viernes, 20 de septiembre de 2013

Del amigo, buenos recuerdos…



J.  Jesús Juárez Martín         


En julio de 1991  fuimos presentados el Sr. Amílcar Briseño Dipp, fabricante y propietario de “Textiles  Diana” proveedor en aquel tiempo de suéteres  del uniforme del Colegio Cervantes de esta Ciudad Guzmán, y un servidor en la función de Director del Colegio,  persona amable de voz potente, grave y profunda, su comunicación verbal reforzada su oralidad con amplios ademanes de sus grandes brazos y las gesticulaciones marcadas, no dejaba duda; iniciamos una amistad respetuosa que se prolongó por 22 años. Felizmente tuve la oportunidad de saludarlo el día primero del mes de agosto 2013, porque al participar en la eucaristía de las 12 horas  vi que lo conducía su hijo en silla de ruedas, al salir de la Catedral lo esperé por la puerta oriente, lúcido y la voz disminuida en volumen, no en claridad, me dijo sentirse bien y esperaba su recuperación.



Los portales, el jardín principal, la calle Reforma fueron sitios de numerosos encuentros casuales y de conversación cuando tomamos tiempo a nuestro tiempo, siempre atosiga, presiona, hasta que disponemos de él como propiedad en uso , usufructo y en ocasiones hasta el abuso; entonces el tiempo se valora diferente que permite la delicia de las charlas reveladoras de personas perfiladas en la expresión directa,  dimensionamos al ser humano que comunica, experiencias anhelos, emociones, entorno, alegrías y nostalgias…
  Surgen “amigos que no atosigan” se recuerdan, producen la alegría del saludo en el día del reencuentro… pero vamos conscientes, avanzando; ahora tenemos menos tiempo nuestro por vivir con relación al pasado día, al feliz mañana le faltará el tiempo de ayer, de hoy… así sucesivamente…

Con don Amílcar cada encuentro fue oportunidad para intercambiar comentarios anecdóticos gratos, dijera con más propiedad, de sabor clásico de pueblerinos recuerdos, con los comentarios del tema y en torno a él iba tejiendo una serie de ideas que enriquecía lo tratado, sus atropelladas palabras, veloces antes de escaparse definitivamente iban dejando imágenes claras de lo que expresaba.

Me enteré de su fallecimiento por el Semanario Libertad donde él fue insustituible colaborador comentarista. Sus artículos, tratando de ser objetivos, veraces, abundaban las expresiones que refinaban el significado inicial, informativos, con frecuencia divertidos y algo  debería interpretarse contra sentido por los perfiles de sarcasmo ante las acciones prejuiciosas, banales, perjudiciales de los malos servidores públicos.

Caballero de servicios y trato vertical, recibí de él una lección de cortesía de esta región cuando me visitó en mi domicilio y le ofrecí agua, refresco, algo que apeteciera y pudiera complacer, cuando solemne me dice: “No señor, discúlpeme aquí en Zapotlán se ofrece ponche de granada con nuez molida y ya después vendrán los negocios o la plática” ; no recuerdo si aceptó algo de lo que disponíamos, lo cierto fue que en nuestra adaptación  en la ciudad quedó como consejo que pocas veces cumplimos.

Expresaba con repiques de gozo, haber participado  en el primer desfile deportivo en México formado perfectamente, calzado negro, “desfilamos ante el Sr. Presidente Don Manuel Ávila Camacho”. Premio a su dedicación reconocida como mejor alumno y seleccionado por el Profr. Manuel Chávez Madrueño.

Finalmente participo mi pesar y presento mis condolencias por la muerte de Don Amílcar; sin embargo, fue hombre de fe,  cabal, vertical católico, josefino. Estaba preparado para el encuentro definitivo con el Creador, por lo que estamos convencidos de su bienaventuranza….  Invito a la familia sanguínea, la legal, la afectiva, la cristiana, a que en lugar de resignación, nos llenemos de gozo por haber compartido vida con el excelente ser humano: Amílcar.
 Presentemos  al Señor como oblación el desprendimiento del familiar, del amigo, orando porque participe de la plenitud de la paz del Señor.




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