viernes, 1 de octubre de 2010

La importancia del 2 de Octubre de 1968

Víctor Manuel Caamaño Salgado

A 42 años de cumplirse la matanza estudiantil más siniestra en la historia contemporánea del país, como fue la del  movimiento de 1968, en la Plaza de Tlatelolco en la Cd. de México, pareciera quedar sólo el recuerdo de aquellos grandes grupos estudiantiles que tuvieron el valor de exigir sus derechos y pensar diferente; de aquellos ciudadanos que en menor o mayor medida, apoyaban el llamado a una libertad de expresión verdadera y a la liberación de presos políticos; de aquellos líderes sociales que hacían frente a un avasallante, régimen autoritario y despótico al frente del entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. 
Una de las principales repercusiones que conllevó el desenlace fatal del movimiento del ’68, fue la reforma política del año de 1977, con la que el Partido Comunista Mexicano obtuvo su registro electoral. También, se adoptó el marxismo en diferentes planes y programas de estudio universitarios. Se logró la derogación del artículo 145 y 145 bis del código penal,  que en una lectura y aplicación abusiva, servía para el encarcelamiento de disidentes al régimen de partido único, así como de aquellas personas que se manifestaran en las calles o incurrieran en actos calificados como disturbio y motín. También se consiguió la liberación de los líderes ferrocarrileros, Valentín Campa Salazar y Demetrio Vallejo Martínez, quiénes llevaban más de 10 años encarcelados en la Cd. de México.

Estas fueran algunas de las consecuencias más inmediatas posteriores al aterrador suceso del 2 octubre de 1968. A partir de ahí empezaron a surgir varios grupos socialistas como la llamada Liga Comunista 23 de Septiembre, y algunos grupos armados como fueron: las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y las Fuerzas de Liberación Nacional antecedente del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

Hoy en día, dicho movimiento es, simplemente, una hoja más en las ya de por si ensangrentadas crónicas de la historia de México; así como, una muestra más de intolerancia por parte de los que se hacen llamar representantes del pueblo. Pareciera que esa lucha ideológica constante se ha desvanecido ante  una sociedad  por demás desinformada y confundida por los medios de comunicación masiva (radio y televisión principalmente), los cuáles continúan como desde aquellos tiempos a merced de los intereses del gobierno.

Si bien es cierto que hoy en día en México se vive una atmósfera de mayor libertad de expresión, sobretodo en la prensa escrita, en relación a la de los años 60’s;  ésta constantemente se ve menguada por la ola de violencia que azota diariamente al país, por grupos de narcotraficantes que callan opiniones e investigaciones periodísticas, por una militarización que abarca prácticamente toda la república mexicana, que se justifica en una lucha sin pies ni cabeza en contra del narco, y que sirve de pretexto perfecto para amedrentar manifestaciones o simplemente ignorar las peticiones ciudadanas.  Esto, aunado  al agobio de una sociedad temerosa a exigir lo que legítimamente merece: libertad, seguridad, salud, educación, etc., constituye un olvido globalizado de lo que es responsabilidad social y lucha ciudadana, conceptos con los que la vida estudiantil de 1968 estaba totalmente comprometida. Si lo vemos desde otra perspectiva resulta que junto a estas restricciones se haya registrado una especie de revolución cultural Pero sobre todo se logró una revolución cultural sin la cual no nos explicaríamos México contemporáneo (multiplicación de la ONGs, defensa de los derechos humanos, irrupción de la diversidad sexual, derrota del partido hegemónico y del presidencialismo por lo menos en su forma más ceremonial y absoluta, una libertad de expresión diferente por medio de eficaces medios de comunicación como internet, etcétera).

No hay comentarios:

Publicar un comentario