martes, 9 de diciembre de 2014

¡Honor a quien honor merece!

José de Jesús Juárez Martín


Al conocer breves datos biográficos, y parte de la obra apostólica en Ciudad Guzmán de 1895 a 1916 del ilustre Sacerdote de Cristo Silviano Carrillo Cárdenas, sorprende como desde su rectoría eclesiástica como Señor Cura de esta ciudad, pudo incidir profundamente en el desarrollo de esta población. La práctica de la doctrina social de la Encíclica  Rerum  Novarum del Papa León XIII, fue agenda, manual de mejoramiento para los trabajadores. Fue el germen de organizaciones sociopolíticas de acuerdo a derechos  de los miembros mutualistas para ayuda cooperativa en las diversas cofradías de trabajadores en lucha por su mejoramiento, bajo la protección de un santo patrono en el México porfirista, insensible a la situación de campesinos, trabajadores, y empleados.


Sus destinos ministeriales desde su ordenación en diciembre de 1986 van desde la capital tapatía en el templo de la Soledad, la parroquia de Jesús, Cocula, por 10 años, simplemente. sacerdote ejemplar; en Ciudad Guzmán 1895 a 1916, Canónigo del Cabildo Metropolitano de Guadalajara hasta febrero 1921 que asume fugazmente hasta su muerte en septiembre de 1921 el obispado de los Culiacán Sinaloa.

 Dejó la percepción de Padre amoroso con aureola de caridad y desprendimiento laborioso, que heredó a su feligresía,  y con especial carisma a sus hijas religiosas, las “Siervas de Jesús Sacramentado fundadas en Ciudad Guzmán en 1904 a raíz de la sacrílega profanación  de “hostias consagradas” en 1901.

Otra forma de redimir a mediano plazo que utilizó el Cura Silviano, fueron las escuelas fundadas de instrucción primaria superior, la de “Artes y oficios” en Ciudad Guzmán, y las catequesis que daban las normas éticas y morales a los niños y jóvenes en las diversas poblaciones donde su ministerio lo llevó con docilidad,  su característica de escuelas fue humanitarias cristianas abierta a todos los niños y jóvenes que se acercaban.

Las leyes de Reforma golpearon profundamente el patrimonio de la Iglesia, institución que había manejado la beneficencia pública, la salud y la educación. Para los obreros, campesinos, jornaleros y empleados fue defensor comprometido por la cusa de ellos y ellos fueron objeto predilecto de su trabajo.

Hombre de fe, generoso, valiente y sencillo en su ministerio, lo reconocieron en Cocula, constructor del templo de San Pedro.

En Ciudad Guzmán, su obra resplandece en su parroquia como “buen pastor” al servicio de los fieles y la Iglesia. La madurez y sus virtudes procuran instaurar el reino de Dios. Apóstol de espíritu eucarístico, devoto de la Stma. Virgen y del señor san José que corona los afanes de construcción del templo grande en 1900 y su consagración el 8 de octubre, actual Catedral de la Diocésis de Ciudad Guzmán desde junio de 1972, apoyó a la formación de nuevos sacerdotes en el Seminario. Para los enfermos terminó la construcción del Hospital San Vicente. En su predicación  y a través de los periódicos que editó, anunciaba el reino de Dios y la doctrina del amor y perdón y apoyó la construcción del Santuario Guadalupano.

Fue un sembrador de la paz y se esforzó por reunir todas las clases sociales y mejorar las familias.

Finalmente, he escuchado que si la ciudad de Guadalajara llevara apellido, justo sería que fuera Alcalde en honor del insigne Obispo Antonio Alcalde y Barriga que volcó su cristiana caridad en beneficio de los más necesitados en esa ciudad, su apostolado fueron en definitiva una pastoral hacia los pobres, y en justicia hay que reconocer los méritos del Siervo de Dios Silviano Carrillo Cárdenas a favor de esta localidad y región.

La Congregación se ha extendido por 12 estados mexicanos y  ha llegado a Estados Unidos del Norte, Guatemala, Perú, Chile y Argentina.

Los colegios que actualmente la Congregación dirige y el Hospital de San Vicente en Ciudad Guzmán, son un servicio eclesial.

Las Hermanas Siervas de Jesús Sacramentado cumplen su vocación educativa y la  misión específica de adorar amar y hacer amar a Jesús Sacramentado. Herencia de su santo fundador para mayor gloria de Dios.












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