miércoles, 2 de enero de 2013

MEJOR EL DRAGÓN QUE UN CUATRO

Un cuento chino

Martín González

- Eto sucelió en China
- China ¿qué?
- China tu male.
(plática entre dos niños chinos, donde las mamás no son chinas sino lacias).

Qián rén zai shu, hou ren chéng líang (las generaciones anteriores plantan árboles y las posteriores se cobijan a su sombra). 
Shao zhuáng bu li, lao dá tú (a mocedad ociosa, vejez trabajosa).
 

 Cuando creímos que ya no daríamos con él, casi por azar le encontramos. Hacía su faena agrícola cotidiana del zhong shui dao (siembra de arroz), rodeado de cedros, abetos, ciprés y bambús en una de las 28 aldeas del Condado autónomo Mili Tibetano de ésta nuestra Zhong guó (Tierra central o China). Saludamos inclinando respetuosamente el cuerpo, y cuando exclamamos sorprendidos “¡Cómo podían vivir en la dispersa montaña!”, él –sin apartar la mirada atenta sobre nuestras miradas- sonrió con picardía y dijo:
-       “La sorpresa es nuestra, con la apretura y premura que ustedes viven en la ciudad de Beijing (Pekín)”.
Y no abandonó esa sonrisa pícara, pero agradable y viva, mientras nos comentaba que en cualquier lado la vida se hace buena cuando se vive con xié li (con esfuerzos mancomunados, esforzándose de manera unánime) y xié zuó (colaborando, trabajando en coordinación, cooperando), siendo da dang (compañeros, más que socios) y haciendo germinar por doquiera las hé zóu shé (las cooperativas).
-       “¡Por supuesto, dijo levantando el dedo índice en señal de advertencia, zhen chéng hé zuó!” (¡cooperando honestamente!).
Y hasta recordó con sorprendente precisión la recia frase que el 27 de febrero de 1957 pronunciara Mao Tse-tung ante las duras críticas recibidas: “Se ve claro, entonces, que no hay fundamento para decir que la cooperación no es buena”. Para esas fechas nuestro interlocutor contaba con una veintena de años, igual a la edad que ahora nosotros tenemos, pero él sin cursar la universidad.
-       “Y antes que Mao lo dijera -agregó con firme parsimonia-, en Liewá las hé zóu shé agrícolas (cooperativas) eran yang (brotes, retoños y crías de arroz) infantiles y juguetonas… Ahora son tóu hao da mi (arroz de primera clase) diversificadas, firmes y maduras para andar el largo sendero de la vida”.
Tenían razón cuando nos recomendaron que a él, precisamente, fuésemos a buscar.
Sus ojos semiabiertos, tras los párpados con pliegues y bajo la sombra del ancho dou li (sombrero de bambú trenzado), lanzaban un intenso brillo jovial de la memoria que es viva, siempre actual, guía y productiva; igual que la de todos los zú fu y zú mu (abuelos y abuelas fundadores) de la aldea serrana Liewá Xiang. Ojos brillantes y fijos de tianlóng (dragón celestial), los que tienen todos los que conforman el zú xian (Consejo de antepasados o antecesores), y siendo a la vez ellos mismos zú chuán (herederos de sus antepasados). Tras de su espalda, por entre el tupido bosque y a lo lejos podía distinguirse con claridad la yí biao táng táng Jimalaia (la majestuosa e imponente morada de la nieve, El Himalaya), la monumental casa cubierta con eterna sábana blanca.
-       “Cuidado, yi yé zháng mú, bú jián Táishan” (una hoja ante los ojos puede impedir ver la montaña Taishan).
Aprovechó nuestra atención el sabio octogenario Huanlong (dragón que trajo la escritura) para recordarnos ese proverbio antiguo; queriendo decirnos con esto que puede no verse lo importante, por estar absorbidos en lo trivial. Los zú xian (el Consejo de antepasados o antecesores) son como un apretado verde turquesa zhú lin (bosquecillo de bambú), trenzado con la blanca neblina que como larga cola de tianlóng sube, sube hasta el cielo.
Ya saboreábamos de manera familiar el tradicional nián gao (pastel de harina de arroz gelatinoso de Año Nuevo), combinado con mi jiu (licor de arroz), dentro de la vivienda austera, pero colorida y olorosa a jazmín y loto, cuando mi compañera Shangjiu (9 superior o fiesta) vio oportuno hacer las preguntas precisas sobre el ji xú (el ahorro), el dái kuán (el préstamo), los fang gao lidái (los usureros), los chu zhi (los pignorantes o quienes empeñan sus bienes) y los ji yóng xilié (los agiotistas que especulan para obtener grandes utilidades).
Así es –comenta ahora Shanhjiu mientras muestra nuevas imágenes-, con la larga ropa gruesa color oro llegando hasta sus pies, dejando ver su calzado gamusino, el zun guí (noble) Huanlong acentuaba con las manos al explicarnos que los zhong guó rén (los chinos) no deben depender de los cái fá (magnates financieros, plutócratas) que sólo son tou ji (oportunistas) y hacen tún ji ju ji (acaparan para especular). Son cái mí (obsesionados por el dinero) y shóu cái nú (avaros, tacaños, esclavos del dinero), “zheng ming zheng li y hasta tun mo ju’e gong kuán (se esfuerzan por conseguir fama y dinero, y hasta usurpan sumas grandes del dinero público). Xie di di ling húm, xiong shén é shá (tienen en su centro vital el alma malvada, siniestra o perversa; son como el diablo)”. Precisó que no es lo mismo el cún kuan o cún zhe (ahorro bancario o cuenta de ahorro), que el si xú y hé zou shé (ahorro personal y la cooperativa). En el primero, tan xiao shi dá (la avaricia rompe el saco) decayendo hasta la mala suerte del número si (el cuatro) y de inmediato hasta la si wan (la muerte). Mientras que en el segundo, wen bao (se está decentemente alimentado y vestido, sin pasar hambre ni frío) llegando a ser un tianlóng más (dragón celestial simbolizado con el número 9), como un ser sabio, amable y siempre dispuesto a ayudar. Tal como reza la leyenda de la trucha, que debe saltar sobre el mítico arco del dragón para convertirse en uno como él. Como quien dice ¡ponerse trucha para llegar a ser dragón y no caer en un cuatro! Más aún, cuando este es el Año del Dragón en nuestro calendario lunisolar.
Resultaba sorprendente que Chiwen (dragón hijo que le gusta ver lejos) y yo, como universitarios de economía que somos, estuviéramos ante el zun gui Huanlong como párvulos en las hé zóu zhé (cooperativas) y la xié zuó (la cooperación) –decía con acierto Shangjiu, mientras proyectaba en la blanca pantalla la última imagen diapositiva, dentro de aquella alfombrada sala escolar con aire acondicionado-. Más, cuando con solemnidad el zú fu y zu chuán (abuelo y heredero de sus antepasados) se puso en pie y con los puños cogidos suavemente tras la cintura caminó lentamente en derredor y expuso con el rostro radiante al centro de la pantalla:
-       “El ahorro cooperativo es como un gran monte de arroz dispuesto para saciar el hambre del mundo entero. Pero las gentes ahora tienen largos palillos de 1 y 3 metros de largo que impiden llegárselo siquiera a la boca. Por lo que el monte de arroz se destruye, desperdicia o desparrama. Sólo cuando cada uno mire con atención la boca de los otros y les acerque con sus largos palillos el arroz que necesitan, todos comeremos, nadie pasará hambre y no habrá más desperdicio. No como quienes ahora arrojan los palillos y con alma de maldad, quieren poseer y hartarse a manos llenas… … chú wu ni er bu ran (la flor de loto asoma inmaculada en el fango)”, terminó murmurando entre dientes ese dicho el zun guí Huanlong, significando con ello “manténganse insobornables pese al ambiente corrupto”.
Estruendosos aplausos resonaron en la sala de usos múltiples de la Universidad de Beijing, en la Facultad de Economía. Aprobándose de esta manera, por parte de los compañeros de séptimo semestre, la investigación realizada por Shangjiu y yo. Pero no así de parte del imponente y sabelotodo maestro Xianlong (dragón poderoso y sabio), quien se reservó nuestra calificación hasta concluirse el bloque sobre El cooperativismo en la Economía Salvaje.

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