jueves, 8 de marzo de 2012

Peregrinaje a Talpa

Edgar Benet González Aragón


La palabra peregrino, tiene una denotación humilde que une la dinámica del viajero con la constancia de la sencillez. La peregrinación a Talpa se trata de un viaje religioso para algunos, una aventura para otros, un deber para unos tantos, pero un reto para todos. Este viaje, que parte de Ameca y recorre una distancia de alrededor de 117 kilómetros hasta llegar al Santuario de la Virgen del Rosario en Talpa Allende, recibe peregrinos todo el año pero tiene su temporada fuerte de visitantes durante el mes de mayo y abril, especialmente en Semana Santa y Pascua.

No se trata de una carrera ni mucho menos. Van personas de todos tipos y edades, ancianos y niños. Algunos deciden recorrer el camino a bicicleta, otros corriendo, en caballo o también en automóvil, pero la gran mayoría lo hace caminando.

Yo tuve la fortuna de recorrer la distancia caminando. Y a pesar de que soy de edad joven y ser de hábitos saludables, el recorrido fue mucho más duro de lo que me esperaba. Una distancia de 117 kilómetros no te parece mucho cuando estás acostumbrado a viajar en auto y te representaría un tiempo de una hora hacer el recorrido completo. Sin embargo, cuando caminas apenas recorres una distancia de 5 kilómetros por cada hora que transcurre. Lo que significaría en el peregrinaje a Talpa un tiempo de 23 horas de constante caminar. Y si el recorrido lo haces como yo y personas con un trabajo algo inflexible, durante un fin de semana y parte del viernes, te enfrentas a 8 horas por día hasta llegar a tu destino.

El reto no es sólo caminar, que ya de por si puede producir ampollas en tus pies, y rozaduras por fricción. Te enfrentas también a un clima seco, a las molestias de cargar con equipaje, caminos desnivelados y a un sol radiante que aumentan la proeza del reto. La cantidad de agua que consumes se incrementa mucho, al punto de requerir comprar litros de agua cada poco tiempo.

Pero hay un lado muy agradable. El tiempo que pasas de camino y absorto en tus pensamientos, que no es poco, ayudan a conocerse a uno mismo, a apreciar la vida y ponernos en perspectiva. Uno conoce personas en el camino, con las que se comparte la experiencia y se dan conexiones muy interesantes.

Durante mi experiencia, me tocó dormir junto a la carretera mi primera noche, y en una casa para peregrinos en la segunda noche. Me tocó que en dos ocasiones, autos que viajaban por la carretera se detuvieran y me regalaran provisiones, que en esos momentos aprecié profundamente. Las anécdotas que contar son varias.

Es un recorrido espiritual y un reto para el cuerpo, pero que vale la pena por la experiencia misma. No hace falta ser deportista y joven para emprender la hazaña, pero si se requiere de cierta determinación para acabar el viaje, aunque no hay prisas ni límites de tiempo, el camino es seguro y se encuentra abastecido con tiendas cada pocos kilómetros para hacer el viaje más sencillo al peregrino. El peregrinaje a Talpa es una aventura. Podrás perder peso y energías, pero es seguro que ganes más en otras cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario