Lenin Álvarez González
Un
cetáceo en Zapotlán
El 20 de marzo
la Casa Taller Juan José Arreola recibirá al poeta Luis Armenta Malpica. Entre
sus múltiples reconocimientos destaca el premio Sor Juana Inés de la Cruz,
otorgado en el 2013 por su libro Llámenme
Ismael. Viaje alucinante a través de diversas poéticas tan disímiles como
confluyentes. A bordo del Pequod el
lector acompañará –no sin sobresaltos- al poeta en su travesía por los mares
procelosos de la conciencia. Caminará por los pabellones de la locura del Hospital Británico (Héctor Viel Temperley) y verá varada a la gran ballena en las
aguas de Conchán (Antonio Cisneros).
La
bitácora de viaje
Estas y otras presencias de diversos autores,
aderezadas por alusiones cinematográficas como la del filo de la navaja que
rasga el ojo en Un chien andalou, constituyen
por sí solas una poderosa incitación a su lectura. Llámenme Ismael constituye es una bitácora de viaje, donde se registran no sólo las lecturas y
predilecciones literarias del autor, sino que al modo de Melville en Moby-Dick, intenta recabar en los anales
del panorama literario, las poéticas que a su modo de ver contribuyen a
iluminar –como el aceite de ballena- las sendas de la poesía moderna.
La
presencia de Guillermo Fernández
El
encabalgamiento de sus versos corta la respiración del lector, como la del
arponero cuando desde la cofa avista al imponente animal con el que habrá de
combatir. La majestuosa ballena blanca que colma de odio al capitán Ahab, vive
en las profundidades del poeta. Siente cómo va creciendo dentro de él. El nuevo
Jonás no habita a la ballena, la ballena vive en él. Se va alimentando de los
cuadros familiares, de momentos terribles y dolorosos. Como el de la escena del
crimen del poeta Guillermo Fernández muerto en su casa de Toluca. La poesía
resignifica y reivindica lo que la justicia mexicana ha olvidado.
Final
Este libro debe
ocupar un lugar dentro del bestiario de la poesía mexicana en que se encuentran
el Tigre en la casa de Eduardo
Lizalde –del que le viene la
fascinación poética por los grandes mamíferos a Luis Armenta, y del que existen
constantes referencias en Llámenme
Isamel; y también junto al gran
cocodrilo de Efraín Huerta. El viernes 20 de marzo a las ocho de la noche
nos daremos cita, para ahondar en las aguas de este libro inabarcable, y que
constituye –no me da miedo decirlo- uno de los acontecimientos más importantes
dentro de la poesía mexicana en lo que va de andado el siglo.
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