martes, 30 de agosto de 2011

Canción Inmortal: Bésame Mucho

José Luis Vivar


Consuelito Velázquez estaba predestinada para ser compositora. Ella misma decía que comenzó con la música antes de hablar. Cuando contaba con sólo 2 años de edad, se acercaba al piano de la casa –sí la misma donde nació en esta ciudad-, para tocar pequeñas melodías. Melodías pegajosas que los integrantes de su familia aprendían y tocaban en el teclado. Además, en vez de jugar con las muñecas francesas que sus padres le obsequiaban, prefería el piano. De modo que, convencidos de que esa pequeñita no quería otra cosa que música, le obsequiaron un pianito de un octavo. 

            Con dicho juguete, inventaba tonaditas, jugaba –tal vez sin saberlo-, a ser compositora. De nueva cuenta, sus progenitores acabaron convencidos que esa niña no tenía remedio. Su vida iba a estar ligada a la música. Así, que poco antes de cumplir los 4 años, la inscribieron en la Academia Serratos, la única que contaba con un piano en Zapotlán.

            En una entrevista concedida a Elena Poniatowska y publicada en La Jornada (2003), Consuelito hablaba de la emoción que le resultó tocar en un teatro -¿Sería el que estaba, donde ahora se localiza el Instituto Silviano Carrillo?-, siendo muy pequeñita. Sus diminutas manos interpretaron una breve melodía. Debió ser curioso para el público no poder verla y tener que conformarse con apreciar sus piernas colgando del banco.

            Al terminar su participación, el propio maestro Serratos la tomó en sus brazos y se la entregó a su señora madre que amorosa la recibió. Poco tiempo después, la familia Velázquez partiría a Guadalajara, y a los 6 años la compositora iniciaría sus estudios de música. Sin embargo, su estancia en la Perla Tapatía sería por muy tiempo. Antes de alcanzar la primera década de vida, cambió su residencia a la ciudad de México, donde más tarde se convertiría –además de compositora-, en pianista concertista y maestra de música.

            Su talento como intérprete de grandes maestros la consagraron, pues es poco conocido que esta artista zapotlense era una extraordinaria intérprete de Debussy, Bach, Ravel y Beethoven, por mencionar solo algunos. Pese a ello, su vocación estaba en el arte de hacer canciones; como ejemplo de ese innegable talento es posible mencionar esa hermosa melodía que arrancó de las teclas del piano, y a la cual más tarde puso letra, titulándola con dos palabras que la harían inmortal: Bésame mucho.

            Lo curioso del caso es que ella tenía 17 años, jamás había sido besada, y algo por demás increíble, decidió guardarla. Sí, porque esta hermosa canción fue grabada por primera vez en 1941 por Emilio Tuero, y casi al mismo tiempo por Andy Rusell en Estados Unidos.
           
En sólo unos meses Bésame mucho se convirtió en un éxito, sobre todo en el extranjero. Millones de jóvenes parejas se veían obligadas a separarse por la Segunda Guerra Mundial. Más que una canción amorosa, era un himno que empezó a interpretarse en diferentes idiomas, hasta literalmente darle la vuelta al mundo. Autora y canción pasaban a formar parte de la inmortalidad.  

Y es que la sonoridad de dicho tema es envolvente. La combinación de acordes menores extendiendo una melodía hasta alcanzar los bordes que comunican al infinito, se transforman en ese contraste con que arranca la segunda parte. Si hay algo maravilloso es que sus armonías no se parecen a ninguna otra canción. En tiempos más remotos podría pasar como una sonata firmada por algún maestro clásico.

            Mario Lanza, The Beatles, Ray Conniff, Pedro Infante, Plácido Domingo, Frank Sinatra, José
Carreras, y miles, sí, miles de artistas han hecho y continúan haciendo de esta bella canción infinidad de versiones en todos los ritmos. Asimismo, ha servido como fondo de un buen número de películas mexicanas y extranjeras. Su perfecta armonía ha permitido que esta canción sea atemporal, es decir que no envejezca. Debido a eso, cada día que pasa siempre hay alguien en algún punto de este planeta dispuesto a grabarla.
           
Cuentan que en una ocasión, el también genial compositor Agustín Lara le dijo a Pepe Guízar después de escuchar Guadalajara: “Esta es sin duda tu obra maestra; si quieres puedes dejar de componer el resto de tus días”.

Algo similar pudo haberle dicho a Consuelito Velázquez, quien a pesar de seguir componiendo bellas canciones, ninguna, ninguna tuvo la perfección alcanzada en esa canción inmortal: Bésame mucho.
  

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