José de Jesús Juárez Martín
La nueva religión. El Cristianismo
Después de la conquista, el dolor de los vencidos y la euforia de los españoles, se vivió una etapa de bonanza económica en la Nueva España durante la segunda mitad del Siglo XVI y durante el Siglo XVII, como consecuencia del descubrimiento de ricas minas al norte y de que buena parte de la plata se invirtiera en la misma colonia, se reflejó el desarrollo cultural y artístico del virreinato.
A finales del Siglo XVI se puede asegurar que la primera etapa de la evangelización llegaba a todos los territorios conquistados y apareció una nueva fuerza naciente en 1531: el “guadalupanismo”, entendido como manifestación de fe, confianza en la intercesión segura ante Dios a favor del pueblo conquistado por parte de la Santa Virgen de Guadalupe, después de su aceptación, la administración del culto, orientaciones y restricciones quedó en manos de los misioneros franciscanos y después de clérigos de la ciudad de México.
A partir de ese entonces la construcción de conjuntos conventuales se distinguirá por la grandiosidad y magnificencia, había pasado el tiempo de pequeñas capillas, casas y edificios modestos.
La decoración interior y exterior fue cuidadosa como la funcionalidad arquitectónica. Se dispuso de espacios grandes y holgados, previendo todos los servicios a la totalidad del pueblo, porque había unidad religiosa ante el cristianismo romano, identificado como católico.
La Iglesia, institución religiosa, se mostraba en sus templos y la jerarquía clerical. Los recintos sobrios se crecían hasta tener conjuntos barrocos y neoclásicos admirables, extensos, patrimonio nacional que se integra a partir del Siglo XVII. Para la edificación se contó siempre con abundante mano de obra de los catequizados y para la decoración, el sentido artístico de los vencidos afloró su creatividad con sus signos prehispánicos entrelazados con símbolos de la nueva religión.
Los conventos fueron centros de actividades religiosas, culturales y por supuesto sociales y en casi todos los casos se organizaban talleres para aprendizaje de artes y oficios, como preparación para las necesidades de la comunidad y ocupación de la fuerza juvenil.
Entre los purépechas, en lo que ahora es Michoacán, Don Vasco de Quiroga marcó su apostolado con la organización de la comarca dando a cada población una artesanía diferente que aun se conserva y socializó a los temerosos habitantes después del paso cruento de Nuño Beltrán de Guzmán.
Las pinturas dentro de los conventos reflejaban temas motivadores a la reflexión, escenas de la vida, pasión y muerte de Cristo; la historia de la orden, su fundador, alegorías bíblicas y marianas. Los exteriores con esculturas de cantera de los apóstoles, arcángeles, Cristo, dignatarios religiosos, y toda clase de adornos de la lucha del bien contra el mal en alegorías perfectas a la fachada del barroco, churrigueresco, neoclásico o de un eclecticismo arquitectónicos en especial de edificios catedralicios que se convertían en iconos del lugar e incentivando a otras construcciones.
Los primeros frailes evangelizadores se dedicaron con ayuda de sus alumnos a recuperar históricamente el pasado prehispánico, aunque primero quemaron códices por considerarlos heréticos. Fray Bernardino de Sahagún destaca entre otros como uno de los más destacados en la pretendida recuperación.
Otros frailes y clérigos se convirtieron en historiadores de la Nueva España, continuando la obra de Bernal Díaz del Castillo, cronista de la conquista de México, entre ellos destacan también las cartas de relación de Hernán Cortés, Juan de Torquemada, Fray Miguel de Guevara, Francisco de Florencia, Bernardo de Balbuena, todos ellos cronistas. Fernando de Alva Ixtlixóchitl, hijo de cacique indígena destaca como traductor e historiador.
La imprenta llegó a México en los albores de la colonización en 1539 y fue la herramienta multiplicadora de textos, de vocabularios indígenas, crónicas de sucesos y personajes, libros religiosos, la Biblia, historias locales, etc. Definitivamente a pesar de los pocos años de colonización, menos de 20, los pueblos conquistados vivían otra realidad, dolorosa de abatimiento, pero abrevaban la cultura europea forzados o por aceptación y el mestizaje operaba con los nuevos elementos, ideología, idioma, religión, herramientas, productos agrícolas, plantas, árboles, se iniciaba el mestizaje cultural como el sociológico ya era una realidad.
El guadalupanismo aparece en 1531 y es agente de conversión a la religión católica que dio cohesión e identidad a los pueblos en un mestizaje naciente. La inculturación en los pueblos colonizados y en los mismos criollos se dio en forma pacífica, amorosa que trasciende las fronteras y se acepta como la Emperatriz de América Latina Actualmente hay escritores que consideran a la Virgen de Guadalupe como “Escudo de nuestra Patria y Libertad”.
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