Ishel Eréndira Macedo Torrez
De descendencia vasca, Girondo fue el hijo menor de una
familia adinerada, nació en 1890 en Buenos Aires, Argentina. A los diez años de
edad visitó por primera vez Europa para asistir la Exposición Universal de
París, la primera celebración de la modernidad, donde fue testigo de una escena
muy peculiar: Oscar Wilde paseando por las calles con un girasol en el ojal y
una sombrilla de colores.
Su familia y él se quedan en Europa viviendo en varios
países entre ellos Francia e Inglaterra donde Oliverio inicia sus estudios de
derecho. Ramón Gómez de la Serna cuenta que Girondo, cuando entró en el
internado de la orden dominicana Albert-Le-Grand, en Arcuel, Francia, fue
expulsado por arrojar un tintero a su profesor de geografía, pues en unas de
sus clases el desatinado profesor dijo: “Buenos Aires, capital de Brasil”,
dejando asomar con ello su peculiar manera de ver el mundo.
Llega a un acuerdo
con sus padres: si él estudiaba lo que ellos querían (Derecho), ellos le
concederían el permiso y el financiamiento para “viajar por el mundo” cuando no
estuviera en periodo de clases, capricho atinadísimo que casi se cumple al pie
de la letra pues visitó casi toda Europa, algunos países de África y, tiempo
después, América. En esos tiempos se inicia como escritor pues en cada uno de
sus viajes lleva consigo una libreta donde tenía anotaciones de todo tipo:
desde fragmentos de conversaciones, hasta críticas muy agudas al arte del país
en curso.
Quiso conquistar el ritmo de la ciudad con sus palabras
sucias y su “fealdad”, el espíritu de una sensibilidad recién nacida para la
conformación de un nuevo paisaje: la creación del hombre; entra al mundo de la
fotografía y el dibujo para complementar ese minucioso gusto citadino.
Regresa a Buenos Aires donde escribe el manifiesto de
Martín Fierro, revista que formó parte del movimiento vanguardista argentino. En
ese tiempo conoció a Norah Lange con quien se casó en 1943..
Para Oliverio el arte del leguaje debía volver a la vida
sin respetar ni la moral burguesa, pues era falsa, ni las normas religiosas,
pues eran hipócritas, ridículas; haciendo por ello algunas parodias a la
tradición académica. En 1946 publicó Campo
nuestro y Versos al campo,
trabajos con los que reafirmó su carácter surrealista descolocado de la
realidad continuando con su burla hacia la identidad social seguidora de los
símbolos nacionales.
Tratando de alejarse de la “pureza de la poesía”, Girondo
emprende un llamativo proyecto para arrasar y contaminar con ello todas las
normas lingüísticas, lo llamó: En la
masmédula.
La vida
de este gran poeta, imperfecta y polémica, viajada, desbordante de tensiones
artísticas, Oliverio, alejado de toda norma, se pasea entre lo absurdo y lo
real construyendo así expresiones vibrantes llamadas poesía.
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