martes, 29 de mayo de 2012

Mi florista

                    Cristina Arreola Márquez


 
Fui tuya en el clímax del orgasmo de miradas
florista de mis sueños
y dijiste –tienes una flor en tus ojos- sonriendo
florista de mis deseos
deshojaste la margarita oculta en el iris de mis ojos
pétalo a pétalo supe que ya no sería de mí mi cuerpo
ladrón botánico de amor.

Oda al amante nocturno

Aliméntate de mí toda la noche,
rodea mis lóbulos y cuello con tu molesta voz.

Sobrevuela mi pecho,
aterriza para beber el cáliz de mis piernas
toda la noche, bestia.
Haz de mi esencia tu gran festín.
Tómame,
absorbe mis jugos hasta saciarte,
que yo por la mañana
rociaré de raid mi recámara entera,
pensando en ti
maldito
mosquito
infeliz.


Cómo llorar tu nombre si no tengo ojos, si no tienes nombre
cómo seguir tus pasos si no tengo piernas, si no dejas huellas.
Navegué a saltos, interna en el ojo de tu huracán, a ciegas.

Y aquí me tienes, cuesta abajo con zapatos de plomo,
hundida a media noche; buza entre caracoles y corales negros, de ausencia.

Si te supiera existente, si me supieras viva.
No habría más maullidos desgarrados sobre mi lecho, no más condena, no más orgasmos pausados, no más ausencia, no más recuerdo.
Cómo beberte a tragos si no tienes alma, si perdí mi garganta
cómo calmar el berrido si nací atea y tu dios se hizo semen para crearme.

Ven a mí óvulo fértil y toma el deseo de estas sábanas húmedas, de este vuelo aterrizado sobre su nombre que no es nombre, si el silencio revienta.

Si te supiera posible: ya no existieras.


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