Cuento ganador de la segunda mención honorífica en el Segundo Certamen de Cuento del CUSur
Luis Alberto
de Loera Soto
Majestuosa
se elevaba la torre sobre la tierra de Sinar. Tan alta era la cumbre que
desafiaba los cielos. Los hombres trabajaban sin pausas, erigiendo la torre más
y más alto. En la cúspide se alzaba la Esagila, templo en honor Marduk y a su
serpiente furiosa. Osados eran los motivos de los hombres: retar a Dios en las
alturas, rebelarse a su mandato.
Mas la voz de la herejía era una sola: Nemrod, poderoso
entre los hombres, atizaba el ideal subversivo: ¡Elevemos esta torre!, bramaba.
¡Hasta ver a Dios a los ojos! Que esta torre sea el signo de nuestra voluntad.
¡Más y más arriba! Hagámosle saber que su gracia no es bien recibida y que no
tememos a su enojo.
Sus palabras alentaban el brío de los obreros: ¡Que venga
otro diluvio! Sus aguas son débiles frente a nuestra torre. Vitoreaban los
hombres a Nemrod. Conocida por Dios es nuestra grandeza. ¡Nos teme y quiere
destruirnos! Se sabe vulnerable, ¡y hace bien! ¡Cobarde aquel que se someta a
su palabra! Ascendía la torre con rapidez. Desde el suelo era imposible ver la
cumbre.
Entonces, de los cielos emanaron tinieblas y se agitaron
los vientos. Los hombres alzaron la mirada con temor. Estalló un fulgor
incandescente, acompañado de un rugido que estremeció la tierra. Cayose la
voluntad del hombre; el orgullo y la soberbia que, a su imagen y semejanza, le
fueron otorgados por el Creador; cayose la Torre de Babel. Entre los hombres se
propagó la confusión. Incapaces fueron de entender el habla del otro. Se vieron
obligados a esparcirse sobre la faz de la Tierra.
Y entre las ruinas de la Esagila, Nemrod se levantó con
aire abatido. Alzó la mirada al cielo y dijo: ¡Heme aquí, de pie sobre las
ruinas de mi pueblo! He cumplido tu mandato, tal como lo has declarado. Ordené
a los hombres construir una torre que te desafiara, y así lo hicieron. ¡Los he
traicionado, los he corrompido! Todo por orden tuya. Ahora pregunto, ¿estás
complacido? ¿Soy acaso digno de tu gracia y favor? ¡Dame, Señor, tu respuesta!
En las alturas, Dios reía. Haz hecho bien, Nemrod, dijo
una voz poderosa. Gracias a ti, me he despertado del hastío de ser dios. No
debes temer; tu obediencia será recompensada. Y después de esta mentira, el
silencio reinó sobre la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario