Antonio Navarro
Bien sabemos que las necesidades
básicas de una comunidad cualquiera, que garanticen un nivel de vida digno y
respetable, están sustentadas en cubrir los servicios elementales en todo el perímetro
de una ciudad, barrio, colonia o delegación en la que habiten y compartan su
vida diaria las personas, sea en lo individual,
o en familia, y que en términos de estructura social y de administración
de recursos, se define como el Cabildo (del latín “capitulum”, que significa “a la cabeza”), y el cual consiste en un sistema o corporación
municipal creado antiguamente en Las Indias (América y Las Filipinas)
por el imperio español con el fin de administrar ciudades y villas.
Bajo esta primicia fundamental es que los
candidatos que buscan el voto que les
lleve a gobernar y/o gestionar recursos
para los diversos grupos sociales, definen
sus propuestas de campaña con la promesa, que no compromiso, en asegurar al ciudadano los servicios esenciales si es que resultan favorecidos en
la elección.
Servicios básicos, sí. Sin duda: primero
lo primero; ya luego veremos qué hacemos
con los restantes derechos y beneficios que demanda la ciudadanía, y a reserva de no ser considerados como
prioritarios, bien pueden esperar el tiempo de los justos para incluirlos en la agenda postrera de cada
político.
Y es, precisamente, en el tema de “cultura” donde podemos dar cuenta de cómo los
candidatos en campaña la relegan, no a un segundo término, sino a un extremo del rincón de las
prioridades; a fin de cuentas la cultura es, según ellos, un pasatiempo que
suelen confundir con el mero entretenimiento. Ni modo, su nivel intelectual no
da para más. Pero se les olvida que la
cultura ya está estipulada en nuestra Constitución como una prioridad. A partir
del 2008 el Senado de la República aprobó reformas para elevar a rango
constitucional el derecho de los mexicanos al acceso a la cultura. Por lo
tanto, deseamos que este tema sea considerado de una vez por todas con la
debida seriedad, como parte fundamental en la convivencia de toda comunidad; pero no sólo llevando actividades o “eventos
culturales” a las colonias, sino alcanzar el máximo nivel de expresión y
conocimiento a través de un movimiento cultural que sólo pueden cumplir los propios
artistas e intelectuales dentro de su comunidad, y más allá; esto es, proyectar
la creación artística e intelectual de nuestros hombres y mujeres de la cultura
zapotlense hacia otras latitudes: que nuestros pintores expongan en galerías y
museos “de a de veras”, que nuestros escritores publiquen en las connotadas
editoriales de México y del extranjero, que nuestros músicos se presenten en
las grandes salas de concierto, que los teatristas hagan dramaturgia en los
principales teatros fuera de nuestra región… Es decir, mostrar esa identidad
cultural que define a Zapotlán como “cuna
de grandes artistas”, pero no sólo yendo a Zapotiltic, a Gómez Farías o Tuxpan, sino aspirar a proyectar a lo grande este
movimiento cultural que en teoría presume tener nuestra región, pero que en la
realidad todavía tenemos y hacemos una cultura muy doméstica.
Para poder lograrlo tenemos que dejar que
sean ellos, los artistas e intelectuales, quienes transformen este mundo real en una
propuesta de visión con sensibilidad y pensamiento crítico. Quienes hacen y ejercen su labor desde el
ámbito cultural tienen los elementos para demostrar que el arte en sus diversas
manifestaciones provoca en el ser humano un estado de sensibilidad tal que le
permite ampliar sus rangos de percepción, asimilación y conocimiento en todos
los sentidos, que se activan al momento de una experiencia estética, y más aún,
en el intercambio de ideas y razonamientos por vía de la lectura de contenidos
substanciales para nuestro crecimiento como personas. Es precisamente ahí donde
muchas de las veces un gobierno absolutista y arrogante (como los tenemos
actualmente) suele subestimar la cultura y terminan por retroceder todo avance
alcanzado con anterioridad.
Ya es tiempo pues, de una vez por todas,
si es que en verdad los candidatos en turno son sensibles e inteligentes, de
cambiar el concepto de cultura que deseamos para trascender tiempos y fronteras:
No a una cultura populista, no a una cultura panteonera saturada de homenajes
post mortem, no a una cultura lapidaria de discursos. No a una cultura de
pasatiempos y entretenimientos…Vayamos por una cultura de nuevas propuestas
estéticas, de ideas y conceptos de vanguardia que trascienda este tiempo que
nos ha tocado vivir.
navarro1958@prodigy.net.mx
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