martes, 17 de marzo de 2015

Un acercamiento a "Llámenme Ismael" de Luis Armenta Malpica

Lenin Álvarez González


Un cetáceo en Zapotlán

El 20 de marzo la Casa Taller Juan José Arreola recibirá al poeta Luis Armenta Malpica. Entre sus múltiples reconocimientos destaca el premio Sor Juana Inés de la Cruz, otorgado en el 2013 por su libro Llámenme Ismael. Viaje alucinante a través de diversas poéticas tan disímiles como confluyentes. A bordo del Pequod el lector acompañará –no sin sobresaltos- al poeta en su travesía por los mares procelosos de la conciencia. Caminará por los pabellones de la locura del Hospital Británico (Héctor Viel Temperley) y verá varada a la gran ballena en las aguas de Conchán (Antonio Cisneros).



La bitácora de viaje

 Estas y otras presencias de diversos autores, aderezadas por alusiones cinematográficas como la del filo de la navaja que rasga el ojo en Un chien andalou, constituyen por sí solas una poderosa incitación a su lectura. Llámenme Ismael constituye es una bitácora de viaje, donde se  registran no sólo las lecturas y predilecciones literarias del autor, sino que al modo de Melville en Moby-Dick, intenta recabar en los anales del panorama literario, las poéticas que a su modo de ver contribuyen a iluminar –como el aceite de ballena- las sendas de la poesía moderna.

La presencia de Guillermo Fernández

El encabalgamiento de sus versos corta la respiración del lector, como la del arponero cuando desde la cofa avista al imponente animal con el que habrá de combatir. La majestuosa ballena blanca que colma de odio al capitán Ahab, vive en las profundidades del poeta. Siente cómo va creciendo dentro de él. El nuevo Jonás no habita a la ballena, la ballena vive en él. Se va alimentando de los cuadros familiares, de momentos terribles y dolorosos. Como el de la escena del crimen del poeta Guillermo Fernández muerto en su casa de Toluca. La poesía resignifica y reivindica lo que la justicia mexicana ha olvidado.

Final

Este libro debe ocupar un lugar dentro del bestiario de la poesía mexicana en que se encuentran el Tigre en la casa de Eduardo Lizaldedel que le viene la fascinación poética por los grandes mamíferos a Luis Armenta, y del que existen constantes referencias en Llámenme Isamel; y también junto al gran cocodrilo de Efraín Huerta. El viernes 20 de marzo a las ocho de la noche nos daremos cita, para ahondar en las aguas de este libro inabarcable, y que constituye –no me da miedo decirlo- uno de los acontecimientos más importantes dentro de la poesía mexicana en lo que va de andado el siglo.


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