Salvador Manzano Anaya
Mi compadre arrojó la casa por la
ventana, intentando romper récord de tarugo, con eso de que le bautizaron a su
chiquito (por supuesto que estoy hablando del niño) para empezar en contra de
todas las voluntades, le dará una medalla de oro de 24kilates al niño, mucho
mejor que las de los panamericanos, ¡bárbaro! Y para variar, dizque inspirado en las medallas ganadas por la guapísima
gimnasta Cynthia Valdez en dichas competencias, registró al pobre muchacho con
el nombre de Cynthio Valdezo, bendito
sea Dios que el equipo América anda sotaneando porque ya había amenazado con
ponerle Américo Bauer, imagínese
usted, ¡qué
calamidad! Pienso en esas familias que sacrifican
sus ahorros hasta el último centavo por una alegría pasajera y que se
volatiliza pronto dejando el caos, llámese al evento quince años, bautizo,
visita de la Virgen o de algún Santo a la casa (con cohetiza y toda la cosa) en
fin… todas esas celebraciones que se traducen en endeudamiento, empobrecimiento
y en peores casos la ruina familiar. El mexicano promedio de clase media baja y
para abajo, realiza estas proezas con
frecuencia, a merced del sufrimiento ulterior la familia; pero eso si el día del
reventón a damos una atascada que ¡qué barbaridad, salud por la felicidad del
chiquillo! Y ¿Cuál
felicidad, si al día siguiente la familia iniciará una carrera de carencias?
De por si, una familia de clase
media, en estos tiempos de austeridad, vive “a media agua”, imagínese lo que
tienen que pasar esas familias que viven del salario mínimo y que por lo
general son familias numerosas ¡increíble! Ellos si merecen medalla de oro por
semejante proeza ¿Cómo subsistirán? Apuesto que México sería campeón en esto.
La otra cara de la moneda se
enmohece cuando el “proveedor” de la familia se gasta la miseria que gana en
borracheras, en vicios, en apuestas o peor con el demonio de la drogadicción.
A lo que quiero llegar es… mira, respira hondo e
imagínate el mordaz momento en que no tienes dinero, nada; pero si tienes una
deuda enorme, tienes que dar para las tortillas y los frijoles mínimo, ni para
eso tienes, la familia quiere comer, te amenazan con embargarte y para variar
uno de tus hijos está enfermo, o tu esposa ¿Qué infame situación no? ¿a poco no? siga pensando… nadie le quiere
prestar dinero, todos saben que no podríamos pagar pronto, los “amigos” nos
rehúyen, los familiares nos evaden…¿a poco no? se convierte en una tentación…<<robar>>, digamoslo de una manera
que se escuche “justificable” : tomemos dinero o algo de alguien que si tiene
(obvio) y que no le pasará nada si le sustraemos algo… !wow!.. Que fácil ¿a
poco no?... !chido!
Dígame
usted, póngase en esos zapatos vagabundos endurecidos por la mugre y el sudor,
el sudor de una persona hambrienta que duerme a la intemperie, que come
desechos en los basureros… si pide ayuda, rara vez le dan y si le dan le dan es
una miseria, con eso no compra nada ¿a
poco no?, dan ganas de robar, quitarle algo a alguien ya se ve como algo fácil y
que nos resuelve a corto plazo y por un rato ¿no?, las consecuencias no se
perciben o tal vez, da la misma lo que me pueda suceder por robar, de cualquier
manera… me va mal.
He ahí
el dilema ¿Qué hacemos? ¿Como podremos solucionar de raíz este problema? Ya
cada vez hay más gente pobre…hay mas: “¿a poco no?”. ¿Que harán las autoridades
para combatir eso? ¿Qué haré yo? ¿Qué podrían hacer ellos mismos? ¿y tu?
Unos
porque no tienen trabajo, otros porque gastan más de lo que tienen, otros
porque tienen vicios, otro porque roban a los que pudieran tener (sshhs!!),
otros porque tienen familia numerosa o enfermos, otros porque no quieren
trabajar… y para variar la situación económica mermando… ¡Dios!
El
hombre de los zapatos mugrientos, pasa cerca de mi… me mira, sonríe y
arrastrando los pies continua su camino, ¡Pobre México!
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