Eduardo Etchart
Por
medio de este conocido diario me permito externar y comentar un hecho repetido
con cierta frecuencia en las instalaciones del CuSur.
El
día miércoles 28 de agosto llegué al Plantel para impartir una materia
alrededor de las 14 horas; al saludar a uno de los maestros de reconocido
prestigio en el área de economía, quién además es un honesto político, me
comentó que él ha considerado y comentado lo que se repite ocasionalmente y que
no es conveniente que ello siga aconteciendo por motivos de seguridad para la
comunidad universitaria.
Resulta
que por las actividades del Servicio Médico Forense -que está en el interior-,
se lleva a personas para identificar al cadáver que ahí está depositado. La
situación se complica porque entran agentes de seguridad –supongo ello- porque
no traen uniforme, ni identificación visible a 15 metros, pero si armas que se
notan de poder, más elaboradas que una pistola o un rifle, llamémoslas
metralletas. Lo que si se percibió es que 6 u 8 individuos armados con lo dicho
custodiaban a 3 jóvenes que traían en la parte trasera de una camioneta pick
up.
Se
debe suponer –también- que los llevaron para la identificación; el área es
restringida a simple vista y tanto alumnos como maestros procuran no pasar por
el lugar, sin embargo en el deambular característico de una Universidad todo
espacio debe ser recorrido por los integrantes.
En
la noche me encontré en la entrada de la rectoría a otros tres maestros
(psicólogo, licenciado y sociólogo) y comentaron el incidente haciendo ver el
peligro que por algo inesperado esas armas antes mencionadas pudieran ser
disparadas sin ton ni son y provoquen una situación más que lamentable.
Mi
ignorancia hacia esa situación, obliga a
hacer una invitación cordial dirigida en forma abierta a las autoridades para
que resuelvan a tiempo esa anomalía. Creo yo que nadie puede entrar en
propiedad privada y manifestar la de fuerza y el poder en instalaciones que por
su carácter obligan al razonamiento, a la cordura y a la reflexión.
Espero
que esta preocupación sea resuelta por quienes tienen control de la seguridad
pública, dado que esta debe de ser por antonomasia la que ponga el orden, en
ningún momento la desconfianza y menos la inseguridad.
la ley de herodes
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