José de Jesús Juárez Martín
El amigo y Hno. Germán Obregón Negrete, me envió un correo electrónico de los rasgos biográficos del apreciadísimo Padre Munguía, que como homenaje y oración se escucharan ante su tumba en la Capilla del Sagrario, a un año de su muerte donde sus restos mortales esperan la resurrección. Texto que comparto con usted como regalo de Reyes, gracias por leerlo.
“El 17 de mayo de 1904, Tapalpa, Jalisco, México fue testigo del nacimiento de Manuel de Jesús Munguía Vázquez, un niño cuya infancia, fue visitada por la tragedia. Quedó huérfano de padre luego de que éste último fuera fusilado, víctima inocente de la Revolución Mexicana… es probable que este hecho, que Manuel de Jesús presenció con sus propios ojos, lo marcara con el dolor y el sufrimiento, pero también, con un profundo anhelo de justicia, de fe y de caridad… virtudes que lo llevarían en su juventud a ingresar al seminario de Zapotlán el Grande, ahí se forjaría sacerdote, en el fuego apasionado del Evangelio y el amor incondicional de Dios Padre, a quien abrió su espíritu, y lo tuvo desde entonces en un pedestal, muy adentro, grabado muy hondo, con letras de oro, en su alma.
Al ordenarse presbítero, en junio de 1930, comenzaría una jornada de servicio y ministerio que hoy por hoy es única, legendaria…épica… heroica…en 1940 fue asignado a Zapotlán el Grande, y de la comunidad de Atequizayán hizo su casa, aquel padrecito alto, delgado, rubio, de nariz aguileña y de mirada compasiva, de ternura inusitada… sus ojos de niño destellaban un risueño fulgor azul, en complicidad con el cielo que lo vio venir de allá para acá, de la seca a la meca, a veces de aventón, otras en mula, yendo como la solitaria nube que abastece la lluvia a las regiones más áridas, así Manuel de Jesús llevó el agua de vida, la palabra de Dios y los sacramentos, a los hermanos que sedientos, lo recibieron como buen profeta, como buen apóstol…como gran pescador de hombres, porque el trabajo en la viña era basto, y Manuel, con sus manos consagradas, curtidas por el Espíritu, sembró y cultivo con la paciencia de Job y el fervor de Elías… con la sabiduría de Salomón, la alegría de Juan y la constancia de Pablo…así se estableció en el Templo del Sagrario, ahí puso su morada, y su empeño en embellecerlo, como la Casa de Dios que abre su portón a todo aquel peregrino que quiera refugio, en el corazón maternal de María…¿o acaso él no era así? una madre para los hijos necesitados….una madre para todos…
El transcurrir del tiempo, llenó su rostro de arrugas, y su cuerpo con las heridas de los años…con los surcos de su apostolado…pero su corazón que le asomaba por los ojos, quedó intacto, la dulzura de palabra y la fuerza de su obra se multiplicó para bien de todos, así como Jesús quiso que se multiplicaran los panes, y los peces, y se convirtiera el agua en vino… para dar Gloria al Padre y salvar a centenares de hombres…Dios le dio unas redes muy resistentes, lo suficientemente fuertes para pescar por 81 años, La Gracia le dio la centena a su existencia…el atardecer de su vida lo sorprendió con bastón en mano, abrigo largo en su cuerpo, tembloroso por el frío de la daga del padecimiento…y la frente muy en alto, trabajando, de frente al sol que se ocultó en el hospital San Vicente, en una habitación enmarcada por sus hazañas…
Caballero de Colón, Prelado de Honor de su Santidad Benedicto XVI, Mayordomo de las Fiestas Josefinas de 2011, Hijo Ilustre de Zapotlán, fiel devoto de la Santísima Virgen de la Defensa, del Señor San José y del Sagrado Corazón de Jesús, pero sobre todo…humilde pastor de mil y una ovejas… Manuel terminó la cosecha…con la satisfacción y el agradecimiento por un prado tan florido…Así…un día como hoy, 14 de diciembre de 2011 tocó a la entrada del Paraíso… y Dios le abrió sus puertas…” Germán Negrete
A un año de tu partida, Hno. Caballero de Tercer Grado Padre Munguía (Manuel de Jesús Munguía Vázquez) Descansa en paz, ruega por nosotros y continúa gozando de la plenitud infinita del Creador.
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