lunes, 15 de julio de 2013

Columna cerebral

Zeydel Bernal

Que importante es tener descanso, contar con un espacio para soltar el cuerpo, la vida, sobre todo por la noche. En Colima, donde las estaciones del año se resumen en una: “calor”, y donde las diferencias entre las clases sociales no son tan marcadas. Es poco común cenar al lado de alguien pidiendo un taco o dinero. Pensaba en eso cuando Fernando Savater, en su conferencia del sábado 1ro de diciembre de 2012, en la Feria Internacional del libro en la ciudad de Guadalajara, dijo a los asistentes que sabía y pensaba, en el tequila que se tomaría escuchando a José Alfredo Jiménez en su habitación, después de terminada la conferencia que impartía.



Es posible que quien siempre ha tenido casa no se preocupe por identificar los espacios donde existen baños públicos  a lo largo de una ciudad -tiendas departamentales, oficinas de gobierno, bibliotecas, etcétera-. Y es que, qué utilidad tendría esta información para una persona sino sólo para atender una necesidad momentánea  ¿no?

Y más allá de atender necesidades fisiológicas de primera necesidad como el ir al baño o alimentarse; me pregunto cómo accede un indigente a la cultura. Sí, porque a diferencia del psicólogo Americano Abraham Maslow quien en su jerarquización de necesidades humanas considera que, sólo quien satisface sus necesidades primarias buscará acceder a valores más altos como la espiritualidad. Es mi consideración que las personas buscan también los valores espirituales como la cultura, aun cuando sus necesidades más elementales no estén resueltas. Y más que interesante, me parece  importante señalar, que cuando la crisis económica es mayor también el consumo cultural aumenta pero no sólo como paliativo sino como alimento. Ahora bien, de forma concreta: insisto: cómo acceden los más pobres a la cultura. Pienso en las bibliotecas públicas como una buena opción, porque actúan como oficina y casa diurna de los más pobres.  En concreto, en la ciudad de Guadalajara, los desempleados –al igual que empleados, estudiantes y público en general- consultan diariamente los periódicos, y la muy socorrida sección de Aviso de Ocasión;  pero eso no es todo. En la biblioteca Octavio Paz –por ejemplo- de la Universidad de Guadalajara, también se hace uso del acervo bibliográfico que es amplio. Si usted acude de forma frecuente a este lugar, encontrará día con día  los mismos rostros; y que los libros son un recurso contra la desesperanza, contra el sinsentido de la espera,  de la falta de oportunidades. Claro, no todos los indigentes presentamos las mismas características. Aquellos que perfuman la vida a su paso, con frecuencia son bajados del camión. ¿Y los que no saben leer?, ¿Y los que se lavan por la noche en el Andador Constitución -por lo menos para refrescarse- y en los jardines de nuestra ciudad?; cómo harán para acceder a la cultura.

La razón de señalar la importancia que tienen los espacios comunes primarios  tiene que ver con acercar a la experiencia del frío ajeno, del hambre de leer y “ser” en cualquier circunstancia; de la importancia de extender la mano y procurar la dignidad de los servicios que se ofertan a la comunidad en general.  A fin de cuentas, cada uno de nosotros en su forma, también necesitamos algo. 
Z.

http: www.corazonmoreno.blogspot.com


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