Héctor
Alfonso Rodríguez Aguilar
En estos
últimos días la muerte anda trabajando duro entre el gremio de artistas y
hombres de la cultura, como dijera el cuentista Edmundo Valadez: “la muerte
tiene permiso”; para ilustrar lo anterior, hace poco más de una semana se
despedía de este mundo el poeta argentino Juan Gelman, luego apenas el pasado
domingo entregaba su alma al creador el ilustre narrador, poeta y traductor don
José Emilio Pacheco. Ahora le tocó el
turno de marchar a la eternidad al conocido Cronista Emérito de la ciudad don
Juan Vizcaíno Soto falleció ayer jueves 30 de enero, con una patente
longevidad: poco más de 96 años.
Don Juan Vizcaíno fue un hombre que siendo
oriundo de la población serrana de Tapalpa al igual que otro ilustre y querido
señor como lo fue el Padre Munguía, supo adaptarse y acomodarse muy bien a la
vida de esta ciudad cuna de hombres ilustres. El señor Vizcaíno a pesar de no
tener un origen Zapotlense, por muchos y muy valiosos méritos le tocó ser
adoptado como ciudadano e hijo de esta tierra. Vivió muchos años entre nosotros
y sus méritos y trabajos en favor de la cultura y la comunidad guzmanense son
inmensos. Lo malo que nosotros los que vivimos en esta tierra muy pronto
perdemos la memoria, pero este señor todo lo que hizo deberíamos recordarlo y
homenajearlo año con año en su natalicio como si fuera un hijo ilustre más de
nuestra comunidad. Se destacó en muchos campos del quehacer cultural, artístico
e incluso científico. Recordemos su etapa como periodista al ser editor de dos
medios, la destacada e interesante revista cultural “Antorcha”, órgano del grupo
cultural José Clemente Orozco que le tocó fundar y presidir. Fue gracias a este
grupo y a su labor, que fue posible que volvieran a la población que les vio
nacer y a recibir homenaje por su trayectoria personalidades como Consuelito
Velázquez, Rubén Fuentes y otros destacados hijos esclarecidos de Zapotlán. También
su labor social y vital para el propio don Juan de haber hecho en los años
setentas del pasado siglo el periódico semanario “La Escoba”. Su faceta como
médico homeópata, camillero y auxiliar de servicios médicos en el hospital San
Vicente de Paúl. El haber sido un constante observador del coloso volcánico –El
Colima- por varios años y haber tenido la función de haber llevado el registro
de erupciones y exhalaciones, que después fueron plasmados en un libro que
editó el gobierno del estado en Guadalajara. Así mismo, don Juan no fue ajeno a
las artes, al haber cultivado la pintura de caballete y con la pluma al plasmar
historias literarias en el formado de la narración cuentística que después
editó. Pero quiero que quede claro que su gran obra, su gran aporte, misma que lo catapulta a la historia cultural
de este pueblo de Zapotlán el Grande, es haber organizado, ordenado y
estructurado con paciente y titánica labor el actual archivo municipal de la
ciudad. Después de habérselo encargado la presidente en turno la Profra.
Marielana Larios González, a decir del él propio señor Vizcaíno: “Encontré los
archivos en un cuarto oscuro, húmedo, todos los documentos y papeles
amontonados en cajas en un desorden total”.
Don Juan como Jefe del archivo y
como cronista de la ciudad se dio a la tarea de organizar, y darle vida a esa
dependencia de nuestro gobierno municipal. Su labor al frente del mismo fue
sobresaliente, recordemos la edición de libros. Ahí se editaban los boletines
del capítulo sur de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadista. El haber impulsado
a finales de los años ochentas del pasado siglo la edición de la novela
“Zapotlán” de Guillermo Jiménez, así como ediciones de la novela: “La hija del
bandido” de Refugio Barragán de Toscano y otras muchas obras literarias. En los
noventas fue el promotor de la erección del monumento a Guillermo Jiménez en la
zona poniente de la ciudad, en tal tarea lo acompañó el maestro Ramón
Villalobos “Tijelino”. Hasta que en los primeros años del nuevo siglo y milenio
por su edad y su jubilación, le pasa la estafeta en charola de plata de la
dirección del archivo al actual jefe y cronista Fernando González Castolo. Don
juan al final de su vida recibió homenajes por parte de algunas
administraciones del ayuntamiento, y por la Secretaría de Cultura en Casa Arreola.
A tal grado que se le realiza un busto de bronce que se encuentra en Casa de la
Cultura. También recordemos que recibió la presea nacional “Mendizábal” por
parte del INAH a razón de sus méritos como cronista en esa labor constante de
recopilación de la historia local y regional. Personalmente el que esto
escribe, no tuve amistad con don Juan por diversos motivos, pero si me tocó en
algunas ocasiones saludarlo e intercambiar algún comentario. Cuando en los años
noventas el cronista de Tamazula Adrián Gil Pérez ingresó a la Sociedad
Mexicana de Geografía me tocó ser invitado por mi amigo el Profesor Ernesto
Neaves Uribe a la población de Contla, Jalisco, donde Gil Pérez presentaría su
trabajo de ingreso, asistió don Juan como miembro de dicha sociedad, fue en su
“eterno” Volkswagen –bocho-, mismo que nos tocó venirnos a mí y al profesor
Neaves por darnos un “aventón” de
regreso para Zapotlán. El trato con don
Juan no era fácil por su edad y luego porque era muy explosivo –utilizaba mucho
hablar con palabras altisonantes- ese era su estilo. Tal vez por ser así, no se ganó el cariño de
muchas personas del pueblo. Al final de su vida le tocó entablar amistad y
camaradería con un señor que es todo un caballero como es el maestro Eduardo
Etchart Mendoza notable historiador, oriundo de la capital y avecindado entre
nosotros, dado que había afinidades entre ambos, se veía que a don Juan le
asentaba bien esa amistad, y me atrevo a decir que don Eduardo de haber llegado
unos años antes a nuestra comunidad cuando todavía don Juan estuviera de
cronista en activo, la estafeta del archivo le hubiera tocado a este
historiador. –Pero claro, las suposiciones no existen, la realidad es otra-.
Ahora que ya físicamente no está don Juan Vizcaíno entre nosotros, nos toca
ahora recordarle, ojalá las autoridades
municipales año con año le hagan su efeméride, a igual que otros que viniendo
de otras tierras se hicieron zapotlenses por méritos y adopción. Por lo pronto
sea este artículo mi humilde homenaje. Que descanse en Paz don Juan S. Vizcaíno.
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