martes, 1 de noviembre de 2011

Otra medalla de oro para mexicano


Salvador Manzano Anaya


Mi compadre arrojó la casa por la ventana, intentando romper récord de tarugo, con eso de que le bautizaron a su chiquito (por supuesto que estoy hablando del niño) para empezar en contra de todas las voluntades, le dará una medalla de oro de 24kilates al niño, mucho mejor que las de los panamericanos, ¡bárbaro! Y para variar, dizque  inspirado en las medallas ganadas por la guapísima gimnasta Cynthia Valdez en dichas competencias, registró al pobre muchacho con el nombre de Cynthio Valdezo, bendito sea Dios que el equipo América anda sotaneando porque ya había amenazado con ponerle Américo Bauer, imagínese usted, ¡qué calamidad!  Pienso en esas familias que sacrifican sus ahorros hasta el último centavo por una alegría pasajera y que se volatiliza pronto dejando el caos, llámese al evento quince años, bautizo, visita de la Virgen o de algún Santo a la casa (con cohetiza y toda la cosa) en fin… todas esas celebraciones que se traducen en endeudamiento, empobrecimiento y en peores casos la ruina familiar. El mexicano promedio de clase media baja y para abajo,  realiza estas proezas con frecuencia, a merced del sufrimiento ulterior la familia; pero eso si el día del reventón a damos una atascada que ¡qué barbaridad, salud por la felicidad del chiquillo! Y ¿Cuál felicidad, si al día siguiente la familia iniciará una carrera de carencias?
De por si, una familia de clase media, en estos tiempos de austeridad, vive “a media agua”, imagínese lo que tienen que pasar esas familias que viven del salario mínimo y que por lo general son familias numerosas ¡increíble! Ellos si merecen medalla de oro por semejante proeza ¿Cómo subsistirán? Apuesto que México sería campeón en esto.



La otra cara de la moneda se enmohece cuando el “proveedor” de la familia se gasta la miseria que gana en borracheras, en vicios, en apuestas o peor con el demonio de la drogadicción.

A lo que quiero llegar es… mira, respira hondo e imagínate el mordaz momento en que no tienes dinero, nada; pero si tienes una deuda enorme, tienes que dar para las tortillas y los frijoles mínimo, ni para eso tienes, la familia quiere comer, te amenazan con embargarte y para variar uno de tus hijos está enfermo, o tu esposa ¿Qué infame situación no?  ¿a poco no? siga pensando… nadie le quiere prestar dinero, todos saben que no podríamos pagar pronto, los “amigos” nos rehúyen, los familiares nos evaden…¿a poco no? se convierte en una tentación…<<robar>>, digamoslo de una manera que se escuche “justificable” : tomemos dinero o algo de alguien que si tiene (obvio) y que no le pasará nada si le sustraemos algo… !wow!.. Que fácil ¿a poco no?... !chido!

Dígame usted, póngase en esos zapatos vagabundos endurecidos por la mugre y el sudor, el sudor de una persona hambrienta que duerme a la intemperie, que come desechos en los basureros… si pide ayuda, rara vez le dan y si le dan le dan es una miseria, con eso no compra nada  ¿a poco no?, dan ganas de robar, quitarle algo a alguien ya se ve como algo fácil y que nos resuelve a corto plazo y por un rato ¿no?, las consecuencias no se perciben o tal vez, da la misma lo que me pueda suceder por robar, de cualquier manera… me va mal.

He ahí el dilema ¿Qué hacemos? ¿Como podremos solucionar de raíz este problema? Ya cada vez hay más gente pobre…hay mas: “¿a poco no?”. ¿Que harán las autoridades para combatir eso? ¿Qué haré yo? ¿Qué podrían hacer ellos mismos? ¿y tu?

Unos porque no tienen trabajo, otros porque gastan más de lo que tienen, otros porque tienen vicios, otro porque roban a los que pudieran tener (sshhs!!), otros porque tienen familia numerosa o enfermos, otros porque no quieren trabajar… y para variar la situación económica mermando… ¡Dios!

El hombre de los zapatos mugrientos, pasa cerca de mi… me mira, sonríe y arrastrando los pies continua su camino, ¡Pobre México! 

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