Jorge Mauricio Barajas Pérez
Guillermo de Alba y Gómez de la Peña
nació en la Ciudad de México el 10 de febrero de 1874. Hijo del Dr. Saturnino
de Alba y Frías originario de Zacatecas, quien casó con Dolores Gómez de la
Peña. Hacia 1885 se traslada la familia a vivir a la ciudad de Guadalajara, ahí
el joven Guillermo de Alba obtiene el título de Ingeniero Topógrafo Agrimensor
en noviembre de 1895, egresado de la Escuela Libre de Ingenieros que fundara el
Ing. Ambrocio Ulloa. Prolífico arquitecto realizó innumerables proyectos la
mayoría de ellos en Guadalajara y
Chapala a la cual contribuyó a su crecimiento y desarrollo al ser responsable del proyecto y construcción de la
Estación de Ferrocarril en la población ribereña. Fuera de estos dos sitios, su
obra es escasa, se enumeran el proyecto del Banco de Guanajuato en la propia
capital y el Hospital Romero Gil en la ciudad de Ameca.
La Colección de
Monografías de Arquitectos del Siglo XX, en su volumen 5 dedicado a Guillermo
de Alba no enumera el proyecto realizado en Zapotlán el Grande.
Pero antes un
par de datos, una leyenda y una historia. En el artículo publicado en el
periódico “El Vigía”, “Lo que por tradición se sabe del Santuario de Guadalupe”
de Don Esteban Cibrián, el cronista sin título de Zapotlán, rememora la leyenda
de Lorenza Venegas una humilde pastora
de ovejas a quien en cierta ocasión se le “apareció” la Virgen
acompañada de un niño a su lado y le manifestó su deseo de que se le
construyera un templo en un lugar específico del pueblo, precisamente en donde
la actual calle de Reforma se bifurca de oriente a poniente. En la sexta década
del siglo 19, ahí se encontraba un tendejón con dos puertas con vista hacia la
montaña oriente que era atendido por “la guajolota”, una mujer que se dedicaba
a la crianza de dichos animales. La joven pastora pidió limosna y terminó por
comprar el terreno solicitado e iniciar la construcción de la capilla que en
sus inicios fue de adobe. En el pueblo se empezó a consolidar la devoción a
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, a quien se dedicó la pequeña capilla y ya
para el 29 de agosto de 1878, el Padre Antonio Zúñiga Ibarra mandaba una carta
al entonces Obispo Pedro Loza y Pardavé, solicitando permiso para celebrar misa
en la citada capilla. La aprobación llegó el 3 de septiembre del mismo año.
La devoción al
“Santuario” de Nuestra Señora del
Sagrado Corazón creció, pronto la capilla fue insuficiente para dar cobijo a
los fieles que acudían a venerar a la milagrosa imagen.
Por 1890 se
formó la Conferencia de Nuestra Señora de Guadalupe, una asociación caritativa
que daba comida y vestido a los pobres del pueblo. El 7 de Junio de 1911 un
temblor de 8 grados en la escala de Richter sacudió a Zapotlán, “la fatídica
muerte cernía sus alas enlutadas en el espacio y agitaba donairosa su guadaña
ensangrentada” escribiría más tarde el Siervo de Dios, el Presbítero Silviano
Carrillo Cárdenas, párroco de Zapotlán. Pronto el Señor Cura Carrillo y el Jefe
Político Don Federico Arias se unieron en apoyo y socorro de la población, la
Conferencia de Nuestra Señora de Guadalupe tomó parte activa y los ricos
terratenientes formaron la Asociación “La gotita de leche” para ayudar a los
niños pobres.
El incansable Padre Silviano Carrillo, dividía
su tiempo entre la Asociación de San Vicente de Paúl que socorría a los
enfermos y heridos, la Asociación de “la gotita de leche” que repartía leche a
los pobres buscando superaran su desnutrición, una idea vanguardista para esos
años, trabajaba en que el alumbrado público fuera una realidad en el pueblo
donde desarrollo su vida pastoral, y entre tanto se reunía con los poderosos
hombres de Zapotlán para buscar la construcción de nuevo del destruido
Santuario. En reunión del 7 de Junio de 1911, en la casa cural se reunieron Don
Benigno, don Celso, don Librado y don José Dolores Vergara, Don Juan E.
Palomar, Don Domingo Hinojosa, vecino del barrio del Santuario y Don Vicente
Castellanos, formando la “Asociación Constructora del Santuario Guadalupano”,
ahí se determinó que el nuevo Santuario estuviera dedicado a la Guadalupana y
no a la Virgen del Sagrado Corazón, cada integrante se comprometió a aportar 20
mil ladrillos, y solicitar a la familia Gómez del Castillo Negrete, dueños de
la cercana Hacienda de Huescalapa que residían en Guadalajara pero con casa en
Zapotlán, el total de la piedra y cal que se necesitara para la construcción.
La Asociación
Constructora del Santuario Guadalupano solicitó la intervención de un
acreditado arquitecto para la elaboración del proyecto que debería ser
autorizado por el Arzobispado en Guadalajara. Desconozco quien fue el enlace
para que el proyecto recayera en el ya famoso Arquitecto Guillermo de Alba,
pudieron ser los Gómez del Castillo Negrete, los Palomar o incluso los Paulsen
que tenían la sucursal de su ferretería “La Palma” en Zapotlán quienes
influyeron en la decisión, lo cierto es que para el 16 de octubre es decir solo
cuatro meses después de iniciadas las juntas de obras, el proyecto era
presentado en Guadalajara y autorizado por el Arzobispo José de Jesús Ortiz. El
Arq. De Alba realizó una artística
maqueta en yeso, misma que se trajo a Zapotlán para exhibirse en algunos
comercios y estimular donaciones o contribuciones de la población. El ingeniero
ejecutante fue Don Plutarco Garciadiego, así el Santuario de Guadalupe fue el
“primer templo de concreto de Jalisco”.
De acuerdo al
historiador de arquitectura, Mtro. Jesús Najar, el diseño de El Santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe “está basado
en la combinación de elementos historicistas en una envolvente moderna. Al ser
una obra ya tardía de De Alba, se aprecian avances constructivos en el uso del
concreto, y elementos formales propios de su etapa formativa en la Escuela de
Arquitectura de Chicago. La compacta fachada está compuesta por tres calles claramente
marcadas en sus funciones por dos torres y el paramento central ligeramente
remetido que genera el ingreso principal. Tres niveles, o cuerpos, definen
horizontalmente al Santuario, y cada uno mantiene su lenguaje propio. El primer
cuerpo y basamento es más rústico severo, definido por gruesas pilastras
almohadilladas y separado del cuerpo central por un cornisamiento clásico. El
segundo nivel contiene la singular ventana del coro que está compuesta de un
rosetón y ventanería en abanico. El último nivel contiene un frontón con reloj
y una balaustrada cerrada con medallones en cada torre. Las torres son de
planta octagonal y apenas destacan sobre la balaustrada. Las tres cúpulas del
edificio son construidas en tramos a modo de gajos, técnica que fue utilizada
por primera vez en el Renacimiento por Brunelleschi en la Catedral de
Florencia. Las fachadas laterales son más libres y simples en su composición,
destacando ventanería del transepto, la cual es una interpretación moderna de
la arquitectura del periodo Románico.
El interior es
una sola nave cubierta por bóvedas planas de concreto sostenidas por un sistema
de trabes expuestas y entrecruzadas a manera de artesonado. La ejecución del
interior es meramente moderna, siendo al mismo tiempo un alarde y un homenaje a
la ingeniería, donde la estructura es la que produce la calidad espacial y
estética”, hasta aquí la opinión del experto.
Finalmente, solo
nos queda agregar que quizá el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe no sea
el único proyecto arquitectónico del Arq. Guillermo de Alba en Zapotlán.
Posterior investigación arrojará luz al respecto.
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