lunes, 26 de enero de 2015

La varia invención de todos los días, o el oído atento de Vicente Preciado

Ricardo Sigala


Juan José Arreola es una de las voces más auténticas y geniales de la literatura del siglo XX, la admiración que le tuvieron figuras de la talla de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar lo atestigua. El zapotlense tuvo una rica y variada imaginación para dar a conocer su legado cultural y literario. Sus libros, poblados de una prosa magnífica, culta y elegante, contienen relatos que forman parte del canon no sólo de la literatura mexicana. Arreola también apostó por el teatro, los talleres literarios, el trabajo de edición, el periodismo cultural tanto en la prensa escrita como en la televisión. Fue además un gran maestro oral y excelente interlocutor, le contó una parte de su vida a Fernando del Paso en el famoso De memoria y olvido



Una forma muy particular, y muy poco conocida, de herencia de su conocimiento, fue la charla cotidiana, se me ocurre llamarla la varia invención de todos los días; no aquella histriónica o pedagógica de las entrevistas a los medios o las conferencias o clases de literatura, sino el Arreola de a pie, el Arreola de todos los días, el de sus lecturas diarias, sus recuerdos librescos o biográficos en el suceder natural de los días, el que goza o sufre una película, el que escucha música, que baja al centro de Zapotlán a hacer las compras, ese personaje de carne y hueso que a la vez tiene la magia de no dejar nunca el genio de la memoria y de la inteligente, lúdica y a veces sufrida, apreciación de la existencia. Esa forma de acercarse a Arreola está materializada en el libro Apuntes de Arreola en Zapotlán,  en el que Vicente Preciado Zacarías supo interpretar esta insólita manera de hacer literatura de su maestro y amigo.

Apuntes de Arreola en Zapotlán es monumental por sus dimensiones, por la cantidad de tiempo y de trabajo implicado en él, por la cantidad de libros consultados, por los anexos eruditos y oportunos, pero además es enorme porque se trata de un documento de un valor incuantificable para conocer la obra de Arreola, Emanuel Carballo declaró tras leer la primera edición de 2004: “yo que me jacto de conocer como pocas personas en México a Arreola, me siento como un muchacho al que le faltan muchas cosas para entender cabalmente al gran escritor de Zapotlán. Es un libro precioso, magnífico, digno de  leerse”. Pero también es importante porque puede ser un libro de cabecera que nos acompaña en nuestros días, los aciagos y los luminosos, para regalarnos con una frase brillante, con el milagro de la belleza, con un destello de humor hilarante y en ocasiones corrosivo, como una guía de lecturas que nos ayude a intentar comprender la cultura y la condición humana.       

Este libro guarda conversaciones realizadas entre Arreola y Preciado durante ocho años, entre mayo de 1983 y enero de 1991, además de años de selección y estudio de sus contenidos. En su nueva edición, 2014, cuenta con casi 650 páginas, un índice onomástico con cerca de 600 nombres, un anexo con las ediciones mencionadas por Arreola –editorial, lugar y año de publicación- que suman cerca de 600, y finalmente, cuenta con un anexo con  más de 250 notas biobibliográficas de autores que aparecen en las conversaciones.

La primera edición de Apuntes de Arreola en Zapotlán se publicó en 2004, diez años después aparece la segunda, en esta ocasión patrocinada por el Ayuntamiento de Zapotlán de Zapotlán el Grande, se trata de una edición en la que se han corregido erratas y se han depurado algunos datos, se han incorporado nuevos pasajes, además de los citados anexos onomásticos y bibliográficos.
Estamos ante un libro de culto, un libro que se cita en los más diversos estudios sobre Arreola en el mundo. He sido testigo de escritores, lectores y críticos literarios de Europa, de norte y Sudamérica en busca de un ejemplar, un volumen que se atesora, que hace mucho se encontraba agotado y que hoy vuelve a ver la luz.

Hay en este libro una virtud que me gusta destacar, el oído atento de Vicente Preciado y la sabiduría de participar en una conversación con prolongados silencios, con dudas y provocadoras alusiones para que Arreola inundara las tardes con su fértil y generosa palabra. Esta obra en colaboración,  esta otra varia invención de la palabra de Arreola.


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