Antonio Navarro
La producción de
música orquestal para concierto que se tiene registrada en nuestro estado de
Jalisco es, por fortuna, numerosa. Las partituras escritas por compositores
contemporáneos, y en su mayoría menores de 45 años, son un buen reflejo de que
la música de concierto sigue aportando sus bonos a la cultura en nuestro país,
y por qué no decirlo: a la cultura universal, por aquello de pensar en grande y
acrecentar nuestro optimismo en aras de una tradición artística que nos avala.
Para el caso contamos con el testimonio de
un pasado histórico de grandes autores jaliscienses que dan prueba de ello:
José Rolón (Zapotlán el Grande, 1876-1945); Blas Galindo (San Gabriel,
1910-1993); José Pablo Moncayo (Guadalajara, 1912-1958); Manuel Enríquez (Ocotlán, 1926-1994); Víctor Manuel Medeles (Ajijic, 1942-2009),
por sólo mencionar algunos, y que desafortunadamente ya no están entre
nosotros, pero sí su legado musical.
En el
caso de los compositores actuales la nómina registra a un buen número de ellos,
vivos, y que siguen componiendo, al igual que
sus antepasados, no sólo música sinfónica, sino partituras en géneros
diversos como música de cámara, coral, música para instrumentos solistas, y en
algunos de los casos páginas pautadas destinadas al teatro y el cine. Lo único
que podemos lamentar a todo esto es la escasa
difusión de su música, que a través de conciertos o de grabaciones
discográficas no va en la misma proporción a la producción ofrecida.
Aun
así, (y es lo que bien vale señalar) en días pasados hubo un acontecimiento en
la ciudad de Guadalajara que vino a resaltar y a recordarnos que los
compositores jaliscienses siguen vigentes. Tal suceso fue la ceremonia de
premiación al Concurso de Composición Sinfónica que en su momento
convocaron Orquesta Filarmónica de Jalisco y Secretaría
de Cultura. Un concurso que logró reunir a 32 autores con sus respectivas
partituras; tal número de participantes verdaderamente es de sorprender porque
no es el común denominador cuando se trata de la llamada “música clásica”.
¡32
compositores!..., y la pregunta obligada es: ¿dónde estaban?, y más aún: ¿dónde
escuchar su música? Porque, a decir verdad, durante todo el año, y en años
anteriores, en los conciertos de temporada de nuestra Filarmónica de Jalisco
nunca, jamás, se les ha programado una sola obra en el escenario del Teatro
Degollado, y menos en otros recintos
culturales. (Ya sabemos el por qué de esta paradoja y contradictoria actitud al
preferir e interpretar en cada concierto sinfónico a los autores europeos que,
según las autoridades culturales, garantizan la buena venta de taquilla, esto
es, compositores como Beethoven, Tchaikovsky,
Schubert, entro otros, que se han convertido en los favoritos del público
melómano, mientras que los compositores locales o nacionales son relegados por
no ser altamente conocidos y reconocidos como para garantizar el éxito económico; así las
cosas, ésta sigue siendo la parte triste del caso). Pero al mismo tiempo, y a
pesar de, es justo reconocer que dicho concurso de composición sinfónica,
además de premiar a los ganadores, puede
justificarse en el hecho de haber sacado del anonimato a una treintena
de autores que ahora bien merecen ser tomados en cuenta para que la Orquesta
Filarmónica de Jalisco decida, con la mejor de las voluntades, incluirlos y
programarlos durante sus conciertos de
temporada que vendrán a realizarse en lo futuro. No por el hecho de haber sido
rechazadas por el jurado calificador las partituras tendrán que ir a dar al
cajón del escritorio o al baúl de los recuerdos; no, porque con este concurso,
cabe decir, aun no ha quedado saldado el
compromiso de nuestras instituciones culturales para con los compositores
jaliscienses; el compromiso obligado sigue con la permanente difusión a cada
una de sus obras musicales que ya son un legado al patrimonio cultural de
Jalisco.
navarro1958@prodigy.net.mx
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