad infantil se haya triplicado en los últimos veinte años. Ni tampoco es sorpresa que México sea uno de los mercados más importantes de la región, teniendo más de 4000 productos (entre videojuegos, consolas y accesorios) en el mercado. Tomando como referencia el sondeo a 300 personas con hijos entre 6 y 15 años realizado por la PROFECO, donde el 91% de los jugadores tienen una consola en su clase, y el 43% tiene una consola portátil adicional. Si hubiéramos agregado la pregunta de ¿cuántas redes de canicas tiene en su casa?, los datos hubieran sido alarmantes. Al ver que pocos son los niños que tienen otras opciones de diversión, adicional a sus videojuegos.

No basta con que los niños no tienen varias opciones de actividades recreativas, sino que son bombardeados constantemente con temas de violencia, muerte y armas. Como ejemplo claro, está el nuevo videojuego basado en la dura situación en Ciudad Juarez. Su nombre es “Call of Juárez: the cartel”, donde el protagonista –ósea, nuestros niños mexicanos– la hará de detective de FBI, cuya misión será combatir el cartel en Ciudad Juarez responsable de miles de muertes en esa ciudad. Temas como éste son muy comunes en la industria de los videojuegos, que han encontrado la fórmula para mantenerlos cautivos frente al televisor durante horas.

Ya que identificamos una de las razones de la falta de actividad física en los niños, lo que sigue es proponer soluciones para dar más opciones de actividades a los niños mexicanos. Por parte del gobierno, ya se ven acciones de apoyo a la sociedad y a la industria juguetera mexicana. Esa ayuda se puede ver como torneos de canicas en escuelas públicas, tareas relacionadas con juegos tradicionales en libros de la SEP y promoción a actividades recreativas en las familias mexicanas. Todo esto es un buen comienzo para retomar nuestros juegos tradicionales, y darles un motivo a los niños mexicanos para que convivan con sus padres, amigos y familiares en un ambiente sano.

Sin embargo, hace falta nuestra participación en esa acción común. Hace falta que introduzcamos a los niños mexicanos a estas formas de diversión. Que tomemos unos minutos de nuestros días, y les enseñemos a jugar choyita, círculo, hundido, entre otros juegos más. No solamente cuidemos lo que los niños comen en las escuelas, o sí hacen o no deporte en ellas. También enfoquemos nuestra atención en lo que ven y aprenden durante todas esas horas que pasan pegados a la consola de videojuegos. Lo perjudicial no está en que usen videojuegos, sino en el abuso de ellos. Te invito a que revivas el juego tradicional de las canicas, y enseñes a tus hijos lo divertido que puede ser. Hay que darles una nueva opción de entretenimiento.  Revive la pregunta con la que empecé: Señor, ¿me da una red de canicas?

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