Milton Iván
Peralta/Notiecos/Zapotlán
“Yo, señores,
soy de Zapotlán el Grande. Un pueblo que de tan grande nos lo hicieron Ciudad
Guzmán hace cien años. Pero nosotros
seguimos siendo tan pueblo que todavía le decimos Zapotlán.” Con la
afamada frase, la Dirección de Cultura, del municipio de Zapotlán, dio inicio a
los recorridos culturales por la ciudad, siendo primero el de Juan José
Arreola, el cual comenzó en la Casa-Taller, con una charla sobre la vida y un
recorrido por la Casa, la cual fue acompañada por Orso Arreola, quien contó
algunas anécdotas, ante una veintena de personas que decidieron tomar este
recorrido gratuito.
Con prestadores
de servicio de turismo y promotores culturales de la Dirección de Cultura, se
fue atendiendo a los visitantes, que después de llegar a la Casa-Taller, fueron
al templo del Sagrario, donde se dio una breve reseña histórica del lugar, para
pasar a leer un fragmento de “La Feria”:
“Pobre Licenciado, al fin de cuentas era un
hombre como todos nosotros. Pero le tuvo mucho amor a los centavos. Tanto, que
ni siquiera se casó. Ésta era la primera vez que iba a gastar, Dios le tome en
cuenta siquiera la intención. Se murió de golpe allí a media calle como quien
dice, en brazos de Urbano el campanero. Un ataque al corazón, dijeron los
doctores. A lo mejor se murió del puro miedo de dar porque él sólo estaba
acostumbrado a prestar. Le prestaba a todo mundo, con y sin responsiva, según.
Ganaba con los días del calendario, cada fecha tenía su vencimiento y los
réditos se le venían encima aunque él no quisiera. No era muy usurero, pero
dicen que a veces prestaba al por mayor, para que otros prestaran al menudeo. Y
ésos sí que clavaban las uñas. ¿Tendrá también de eso la culpa el Licenciado?”
De ahí caminaron
al kiosko, para dar parte de la representación para platicar sobre la feria:
—Los
tlayacanques. Sí, pero espérese. Ahora viene lo bueno. Me lo contó el
sacristán. Le ofrecieron al señor Cura los bueyes y la carreta. En una palabra,
ellos querían encargarse de todo, en nombre de sus viejas cofradías, pero el
párroco les dijo: "No se propasen ustedes, ni gasten más de lo que pueden.
Acuérdense de su pleito que cuesta mucho dinero, y más ahora que se murió el
Licenciado..." ¿Qué le parece?”.
Los prestadores
de servicio caminaron con los turistas hasta la Plaza Las Fuentes, donde se
interpretó la parte del temblor:
“¿Quién empuja la puerta? ¿Quién
golpea en todos los vidrios como una lluvia seca? Tengo vértigo... ¡Santo Dios!
Está temblando, está temblando... ¡Está temblando! Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal... ¡Me lleva la chingada, está temblando! La campana mayor está
de aquí para allá, de aquí para allá, ¡ya va a dar el golpe, ya va a dar el
golpe! ¡Si la campana mayor se toca sola se acaba el mundo! Urbano se agarra de
la cuerda y se levanta del suelo todavía borracho y atarantado, se cuelga del
badajo vuelto loco del susto, allá arriba del campanario, y piensa que va
volando por encima del pueblo, colgado de la cola del diablo... Glorifica mi
alma al Señor y mi espíritu se llena de gozo... Las macetas de los patios
bailan en sus columnas de barro y caen que no caen, los rodetes de humedad van
quedando fuera de su lugar, las botellas chocan unas con otras en los
anaqueles, los árboles del jardín y del parque se mueven sin viento, aúlla, oh
puerta; dama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, filistea... El agua chapotea
en las pilas de los lavaderos y en las atarjeas del ganado, las olas de la
laguna, unas vienen y otras van, las vacas doblan las rodillas y los perros y
los gatos corren, aúllan de aquí para allá, nadie sabe qué hacer... Ya está
pasando, ya está pasando... ¡Qué pasando ni qué pasando! Ahora tiembla más
fuerte, de aquí para allá, de allá para acá... Tocan las trompetas, apréstase
todo y las rodillas flaquean, en todos los rostros se ve la confusión porque he
desencadenado mi ira contra la muchedumbre... ¡Jesucristo aplaca tu ira, tu
justicia y tu rigor! ¡Ay Diosito me maté! A Layo se le tuercen los surcos de la
labor, se le trenzan unos con otros...”.
De ahí se partió
en el camión de turismo a lo que fue un día la estación de ferrocarril, para
recordar uno de los cuentos más famosos
de Arreola: El guardagujas.
“El forastero
llegó sin aliento a la estación desierta. Su gran valija, que nadie quiso
cargar, le había fatigado en extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y con
la mano en visera miró los rieles que se perdían en el horizonte. Desalentado y
pensativo consultó su reloj: la hora justa en que el tren debía partir.
Alguien, salido
de quién sabe dónde, le dio una palmada muy suave. Al volverse el forastero se
halló ante un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero. Llevaba en la mano una
linterna roja, pero tan pequeña, que parecía de juguete. Miró sonriendo al
viajero, que le preguntó con ansiedad:
-Usted perdone,
¿ha salido ya el tren?
-¿Lleva usted
poco tiempo en este país?
-Necesito salir
inmediatamente. Debo hallarme en T. mañana mismo.
-Se ve que usted
ignora las cosas por completo. Lo que debe hacer ahora mismo es buscar
alojamiento en la fonda para viajeros -y señaló un extraño edificio ceniciento
que más bien parecía un presidio.
-Pero yo no
quiero alojarme, sino salir en el tren.
-Alquile usted
un cuarto inmediatamente, si es que lo hay. En caso de que pueda conseguirlo,
contrátelo por mes, le resultará más barato y recibirá mejor atención.
-¿Está usted
loco? Yo debo llegar a T. mañana mismo.
-Francamente,
debería abandonarlo a su suerte. Sin embargo, le daré unos informes.
-Por favor...
-Este país es
famoso por sus ferrocarriles, como usted sabe. Hasta ahora no ha sido posible
organizarlos debidamente, pero se han hecho grandes cosas en lo que se refiere
a la publicación de itinerarios y a la expedición de boletos. Las guías
ferroviarias abarcan y enlazan todas las poblaciones de la nación; se expenden
boletos hasta para las aldeas más pequeñas y remotas. Falta solamente que los
convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen
efectivamente por las estaciones. Los habitantes del país así lo esperan;
mientras tanto, aceptan las irregularidades del servicio y su patriotismo les
impide cualquier manifestación de desagrado.”
De esta manera,
concluyó el primer recorrido cultural, que dio la dirección de Cultura que
encabeza Cayetano Chávez Villalvazo, que seguirá los jueves a partir de las
09:30 horas, desde Plaza las Fuentes, alternando con un recorrido de Guillermo
Jiménez. Los turistas felicitaron y
agradecieron el recorrido, pero también realizaron algunas recomendaciones.
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