viernes, 11 de marzo de 2011

La eternidad de Bambi

José Luis Vivar

Al despuntar la década de los cuarenta del siglo XX, los Estados Unidos participaban en la Segunda Guerra Mundial, tanto en Europa como en el Pacífico. Miles de jóvenes y no tan jóvenes eran reclutados día con día para que ser enviados al frente. Los asuntos bélicos se trataban como temas de conversación y llenaban los espacios de la radio y las páginas de los periódicos. El cine no podía ser la excepción, pero poco a poco el público comenzó a buscar otras variantes porque comenzaba a cansarse de ver en la pantalla lo que leía y escuchaba.

            Siguiendo esta línea, los Estudios Disney apostaron por un proyecto que el mismo Walt encabezaba con su equipo desde 1936, -cuando participaban en la producción del primer largometraje animado: Blanca Nieves y los siete enanos (David Dodd, 1937)-. El texto en el cual se basaban para la nueva película de dibujos animados era Bambi, una vida en el bosque, del escritor austriaco Felix Salten, y publicado en 1923.

            Más que una simple adaptación, Bambi es un retrato de la vida en el bosque, donde su protagonista es un ciervo de cola blanca -en vez del corso de la historia original-, que vive infinidad de aventuras con sus amigos como son el conejo Tambor, la zorrilla Flora, y la cierva Faline, a la postre su pareja. 

            Llama la atención que los animalitos en ningún momento actúan como seres humanos, sino que sus movimientos y actitudes son propias de la especie a la cual pertenecen, lo mismo el búho dormilón, que las legiones de aves, y por supuesto el ciervo que en compañía de sus padres viven en una especie de paraíso terrenal, hasta que son sorprendidos por las fuerzas de la naturaleza y por un depredador: el hombre.

           Considerada erróneamente por algunos como una cinta que exalta la ternura hasta volverla un asunto cursi, esta película tiene toda la intencionalidad de resaltar valores como la amistad, el respeto hacia los demás, la empatía y la solidaridad. Sin que se trate de un panfleto yanqui pro bélico –debido a que los Estudios Disney apoyaban con su talento y recursos a la causa-, es un llamado a la unión cuando se avecinan tiempos difíciles, donde se dejan a un lado las diferencias para saber enfrentar las adversidades.

Es también una enseñanza para darnos cuenta que los animales dejan de ser cachorros juguetones para volverse adultos y desempeñarse como corresponde a su propia naturaleza instintiva. Algo que a muchos les cuesta entender.

            Dirigida por David Hand en 1942, la mencionada cinta resultó ganadora de tres estatuillas (Premios Óscar) de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas: Mejor Sonido, Mejor Canción y Mejor Música Original. Pese a que en su estreno tuvo un tibio recibimiento, con el paso de los años se fue afianzando hasta convertirse en otro clásico de Disney que hoy podemos seguir disfrutando, tanto las nuevas generaciones como los que alguna vez fuimos niños. No cabe duda, Bambi sigue siendo tan eterno como su inolvidable mirada.

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