lunes, 4 de agosto de 2014

Hoy vino el mensajero a decirme: Fernando del Paso

Ricardo Sigala


¿Fernando del Paso? Es. Es un hombre. Es un hombre que hoy tiene el cabello encarrujado y entrecano. Tiene  setenta y nueve años y algunos muy selectos libros. Y yo cuento los años, los libros, las estaciones de tren, los cristeros, la historia de Dulcenombre y Guadalupe. Cuento las anécdotas de la medicina, la plaza de Santo Domingo, la muerte de nuestro espejo, las islas de la publicidad y la prima Estefanía. Cuento también los monólogos de Carlota, los castillos de Chapultepec, de Miramar, de Bouchout, el Cerro de las Campanas, la tortura de Du Pin a Carbajal.



         Leo y releo sus novelas fundamentales, textos que ninguna historia de la literatura castellana puede excluir: José Trigo, Palinuro de México, Noticias del Imperio. Cuento y recuento, vuelvo a leer esas obras irrepetibles, y lo constato. ¿Fernando del Paso? es un hombre, cada vez más viejo, y un escritor, cada vez más grande, autor de una obra cada vez más irrefutable.

         ¿Recuerda usted el año 1966, cuando del Paso era “una apasionante incógnita de nuestras letras”?, ¿cuando José Trigo era una “obra maestra desconocida”?, ¿lo recuerda? Hoy sabemos que la cultura en México no se puede comprender íntegramente sin estos monumentos literarios.

         ¿Por Fernando del Paso es que me pregunta usted? Ah, pues le diré que hace muchos años lo vi caminar por los campamentos ferrocarrileros de Nonoalco-Tlatelolco con un enorme libro blanco al hombro, algunos aseguran que se trataba en realidad de un ataúd. Más tarde lo vi, al timón de un navío de la generación de los años sesenta, caer en la Plaza de las Tres Culturas, lo imagino ahora, cráneo en mano existencialmente enunciando ¨to beer or no to beer¨, buen Hamlet mexicano. Luego lo vi en el castillo de Bouchout, indagaba, en el interior de la locura, sobre los misterios, la fascinación, la infamia del siglo XIX mexicano. Y ya que lo pregunta, aprovecho para contestarle, porque hace mucho que quería decírselo: Fernando del Paso es, hoy más que nunca, una apasionante certeza  de nuestras letras, el artífice de una obra magna y maestra.

         Déjeme decirle que hoy vino el mensajero a darnos noticias de Fernando del Paso, me habló de las múltiples ediciones de José Trigo y su Premio Xavier Villaurrutia; de Palinuro de México, sus traducciones al portugués, francés, alemán, inglés y holandés, y tras desplegar un rollo de pergamino cibernético, me enunció sus premios: el de Novela México, el Rómulo Gallegos en Venezuela, el Premio a la Mejor Novela Extranjera en Francia; me habló de la treintena de reimpresiones de Noticias del Imperio y de su premio Mazatlán. Hoy, lector, vino el mensajero a decirme que le otorgaron a don Fernando el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, el FIL en Lenguas Romances, que él sigue llamando Juan Rulfo, que es Creador Emérito de la Nación y Maestro Emérito y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara.
        
¿Fernando del Paso? ¿Insiste en no saber quién es Fernando del Paso? Pues déjeme decirle. El es Don, “autor  de la más formidable empresa que en el terreno idiomático se haya intentado en Hispanoamérica”, en palabras de un tal Juan Rulfo. El es Don Fernando, el James Joyce de la lengua castellana, que hizo de su Carlota la Molly Bloom mexicana. El es Don Fernando del Paso, padre de José Trigo, Palinuro de México, Noticias del Imperio, Los sonetos de lo diario, Poemar, Castillos en el aire; y a la vez, sospecho, padre e hijo de una Paleta de colores y De la A a Z un poeta. El es Don Fernando del Paso Morante, hacedor, demiurgo, artífice de universos literarios, el pequeño dios de Huidobro, poseedor del fiat book, creador por su palabra en una semana que solía durar 10 años de arduo palabreo y amaseo de información e imaginación. El es Don Fernando del Paso Morante de México, culto y erudito, profundo observador de la realidad mexicana: la intervención francesa, la guerra cristera, el charrismo sindical, el movimiento ferrocarrilero de los cincuenta, del movimiento del 68.El es Fernando del Paso  Morante de México y del mundo, barroco, sensible y activo defensor de las causas justas, siempre tiene una plegaria, para los huérfanos, por ejemplo, devoto de la novela total, de las orgías del lenguaje, de las mitologías y las literaturas del mundo, de todos los autores, todas las rosas y todos los planetas, de la catarsis, el buen gusto y las pasiones orgánicas y espirituales, el humor y la crítica, autor de una obra universal que nos honra a sus lectores.  Querido lector, fiel lector, ausente lector, distante lector, ¿qué no sabes quién es Fernando del Paso? hipócrita lector ¿que sí sabes quién es Fernando del Paso? Hoy el mensajero vino a decirnos que Fernando del Paso continúa entre nosotros con toda su estela de prodigios.
        
¿Fernando del Paso? Es. Es un hombre. Es un hombre que hoy tiene el cabello encarrujado y entrecano. Es un hombre, cada vez más viejo, y un escritor, cada vez más grande, Fernando del Paso es todos nosotros, sus lectores.



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