lunes, 1 de octubre de 2012

Idealización en el Amor

Fernando Araiza
A Summer y a Tom Hansen

Recuerdo una historia que me contó un amigo hace cuatro años, Gustavo Adolfo Bécquer iba caminando por una calle y de pronto vio a una mujer hermosa en un balcón, él no quiso hablarle por temor a decepcionarse después de conocerla y guardó en silencio el sentimiento.
 
            La palabra idealizar hace referencia a dar carácter de perfección a los seres humanos y cosas.
            La costumbre de esperar al “príncipe azul” en el caso de las mujeres y en el de los hombres “la mujer perfecta” quizás venga por influencia de la familia, el cine, la literatura, la música y la televisión.
            En algunas series o películas he observado que sólo las personas de rostro hermoso y cuerpo estético alcanzan el príncipe azul y ¿Quién es él? Simplemente el hombre perfecto al cual aspira toda mujer, detalle que inconscientemente lo aceptamos en nuestra mente y deseamos que llegue a nuestra vida, este sujeto tiene casi o todas la virtudes, es fuerte, alto, rubio o moreno, pero, de ojos azules, es amable, inteligente, posee riquezas o poder, es valiente,  la gente lo quiere, es un ejemplo a seguir, no se permite cometer errores y cuando los hace, fácilmente los soluciona, es como un semi Dios, no obstante, la mujer ideal no se queda atrás, es una persona hermosa, cuerpo estético y rostro bello, única en su género, es sumisa, de costumbres tradicionales, educada, el ideal al que aspiran conquistar todos los hombres del pueblo, es como una virgen.
            Este ideal lo hemos venido reproduciendo en nuestras vidas, pero, no solamente esto influye, sino el contexto familiar en que hemos sido educados, en algunos casos se nos dice que un hombre tiene que ser trabajador, educado, humilde, etc., sólo tener mil virtudes por un defecto y en el caso de una mujer, ser educada, saber cocinar, ser amable, inteligente, sumisa, todas las virtudes posibles, sin embargo, la realidad es otra.
            Esto provoca que en algunos casos las personas que no son físicamente atractivas se sientan rechazadas, crean que no pueden enamorar a un hombre o mujer bella, de ahí surge la tendencia a quitarles valía a algunas personas.
            La tendencia a idealizar es algo natural, siempre aspiramos a la perfección porque sabemos que no existe y el mantener un ideal o un principio de fe nos hace continuar nuestro camino.
            Algo que he escuchado a lo largo de mi vida es a las personas quejarse porque su pareja no es lo que esperaban, dicen que no fue honesto en el momento de la relación, lo cierto es que al principio de un noviazgo idealizamos a las personas, vemos sólo virtudes y nos olvidamos de los defectos, sin embargo, en el momento en que falla en algo, por  mínimo que sea el error se nos puede caer el ideal y nos decepcionamos.
            Por otra parte nos podemos pasar años esperando a la persona que llene nuestra expectativas y quizás nunca llega, lo contraproducente es que  optamos por la soledad o por una pareja sólo para llenar un vacío y en el momento en que comete un error terminamos la relación.
            Cierto es que cuando idealizamos a una persona es porque deseamos llenar vacíos, es decir lo que a mí me hace falta lo quiero ver en ella, o, en él, de ahí que algunas relaciones no funcionen, exageramos las virtudes, lo queremos ver como un Dios, nos volvemos seres exigentes con nuestras parejas y con lo que deseamos, las personas por complacernos pueden transformarse, dejar de ser ellos, sin embargo, pierden su esencia.
            Una frase comúnmente dicha es “Yo pensé que me comprendías, pero no es así”, siendo realistas las personas no tienen que comprendernos, en ocasiones exigimos de más cuando ni nosotros somos capaces de entendernos, entonces la persona que no nos entiende pero si nos escucha, se convierte en un ser nefasto para nosotros, lo tratamos mal y lo alejamos de nuestra vida.
             Si yo exijo que una persona sea perfecta es porque yo puedo dar lo mejor de mí hasta el cansancio, a veces esperamos demasiado, siendo que no somos perfectos.
            El príncipe azul, ni la mujer perfecta existen, en el momento en que rompemos los círculos viciosos que nos atan a estos falsos ideales empezamos a recorrer el camino de la felicidad, lo elemental es primero hacer una introspección y averiguar de dónde vienen esos ideales, en la mayoría de los casos buscamos a una persona parecida a nuestros padres, pero lo elemental es saber quiénes somos, conociendo nuestras virtudes y defectos, sin exagerar ni lo uno ni lo otro, decirle a la persona como somos en realidad, lo que nos agrada, lo que detestamos, ese es uno de los principios para una relación fructífera, aceptándome como soy puedo aceptar a otra persona.
            El dejar de creer en los ideales y aprender a ver a los seres humanos como personas es maravilloso, si no esperas nada de la vida te sorprendes más, aprender a ver a tu pareja con virtudes y defectos, con espinillas, con su carácter enojón, etc;  y no buscar que sea otra, sino aceptarla, eso es un paso para romper un circulo vicioso y evitar decepcionarnos y culpar a las personas, a la ex pareja de nuestra desgracia, recordar los buenos momentos y saber que tú eres un humano y que si esperas un ideal es por qué o eres un semi Dios o Dios, más no significa que los Dioses no se equivoquen.
            Nos falta aprender a reír, ser menos exigentes con la vida y sentir más, pero sobre todo entender que ninguna persona es perfecta, pero si perfectible.

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