Edgar Chávez
Más Allá, fecha imposible
Te escribo, estimado Silencio que eres resumen de todo:
Setenta años me bastaron para encontrarte. Por fin, mi
viaje vertical ha consolidado la intensidad suficiente para romper esa
distancia tan parecida a la que hay entre
palabra y Tú, espontaneidad y reflexión, lo dicho y lo no dicho,
victoria y fracaso, entre pensar y emoción, entre vida y muerte. Mientras más
leía o escribía poesía, más tenía la certeza de que en la vida todo está
involucrado a ti. A veces te podía sentir tan presente como una campana,
sonando como una campana. Como sabía que estabas ahí en alguna parte me dediqué
a buscarte. En vida fui palabra, por lo tanto ruido, y como lo dijo Antonio
Porchia: “Una cosa hasta no ser toda, es ruido, y todo, es silencio.” Sin
embargo aun así estuviste. Yo te veía a intervalos en la palabra trasluz o
entretiempo contenido en cada una de diferente forma. Confieso que el Zen me
ayudó a limpiar las puertas de la percepción para entenderte, pero una vez que
lo conseguí, supe que no debía entender nada porque vivir es mucho más que
entender, ser no es comprender. Para mí, esa escuela budista es lo que más se
aproxima a la dinámica más íntima de la creación poética, la cual consiste en
casi no hablar, como el haikú, en decir todo en casi nada, en escribir para
acercarse a ti. Setenta años me bastaron.
Ahora que estoy muerto me pongo a recordar mis días en
vida, tengo tiempo suficiente para pensarlo, reflexionarlo, recrearlo. Tengo en
la memoria aquella provincia Coronel Dorrego donde nací, los días de Filosofía
y Letras en la Universidad de Buenos Aires, La Sorbona, mis días como
bibliotecólogo en la UNESCO y la OEA, la revista Poesía = Poesía, las
publicaciones argentinas y extranjeras, las críticas cinematográficas y algunas
traducciones, especialmente de Artaud. Me recuerdo en la Academia Argentina de
las Letras me y los premios que se ganó la verticalidad de mi poesía, entre
ellos, el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía, el
Esteban Echeverría, el premio Bienal Internacional de Poesía en Bélgica.
Cosa curiosa que yo, queriendo abrir algo entre la palabra
y Tú, haya despertado el interés por hacer que el ruido de mi poesía se vierta
a otros idiomas. Tal vez en vida fracasé porque yo mismo lo dije: “El profano,
el que so sabe pero cree que sabe, escribe con palabras, el poeta escribe con
silencios.” Pero mi búsqueda fue como la de quien busca el paraíso que cuando
cree que llega es cuando está seguro de que no es lo que busca y no le queda
más remedio que continuar su camino. Mi trabajo fue una resistencia. Tratando
de encontrar un reflejo, un agua detenida con la que pudiera nombrarte me
encontraba inevitablemente con la palabra donde estás y no, donde creí haberte
encontrado cuando ya me habías abandonado. Pero ahora que estoy muerto lo
entiendo, te entiendo y sé que las palabras, aunque parezcan acercarse
demasiado nunca me serán suficientes para explicarlo. Por eso, de ahora en
adelante prefiero mantenerme callado.
Escribo esta carta por una nostalgia humana de tratar de
encontrate con la palabra, aunque en este sitio no te haga falta, ni a mí.
Roberto Juarroz
Nota,
Roberto Juárroz (1925-1995). Poeta argentino, la totalidad de su obra se
encuentra concentrada en varios volúmenes de Poesía vertical
No hay comentarios:
Publicar un comentario