lunes, 9 de junio de 2014

Del rosa al rojo

Ricardo Sigala



Siempre he considerado que la exclusión de cualquier tema de la literatura, ya sea por designio del lector o del autor, es una forma inadmisible de la censura, al hacerlo se está atentando contra la riqueza y la diversidad del arte, y es una forma de degradación a la humanidad de todos. Si la exclusión social es reprobable, la exclusión en un espacio de conciencia y tolerancia como supone que es el arte, resulta inaceptable.



            La literatura de tema homosexual o escrita por homosexuales (o por la variantes que incluye el LGBTTTI) no es ninguna novedad, La Biblia, las literaturas griega, latina y del renacimiento lo confirman. En los siglos anteriores asistimos a una preponderancia del verso por encima de la prosa, Thomas Hardy sugirió que un escritor podía salirse con la suya en verso con cosas que harían que cien señoronas se le echarían encima si las escribiera en prosa. El último siglo ha dado grandes nombres al respecto: Oscar Wilde y Jean Genet, sólo por mencionar dos cumbres. En nuestro país, caracterizado por una rancia moral sexual, el tema fue tocado de manera más o menos discreta por los poetas a principios del siglo XX y no fue sino hasta finales de los setenta que se comienza a fijar una tradición más o menos abierta en la narrativa, con la obra de Luis Zapata.

            Dentro de esta tradición se inserta Del rosa al rojo. Antología de cuento de diversidad sexual, a cargo de Luis Martín Ulloa, editado por La décima letra editorial. El libro es producto del Concurso de Cuento LGBTTTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis e intersexuales) convocado por dicho sello editorial y XIV Semana Cultural de la Diversidad Sexual GDL 2012. Un jurado constituido por Carolina Aranda, Gabriela Torres y el propio Luis Martín Ulloa eligió entre participantes de toda la república los 10 mejores textos. El resultado es un conjunto bien equilibrado, con tratamientos, enfoques, tonos, técnicas y aspiraciones estéticas de lo más variado.

            Aquí se tratan los más diversos temas: el travesti prostituto metido en conflicto con su padrote, por razones de drogas; un gato que le da a un padre de familia con dos hijos la pauta para su aceptar su nueva definición sexual; la irónica apuesta entre un par de adolescentes, un callejón sin salida que a la vez conflictúa y seduce a sus protagonistas;  el infantil descubrimiento de una fascinación ingenua e inocente; el padre que busca a su hijo y lo encuentra en un tugurio gay, pero que al escucharlo tocar el violín con pasión y maestría se reconcilia con él; el hombre maduro a quien ha desplazando la vida -esposa, hijos, reconocimiento profesional y social-, que es cautivado por la mirada de un joven, una sonrisa que le decía que sólo por eso había valido la pena vivir; una alta funcionaria del estado, que entre una carrera exitosa, su familia y el I-chin, se encuentra con una nueva experiencia, inimaginada, que la pone a punto de cambiar su vida y su carrera política: la soledad a que se somete a los “diferentes”; un jovencito que puede despertar la pasión de un hombre, hacer que una mujer recupere el sentido de la amistad y que un artista salga del bache con una buena exposición de pinturas; dos chavos, integrantes de una banda de reggae y ska, que viven el dilema de salir o no del clóset. En fin, una prosa esclarecedora y alentadora que le permite al lector admitir el hecho de que estas historias son parte de la vida cotidiana.


            No hay en estos cuentos ideas fantásticas ni mundos imaginarios, su fuerza radica en las posibilidades subversivas del lenguaje y en la develación de historias. Casi con un sentido informativo y documental, estas historias se saben poseedoras de una fuerte carga política, se saben iconoclastas y no les preocupa que las tachen de escandalosas, porque esta literatura tiene el compromiso de dar testimonio, de promover el derecho de existir a grupos que la mayoría de la sociedad que ostenta el poder desea ignorar o eliminar. Por eso un libro como Del rosa al rojo... será siempre bien recibido por los lectores críticos, por aquellos comprometidos con una sociedad, múltiple y tolerante. 

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