Ricardo Sigala
Juan
José Arreola es una de las voces más auténticas y geniales de la literatura del
siglo XX, la admiración que le tuvieron figuras de la talla de Jorge Luis
Borges y Julio Cortázar lo atestigua. El zapotlense tuvo una rica y variada
imaginación para dar a conocer su legado cultural y literario. Sus libros,
poblados de una prosa magnífica, culta y elegante, contienen relatos que forman
parte del canon no sólo de la literatura mexicana. Arreola también apostó por
el teatro, los talleres literarios, el trabajo de edición, el periodismo
cultural tanto en la prensa escrita como en la televisión. Fue además un gran
maestro oral y excelente interlocutor, le contó una parte de su vida a Fernando
del Paso en el famoso De memoria y olvido.
Una forma muy particular, y muy poco conocida, de
herencia de su conocimiento, fue la charla cotidiana, se me ocurre llamarla la
varia invención de todos los días; no aquella histriónica o pedagógica de las
entrevistas a los medios o las conferencias o clases de literatura, sino el
Arreola de a pie, el Arreola de todos los días, el de sus lecturas diarias, sus
recuerdos librescos o biográficos en el suceder natural de los días, el que
goza o sufre una película, el que escucha música, que baja al centro de
Zapotlán a hacer las compras, ese personaje de carne y hueso que a la vez tiene
la magia de no dejar nunca el genio de la memoria y de la inteligente, lúdica y
a veces sufrida, apreciación de la existencia. Esa forma de acercarse a Arreola
está materializada en el libro Apuntes de
Arreola en Zapotlán, en el que
Vicente Preciado Zacarías supo interpretar esta insólita manera de hacer
literatura de su maestro y amigo.
Apuntes de
Arreola en Zapotlán es monumental por sus dimensiones, por la cantidad de
tiempo y de trabajo implicado en él, por la cantidad de libros consultados, por
los anexos eruditos y oportunos, pero además es enorme porque se trata de un
documento de un valor incuantificable para conocer la obra de Arreola, Emanuel
Carballo declaró tras leer la primera edición de 2004: “yo que me jacto de
conocer como pocas personas en México a Arreola, me siento como un muchacho al
que le faltan muchas cosas para entender cabalmente al gran escritor de
Zapotlán. Es un libro precioso, magnífico, digno de leerse”. Pero también es importante porque
puede ser un libro de cabecera que nos acompaña en nuestros días, los aciagos y
los luminosos, para regalarnos con una frase brillante, con el milagro de la
belleza, con un destello de humor hilarante y en ocasiones corrosivo, como una
guía de lecturas que nos ayude a intentar comprender la cultura y la condición
humana.
Este libro guarda conversaciones realizadas entre Arreola
y Preciado durante ocho años, entre mayo de 1983 y enero de 1991, además de
años de selección y estudio de sus contenidos. En su nueva edición, 2014,
cuenta con casi 650 páginas, un índice onomástico con cerca de 600 nombres, un
anexo con las ediciones mencionadas por Arreola –editorial, lugar y año de
publicación- que suman cerca de 600, y finalmente, cuenta con un anexo con más de 250 notas biobibliográficas de autores
que aparecen en las conversaciones.
La primera edición de Apuntes
de Arreola en Zapotlán se publicó en 2004, diez años después aparece la
segunda, en esta ocasión patrocinada por el Ayuntamiento de Zapotlán de
Zapotlán el Grande, se trata de una edición en la que se han corregido erratas
y se han depurado algunos datos, se han incorporado nuevos pasajes, además de
los citados anexos onomásticos y bibliográficos.
Estamos ante un libro de culto, un libro que se cita en
los más diversos estudios sobre Arreola en el mundo. He sido testigo de
escritores, lectores y críticos literarios de Europa, de norte y Sudamérica en
busca de un ejemplar, un volumen que se atesora, que hace mucho se encontraba
agotado y que hoy vuelve a ver la luz.
Hay en este libro una virtud que me gusta destacar, el
oído atento de Vicente Preciado y la sabiduría de participar en una
conversación con prolongados silencios, con dudas y provocadoras alusiones para
que Arreola inundara las tardes con su fértil y generosa palabra. Esta obra en
colaboración, esta otra varia invención
de la palabra de Arreola.
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