Ricardo Sigala
Ha comenzado el mundial de futbol Brasil 2014, desde unos
días a la fecha los medios de comunicación avasallan con notas, reportajes y
curiosidades sobre el futbol. La televisión, la radio, la prensa escrita, tanto
en sus modalidades impresa y electrónica, se tornan casi monotemáticas. De
súbito un alto porcentaje de la gente se ha convertido en fanático, hincha,
seguidor; de la noche a la mañana todos son especialistas y analistas
deportivos, nos abruman como una avalancha que nos sepulta y nos deja sin
oxígeno.
El futbol,
que en sí mismo ya es un lugar común, se torna insoportable porque de manera
inesperada uno se encuentra en medio del fuego cruzado entre detractores y
defensores del deporte de las patadas. Y lo que más llama la atención es que la
inmensa mayoría de toda esta masa de futbolófilos, hace unas semanas no les
interesaba en el tema en absoluto, ni han ido al estadio en años, ni siquiera
son fieles seguidores de un equipo de la liga local; y es que lo que vivimos
estos días no se trata de sólo de futbol, yo diría que el futbol es la parte
más insignificante, pues lo que enfrentamos es uno de los fenómenos de masas
mejor orquestados de la actualidad. Todos quieren formar parte de la tendencia
dominante en los medios, todos quieren participar del evento del momento. Se
solazan en la temporal suspensión de labores, aunque sea dos horas, aunque sea
los tres días que juega la selección, y por supuesto la final; han comprado la
camiseta de la selección y confunden un juego de futbol con un acto
nacionalista y patriótico.
Y
aquellos a los que tanto nos gusta el futbol nos quedamos mirando la turba
enloquecida por un juego que no se han tomado la molestia de entender. Y para
los que el futbol no les importa ni aún con la existencia del mundial sufren
aún más esta pandemia enloquecedora.
Si usted
forma parte de estas dos categorías minoritarias y ninguneadas por el exceso de
frivolidad que rodea estos días al futbol, si usted está harto de la gente que
repite de manera viral opiniones, juicios, chistes, sentencias y verdades
absolutas en las redes sociales, si a usted no le interesa saber cuáles son los
jugadores más guapos del mundial, quiénes tienen las novias más irresistibles,
quiénes se han tomado fotografías en poca ropa, o quién es la chica que recibió
en topless a Cristiano Ronaldo, si no
quiere escuchar las sandeces de la gran mayoría de los comentaristas deportivos
le tengo una recomendación que quizás le agrade, a mí por lo menos me ha hecho
no sólo resistir las últimas
competencias internacionales, además me ha ayudado a comprender al deporte más
popular del mundo, al que algunos pueblos han adoptado casi como identidad
nacional. Me refiero a la literatura. No, no me estoy saliendo del tema, hablo
de la literatura relacionada con el futbol. Libros informados, inteligentes,
con gran sentido de la verdad, y también del humor, libros críticos y
apasionados.
Pienso
en un clásico de Eduardo Galeano Futbol,
sol y sombra que en México edita Siglo XX, también en Juan Villoro, el
escritor mexicano que ha llevado el futbol a términos de altísima literatura y
que se ha convertido en “un crack de la literatura mundial”, él recientemente
ha publicado Balón dividido y además es autor de Dios es redondo que recibió el Premio Internacional de Periodismo.
La lectura de estos libros revela ritos y prejuicios del futbol, hace la
historia de canchas celebres, rememora momentos épicos de los mundiales,
curiosidades políticas; estos volúmenes resultan ser brillantes crónicas de la
historia del futbol con sus glorias y dignidades, sus connotaciones humanas y
civilizatorias, pero también sus aspectos oscuros y perversos, la utilización
que de él ha hecho el poder y el mundo comercial, así como la corrupción y la
deshumanización derivada de los intereses de las televisoras y patrocinadores.
El futbol en estos libros se muestra como un microcosmos
de nuestro mundo. Escritores como
Eduardo Galeano y Juan Villoro nos dan la posibilidad de disfrutar el futbol
sin necesidad de encender el televisor o la computadora, han hecho de la literatura
y el futbol un cruce de caminos que conjunta lo mejor de ambos: la pasión y el
ejercicio de la inteligencia.
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