jueves, 30 de abril de 2015

Leer o no leer

Ricardo Sigala



Vivimos en una sociedad de lo escrito, y este mundo es casi imposible vivir sin la lectura; hay que firmar documentos, créditos, nóminas, contratos, hay que leer las noticas en el periódico, los subtítulos en las películas y la televisión,  hay que comunicamos por la redes sociales y los mensajes de texto en el celular, nos informamos por internet, leemos manuales de instrucciones y publicidad en todo momento. La habilidad para descifrar esos documentos la aprendemos en la escuela, se trata éste de un primer nivel del desarrollo lector, es decir hacerse de una gramaticalidad básica que nos ayuda satisfacer parte de nuestras más inmediatas formas de comunicación. Pero eso no nos convierte en lectores. Un lector, asegura Alberto Manguel, es aquel que explora más profunda y extensamente el texto escrito, y en ese proceso se le revelan sus propias experiencias esenciales y sus temores secretos para apropiarse de ellos, la lectura nos hace ser más nosotros mismos. Si la primera fase de este proceso de escritura es tan importante, pensemos lo que significa la segunda.



            ¿Por qué entonces nuestros programas educativos se detienen en la primera etapa de este aprendizaje? ¿Por qué las campañas en favor de la lectura dan tan ínfimos resultados? ¿Por qué no somos capaces de crear más lectores verdaderos?

Somos un país con altos índices de alfabetización pero no somos un pueblo lector. Alberto Manguel, quien es hoy la máxima autoridad en el tema de la lectura en el mundo, asegura que “el problema de la enseñanza de la lectura se inserta en el problema mayor de los valores de la sociedad en la que vivimos.”  Ese problema se convierte en una paradoja, una contradicción porque “la llave que nos permitiría crear lectores es la misma que protege los valores de la sociedad en la que vivimos.” Nuestra sociedad  tiene como valores dominantes aquellos que alientan a lo fácil, lo rápido y lo superficial, y esos valores se contraponen con lo que define el verdadero arte de leer: lo difícil, lo lento, lo profundo.

Manguel continúa diciendo que “somos una sociedad mercantil que necesita, para seguir existiendo, consumidores y no lectores. La lectura inteligente y detenida puede alentar la imaginación y fomentar la curiosidad y, por lo tanto, hacer que nos neguemos a consumir ciegamente.” Es quizás por eso que nos gobiernan personajes que se pueden definir por su carencia de educación y por su ignorancia olímpica en los más variados ámbitos del conocimiento, cuya única aspiración es el beneficio económico. Es por eso que se escuchan tantos despropósitos y desatinos en las inauguraciones protocolarias del 23 de abril, que las lecturas en voz alta de los funcionarios de gobierno, en muchos de los casos resultan vergonzosas,  y que incluso en la universidades se celebre el  Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor leyendo fotocopias.

De Vicente Fox a Peña Nieto hemos presenciado actos de desprecio por la cultura del libro, las políticas educativas y los planes de desarrollo se fundamentan en la demagogia o de plano ignoran el tema, y parecen decirnos a coro: “Consuman  más y piensen menos”. Saben “muy bien que un pensador nunca sería un buen consumidor.”








No hay comentarios:

Publicar un comentario