jueves, 15 de diciembre de 2011

Se ha ido nuestro sacerdote, el Padre Munguía



Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar


Se ha cerrado el ciclo, sí, un ciclo de vida de más de 107 años. Lo ha sido en está ocasión para un venerable hombre, para un sacerdote anciano que ya era parte del panorama de Zapotlán el Grande. Su nombre por demás conocido el Padre Manuel de Jesús Munguía Vázquez. El día de ayer falleció nuestro querido P. Munguía como le nombraba la gente. Hombre sencillo, de un talente sereno. Personaje singular, que a pesar de haber nacido en la vecina Tapalpa, se ganó el cariño de los guzmanenses  al grado de haberle otorgado el reconocimiento de nuestras autoridades municipales de la ciudad, en aquel año de 2002. 



Supo con esmero y ejemplo echarse a cuestas la labor que le encomendaron sus superiores –eclesiásticos- de levantar al ruinoso templo parroquia del Sagrado Corazón. Capellán por muchos años de la capilla de Atequizayán. En aquel lugar, los lugareños  también lo reconocieron con una escultura de cantera en la entrada del pueblo. Aquí en la cuna de los hombres ilustres, se ha quedado para siempre su figura en un busto de bronce que descansa en el atrio de su querido templo de El Sagrario. Para muchas mujeres y hombres de nuestra ciudad lo tenían considerado como un “Santo” en vida. Hombre sumamente religioso, ejemplo no solamente para los cristianos católicos de Zapotlán sino para los actuales sacerdotes de nuestra diócesis. Hombre que gustó de la poesía, de las letras, también en su interior habitaba un artista, dado que siempre tuvo gusto por las cosas estéticas. Los paradigmas de El Sagrario y de la capilla de Atequizayán lo confirman como un hombre de buen gusto por las formas clásicas. Hoy ya no volveremos ver el desgarbado hombre anciano que caminaba con su bastón y su gabardina oscura, con su viejo traje, con su sombrero. Ya no más las calles de Zapotlán volverán a ver aquel santo varón, que caminaba rumbo quizás a alguna iglesia, a sentarse a una banca del jardín o al correo a llevar su eterna correspondencia. Se ha ido el viejo y el decano de los sacerdotes, el Padre Munguía. Hasta luego hombre de Dios.

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