martes, 18 de noviembre de 2014

Tuxpan

Luis Armando Montes de Oca Reyes


Tuxpan Jalisco o Tuxpan Veracruz. Del primero hablaré enseguida y del segundo en otra ocasión lo haré. La palabra Tuxpan proviene del nahua Tochpan, del sustantivo Tochtli que significa conejo; y del sufijo –pan que significa lugar. Tuxpan quiere decir lugar de conejos. En este municipio se dio a conocer “El primer concurso de cuentos, relatos y leyendas 2014” donde me animé a participar con dos relatos que a mi juicio son extraordinarios, de poca importancia o tal vez por su contenido y forma son simplemente de uso común en la vida cotidiana que alguna vez me platicaron. La convocatoria no pedía raza, color, sexo, edad y nacionalidad…Según el jurado no fui yo el ganador, pero yo con el simple hecho de participar me sentí ganador. Por tal motivo mi estimado lector le doy a conocer tales colaboraciones que no cumplieron con el requisito acordado. Usted tiene la última palabra.




EL LOCO DE LA ESTACIÓN

Dicen los que saben que la estación de Tuxpan está maldecida, quizás poseída por los ángeles del demonio y que además tiene un encanto y un misticismo atroz e inesperado; según se cuenta que hace muchos años ahí vivía un hombre; él cual siempre estaba siempre atento cada vez que llegaba el tren, -pues a todos los viajantes que subían y descendían del “patas de fierro” el hombre les preguntaba que si de casualidad no habían visto a su hijo que se le perdió en ese lugar maldito donde se aparece “el loco de la estación”. -Entre el bullicio y la algarabía de los pasajeros, los vendimieros y los oriundos de la región se escucharon algunas palabras de aliento como:

-- ¡Suerte en tu búsqueda!
-- ¡Ten fe en Dios!
-- ¡No se desespere!
-- ¡Pronto lo encontraras!

Cuando el tren se retiraba a su destino todo volvía a la normalidad. El señor de aspecto deprimente que buscaba a su hijo, -decía que no sabía nada de él si estaba vivo o muerto, pero también señalaba: “tengo fe en Dios que lo encontraré porque mi fe es más grande que mi propia incertidumbre y si el viviera el día de hoy cumpliría 25 años”.

-Se retiraba el tren y el hombre hacia lo suyo. La gente comenzó hablar de él quién se ganó el apodo del “loco de la estación”. Hay quienes afirman que cuando la terminal ferroviaria se quedaba sola, era refugio de unos cuantos perros, de una soledad imprecisa y de un viento sin explicación real y palpable; dicen que el tipo se aparecía en el aquel edificio estructural lleno de misterios y conjuros sin resolver, de secretos exuberantes y prodigiosas narraciones que van de la mano de Dios Nuestro Señor; pero que cuando la gente le quería hablar a él para hacerle platica, el individuo corría como un loco despavorido quien se perdía entre vías férreas como cuando el viento se aleja lenta y minuciosamente que ni se le puede ver ni tocar, solamente sentir.   Nunca se podía hablar con el…Solo cuando el tren pasajero llegaba al lugar de los hechos.

-Un día de tantos pasó exactamente algo similar.
-Llegó el tren de Colima a Guadalajara.
-Preguntó por su hijo.
-Su mirada era triste, melancólica y piadosa.

De repente el portentoso “patas de fierro” se retiraba y un muchacho vestido de seminarista que portaba una biblia en la mano le dijo: “tu hijo emprendió su camino al cielo y para llegar a él pasó por el infierno y el purgatorio, búscalo en dirección contraria a esta locomotora y lo encontraras”. De pronto vio en el pecho del joven una medallita de la Virgen de Guadalupe que le había regalado a su hijo. -Al instante el señor quiso hablarle al joven, le gritó, y le levantó la voz, pero sus exclamaciones fueron en vano, el cowboy no se detuvo jamás. -Días después tomó sus cosas, sus recuerdos y dio principio a la búsqueda que lo atormentaba intensamente. -Primero pasó un puente y luego dos túneles. Al decir el tercer túnel se detuvo y notó que cercas de él había en un recoveco donde estaba la Virgen de Talpa; se inclinó y rezó profundamente; al poco rato se percató que frente a él estaba la medallita que justamente le había regalado a su primogénito cuando cumplió cinco años de edad. Cabizbajo y muy triste fue como entró al pasadizo que marcaria su vida. A la mitad del corredor gris y negro sintió un gran escalofrío en su cuerpo, su corazón se agitó, no podía creer lo que había visto; sus ojos se le llenaron de lagrimas al ver en la cueva a una persona muerta recargada en la pared, cuyas mismas características eran las de su retoño; al quererlo agarrar se oyó un ruido estrepitoso que cimbraba el tendido ferroviario, la obscuridad lo cegó por completo y no pudo contenerse ante tal impresión que se desmayó.

Pasó el tren pasajero y el señor aturdido por la máquina, se limpió sus ojos y cuando quiso voltear al socavón ya no estaba lo que él había visto; en su lugar se hallaban costales, basura, y otras tantas cosas más que no eran humanas; sino mas bien eran inhumanas de la propia naturaleza que Dios nos concedió. Su asombro era desorbitado, inhóspito; estaba impaciente -no sabía quehacer la obscuridad del pasillo le había quebrantado sus sueños e ilusiones y sobretodo la añoranza de volver a ver a su chiquillo travieso con vida y que fueran felices como antaño lo fueron; en su desesperación recorrió el lugar a pulso, <paso a paso> <de ida y de vuelta> y no encontró más que porquerías, inmundicia, desechos y olores nauseabundos que produjeron en “el loco de estación” tristeza, amargura, desconsuelo, angustia y desatino. En su desmoralización regresó al terreno donde había vivido por muchos años; donde su vida era solitaria, austera, ermitaña y antisociable. Cierto día llegó el tren nocturno a la estación y el tipo de aspecto desagradable que preguntaba por su retoño; decía que lo había visto muerto en el túnel número tres y poco después desapareció como se esfuma el humo en el aire; la gente no le hizo caso y nadie creyó en él. En esa ocasión no se dio cuenta que detrás de la ventana del carro pasajero iba un joven sentado leyendo el “texto divino” quien a su vez con su mano al viento le decía adiós al “loco de la estación” y éste quiso hablarle, le chilló y le alzó la voz; pero fue inevitable, el tren no se detuvo en ningún momento.

-Confundido por los acontecimientos. -Llorando de rabia y de coraje se sentó en la vía frente a la terminal ferroviaria; sus recuerdos y su razón de ser le dijeron que su chaval estaba muerto, que lo mató un impúber de su misma edad que se aparece en tal túnel y dice la gente que ese niño era el mismísimo Diablo en vida. -Sentado en la vía y mirando al horizonte escuchó el llanto de un niño que le expresaba: “papá déjame descansar, estoy en un lugar muy bonito donde hay muchos niños y quiero seguir jugando”.

El señor elevó su mirada al cielo y buscando la voz que le hablaba, la cual se perdía con el vaivén de las hojas de los árboles, se distorsionaba con los ladridos de un perro y con el hermoso viento de invierno que no daba pie a que la gente llegara con el señor a consolarlo, mucho menos hablar con él. Desde entonces se oyen lamentaciones del niño desaparecido buscando a su papá y los gritos de clemencia y de piedad del joven asesinado, los cuales se escuchan desde el túnel hasta la estación, en la cual se aparece un hombre no muy sensato ni razonable; al contrario, incongruente e irracional que se desaparece ante la multitud y cuando llega el tren camina entre la gente por la estación; al día de hoy ese hombre es un misterio que ronda por las noches en los andenes del edificio estructural con teja y bardas de adobe; al día de hoy es una leyenda mística, extraordinaria y espiritual; la gente que ha visto al señor de cerca y que ha platicado con él es porque su fe es más grande e inmensa que el mismo infinito, que lo eterno, lo perdurable, lo inmortal; palabras más palabras menos- que si bien eran del joven seminarista que iba leyendo la Biblia través de la ventanilla del tren pasajero.

LA JOVEN DE NEGRO

Tuxpan de mi vida, Tuxpan de amor, regálame esta noche y dame tu corazón. -Son los versos que escribió, -que contaba en el tren pasajero la joven que viajaba a Tuxpan y que nunca llegó a ese pueblo fantástico de donde era originaria. Esa mujer abordaba el tren en la ciudad de Guadalajara y con los pasajeros hablaba maravillas de su lugar de nacimiento. Sentada o parada no dejaba de lamentarse por que tuvo que dejar su pueblo natal al cual anhelaba tanto volver y ser feliz como cuando era la princesa de su señor padre. La jovencita que vestía de color oscurecido, en ocasiones subía al tren en el puerto de Manzanillo y no está por demás decir que contaba exactamente lo mismo, hablaba maravillas de Tuxpan -que si era de Jalisco, -de Colima o bien que pertenecía a una cultura ancestral y docente. Los recorridos que perpetró esta fémina son historia, son recuerdos que viven en suspenso, -si son reales o son cuentos inventados o en su defecto son lamentos y sueños que no pudieron realizarse.

La tierna muchacha que vestía de negro actualmente es inspiración para todos aquellos que viajaron en el tramo ferroviario Guadalajara-Manzanillo en especial para aquel niño que se enamoró profundamente de la joven que le profirió: “Tuxpan es un pueblo místico, mágico, encantador y enigmático; es increíble por su historia; es maravilloso por sus cuentos, leyendas y relatos, los cuales nos llenan de gozo, de alegría, de ímpetu. Narraciones extraordinarias como por ejemplo: el arco de los ahorcados, la procesión fantasma, la carretera de la muerte, el tamborilero sin cabeza, la mujer fantasma del tren nocturno, el diablo a caballo, la puerca negra y el tren fantasma, entre muchas más. Tuxpan es conocido como “el pueblo de la fiesta eterna”, su clima es cálido y acogedor. Sus danzas son indiscutibles, entre las que destacan se encuentran: los paixtles, los sonajeros y los chayacates. Las calles como los barrios son el vivo retrato de su cultura, de sus tradiciones y de sus no muy contadas y famosas costumbres. Hablar de la calle Mariano Escobedo, del barrio del cuervo, del grito de la llorona por el rumbo del Salaton, la cruz blanca, la calle del panteón y la estación ferroviaria son sinónimo que Tuxpan no morirá jamás ante el ocaso del viento frio y tenebroso que se vive en altamar. Los tacos de la estación y la cuachala son piezas fundamentales en su gastronomía. El cerro del Cihuapilli es un recinto glorioso por su haber; la virgen de Guadalupe lo cuida como un sempiterno del saber. Resguarda en su interior la visita de las multitudes que acuden en su día”.

Ese niño recuerda que le escribió:
--¡Eres muy bonita!
Y la joven le contestó:
“Mi vida se iluminó con tu linda sonrisa pero hoy te digo adiós, tu destino quizás lo encuentres en el mar en una tarde de invierno; mientras tanto el mío será morir de dolor, de angustia en esta travesía ferroviaria donde el tren se descarrile y quiebre en mil pedazos como está mi corazón por tu ausencia y desamor. La desesperanza y la agonía de no vivir, de no poder contemplar mi Tuxpan adorado eso me desanima y me mata de tristeza”.

-Ese niño hoy en día es todo un hombre quien recuerda lo siguiente:
Tuxpan eres un bello pensamiento, eres un paisaje en la realidad.
Un millón de rosas blancas cortare para ti en abril.
Xilófono es tu instrumento musical de inspiración para tu gente.
Princesas son tus mujeres y pulcros son sus quehaceres.
Armándome de valor escribí esta historia que no he leído jamás.
Nacional como internacional es tu vida y tu forma de ser. 

Un acróstico que escribió la joven hermosa y que fue rescatado por un niño enamorado. –Los viajeros la recuerdan con tanto esmero que dicen que las cosas que platicaba eran tan preciosas y tan solemnes como la vida espiritual de Dios. Los pasajeros que la conocieron dicen que era muy hermosa pero que desgraciadamente no podía volver a su lugar de origen porque el Diablo se apoderaría de ella…porque según era un ángel divino enviado del creador a través de una estación, estación ferroviaria o estación del año; cuestiones que se preguntaba la gente de distintas partes de la región.


Escritor colimense.

No hay comentarios:

Publicar un comentario