Salvador Manzano Anaya
Se volvió famoso en la radio de México y América
Latina, en la voz de Manuel Bernal, bautizado y afamado como "El primer
declamador de América". Los radioescuchas aprendieron de memoria muchas de
las poesías. El brindis del bohemio es un buen ejemplo, y no era inusual
escuchar a alguien declamar algunas estrofas que había aprendido en las
transmisiones poéticas del maese Bernal.
La atmósfera de EL
BRINDIS DEL BOHEMIO es un sitio donde se encuentran reunidos seis bohemios que
se disponían a divertirse y recibir el AÑO NUEVO. A propósito de estas fechas
deseo contarles una interesante anécdota.
No quiero comprometerme con fechas, pero lo que
solo diré que sucedió cuando yo rondaba los 17,18 años, recuerdo que traía un
pié enyesado y al condenado que me empujó en el partido de futbol; pero no
viene al caso esto, lo que realmente deseo contarles es que estaba en una
reunión en un rancho de un tío, había varios familiares, muchas personalidades
locales e invitados importantes y además varios muchachos ya con permiso de
tomar una que otra copita por parte de nuestros padres (yo no era la excepción),
y bueno ya entrada la tarde, entre canticos y la alegría general, por todos
estrechado me pidieron declamar EL BRINDIS DEL BOHEMIO, dada mi temporal invalidez,
me treparon a una mesa con todo y muletas, pusieron un equipal, me dieron un
vino, alcé la copa y…“música…maestro”.
Después de un enorme suspiro que casi me tumba,
comencé con mi declamación:
En torno de una mesa de cantina/una noche de invierno/regocijadamente
departían/seis alegres bohemios…
Ahí la llevaba, ahí la llevaba, muy bien…cuando de pronto, entra una
niebla traicionera a mi cerebro y ¡me borra el pizarrón! olvidé lo que seguía,
quedé mudo unos preciados segundos que me parecían eternos,
ante la mirada compasiva de las personalidades que se habían acomodado en
primera fila…no!... ¿qué sigue?, ¿qué sigue? sentí que me invadía la
vergüenza y me aventé un “trágame tierra”…cuando de pronto…
Por la anciana infeliz que gime y llora/y que del cielo implora/que
vuelva yo muy pronto a estar con ella/por mi Madre, bohemios/que es dulzura
vertida en mi amargura/y en esta noche de mi vida, estrella...
Surgió una voz entre el publico, con una desbordante inspiración, y
comenzó a hacerme segunda, y terminamos juntos el hermoso poema.
El bohemio calló./Ningún acento profanó el sentimiento nacido del dolor
y la ternura,/y pareció que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente.../Un
poema de amor y de amargura.
¿Quien era esa persona que me salvó de una bochornosa situación?, cuando
me bajaron de la mesa pude acercarme para agradecerle su gesto.
Era el maestro Juan José Arreola, que estaba inmerso aun ese sentimiento
de satisfacción y desahogo que siente todo poeta cuando termina su declamación.
-Nos lucimos muchacho, felicidades...y me dió un caluroso abrazo.
LES DESEO UN FELIZ Y VENTUROSO AÑO NUEVO, ÉXITO, PAZ Y FELICIDAD.
SMANZANO.
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