miércoles, 2 de enero de 2013

Guillermo Jiménez y las letras del Sur de Jalisco

Pedro Valderrama Villanueva


“Guadalajara no tiene memoria, prefiere alabar a los escritores actuales que asomarse a su glorioso pasado literario”, palabras más palabras menos, fue la frase que Ernesto Flores me expresó hace varios años durante una entrevista. Ésta se hace presente cada vez que me encuentro con un escritor jalisciense del pasado y no localizo información sobre su quehacer literario, pues no se ha estudiado y difundido lo suficientemente. Difícilmente podemos encontrar alguna semblanza, y al hurgar en librerías por una muestra de su producción, también nos llevamos la sorpresa de no hallar este material a la mano. Se requiere un talento casi detectivesco para localizar sus libros.
 
 
Por otro lado, suena un tanto gastado repetir las mismas frases, en cuanto a la riqueza literaria con la que ha contado Jalisco desde el siglo XIX; por ejemplo, referirnos a Guadalajara como la “Atenas de México”, a Lagos de Moreno como “La ciudad literaria”, y a Ciudad Guzmán como la “Atenas del Sur de Jalisco”. Sin embargo, en este caso, es necesario hacerlo patente, pues cada vez es más clara la necesidad de conocer y revalorar las figuras que hicieron de Jalisco un punto de referencia dentro de las letras mexicanas.

Si tuviésemos que escribir una lista de escritores provenientes del Sur de Jalisco que están casi en el olvido, en espera de una revisión, tendríamos que incluir nombres como: Antonio Alatorre, Cipriano Campos Alatorre, Roberto Espinoza Guzmán, José Luis Martínez, Emmanuel Palacios y Alfredo Velasco.

Otro escritor sumergido en la indiferencia, hasta hace poco, es Guillermo Jiménez, cuya obra se ve beneficiada con la publicación del libro Obras escogidas. Narrativa y teatro (Universidad de Guadalajara/CUSur 2012), compilado por Ricardo Sigala y Milton Iván Peralta.

Gracias a esfuerzos recientes de Víctor Manuel Pazarín, Vicente Preciado Zacarías, Fernando G. Castolo, Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar, y, desde luego, Milton Iván Peralta y Ricardo Sigala —responsables de dos importantes publicaciones periódicas dedicadas a la difusión de las letras de esta región: la Gaceta del CUSur y el suplemento cultural La Jirafa, del Diario Regional de Zapotlán, respectivamente—, se empieza a aclarar poco a poco el panorama literario de esta zona olvidada por la crítica literaria de Guadalajara — pues en Jalisco, por desgracia, también se sufre el centralismo.

            Debemos destacar el conciso prólogo escrito por los responsables del presente libro. En cinco páginas, Sigala y Peralta, nos delinean a grandes rasgos algunos aspectos de la vida y obra de Jiménez. La segunda sección del preámbulo nos resulta para los interesados en las letras jaliscienses de lo más puntual, pues hasta ahora no se habían recogido los comentarios de los críticos ante la obra de Jiménez. Destacan las observaciones de Víctor Manuel Pazarín, Wolfgang Vogt, Enrique González Martínez y José López Portillo y Rojas, sobre la fina prosa modernista de Jiménez, y el antecedente que representa su novela Zapotlán del libro La Feria, de Juan José Arreola. En el último apartado, Peralta y Sigala señalan en cuanto al por qué de editar un trabajo como éste, lo siguiente: La obra de ficción de Guillermo Jiménez es prácticamente imposible de conseguir, el lector común o el estudioso de la literatura se enfrenta a esta carencia que ni la panacea de Internet puede solucionar [] Ante esta realidad el Centro Universitario del Sur y la Editorial Universitaria de la Universidad de Guadalajara abrazaron el proyecto de conjuntar en un volumen la obra de ficción, narrativa y teatro, de Guillermo Jiménez para contribuir así a la divulgación de una obra que, a decir de muchos ha sido injustamente relegada.”

Por último, en relación a los textos incluidos, los compiladores nos ofrecen una generosa muestra de la pluma de Jiménez, entre textos con un claro aire modernista y otros con toques vanguardistas, encontramos: La de los ojos oblicuos (1919), Zapotlán, lugar de zapotes (1933) y su novela más conocida Zapotlán (1940). Aunque existen algunas ausencias, como los Peralta y Sigala lo señalan, tenemos la seguridad que el lector no tendrá ninguna objeción en cuanto a la presente muestra.


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