Los mexicanos deben leer las obras de Juan Rulfo, ya que
a través de estas pueden conocerse y entenderse a sí mismos, afirmó Ricardo
Sigala, profesor investigador del Centro Universitario del Sur (CUSur), al
hablar sobre la importancia de la obra de este autor jalisciense con motivo del
29 aniversario de su muerte (7 de enero de 1986).
Destacó que en su obra Rulfo profundizó en la condición
humana, que a final de cuentas es tarea de todo arte. Indaga sobre los seres
humanos, sus aspiraciones, sus frustraciones, las relaciones entre los
individuos y el poder. “Cumple el papel de dar su punto de vista, desde la
literatura, sobre la locura, el incesto, la búsqueda de la felicidad por el
amor; además del fracaso, la crítica social, la vida y la muerte”.
Echa mano, además, de la realidad y la fantasía, lo que
le permitió hacer uso de mitos y de una muy exacerbada imaginación para decir
lo que necesitaba decir, agregó Sigala.
Sus obras fueron
publicadas en los años cincuenta del siglo pasado, pero sigue siendo un autor
muy leído y traducido, un referente para los escritores contemporáneos. Es
reconocido como un maestro del cuento, un autor que no envejece. Tiene mucha
vitalidad y qué enseñar. “Fue capaz de combinar el habla popular con poesía,
con alta literatura; a su obra le imprimió un ritmo muy particular, que se
caracteriza más por el silencio que por el sonido”.
Rulfo creó una
obra de una genialidad inesperada, que no se da con frecuencia en la
literatura. Es conocido, sobre todo, por escribir Pedro Páramo (1955), una de
las novelas más importantes en lengua española del siglo XX, y el libro de
cuentos El llano en llamas (1953), que le ganaron reconocimiento internacional.
Este autor es uno de los padres del gran boom que internacionalizó la literatura
mexicana, indicó el investigador del CUSur.
Es un escritor que
parece muy regional, pero es universal, ya que lo que le sucede a los
personajes de Comala en su novela Pedro Páramo, por ejemplo, en realidad es
algo que puede llegar a muchos lectores del mundo. Esta obra se caracteriza,
además, por su brevedad y carácter fragmentario, por sus saltos en el tiempo y
en el espacio, lo que demanda un lector muy activo.
Rulfo, nacido en 1917, escribió también guiones
cinematográficos como Paloma herida (1963) y El gallo de oro (1963). En 1970
recibió el Premio Nacional de Literatura de México y en 1983, el Príncipe de
Asturias de las Letras. Rulfo destacó por ser un excelente fotógrafo; sin
embargo, la magnitud de su obra literaria ha tendido a eclipsar su faceta en la
fotografía.
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